Shabbat: Iyar 26, 5765; 4/5/05
Comentario de la Parashá
Bemidbar
Su
parte de la tarea
En nuestra parashá, leemos la siguiente orden:
"El Eterno habló
a Moshé en el desierto de Sinaí, diciendo: 'Cuenta los hijos de Leví.
Contarás todos los varones de un mes para arriba, según sus casas
paternas y sus clanes.'
Moshé los contó conforme a la palabra del Eterno, como le fue mandado."
(Bemidbar / Números 3:14-16)
En nuestra Tradición (Bemidbar Rabá 3:9) se señala que el censo de los levitas fue efectuado
por Moshé con
asistencia del Eterno.
Ocurría que Moshé se paraba a la entrada de cada tienda de los levitas,
entonces la Shejiná le informaba el número de levitas varones mayores
de un mes para ser contados.
Por esto se alude en el versículo que: "Moshé los
contó conforme a la palabra del Eterno", conforme a lo que el
Eterno le iba declarando.
Siendo así, es válido que nos preguntemos: ¿Para qué el Eterno pide que
Moshé haga el censo? ¿No era más simple y
efectivo que el Todopoderoso informara: 'En total, son tantos y tantos los levitas';
en lugar de estar pidiendo a Moshé que vaya por las moradas de los levitas y los cuente?
La respuesta a estas interrogantes es, en cierta manera, la respuesta a la
presencia de las personas en Este Mundo.
Debemos entender que el Todopoderoso no precisa de
nada, por tanto, ninguna de nuestras acciones Le afectan.
Por lo tanto, nada de lo que hagamos es PARA Él; sino PARA nosotros
(egoístamente, o solidariamente).
Cada acto positivo o negativo, cada cumplimiento de mandamiento o cada
pecado, es algo que nos afecta a nosotros, pero no a Dios.
Entonces, cuando Él nos ordena tal o cual conducta, por medio de Sus
mandamientos, no está buscando Su beneficio, sino el nuestro.
Por ejemplo, en nuestra parashá, si Él mandó a que Moshé fuera por las
tiendas de los levitas y anotará el número que Él le dictara, seguramente
que era para que Moshé, o los levitas o todo el Pueblo obtuvieran algún
provecho material y/o espiritual de ese acto.
Y en nuestra vida cotidiana, cuando Él nos reclama alguna acción, que hasta
desde una perspectiva moderna pudiera parecer ridícula, tal como
atarnos con los Tefilín, lo cierto es que la ventaja la obtenemos
nosotros, aunque quizás no nos estemos dando cuenta de ello.
Por otra parte, el Eterno podría con su Misericordia infinita
proveer a las personas de todo lo que éstas precisan, sin que nadie tuviera
siquiera que mover un dedo, ni esforzarse en ningún aspecto.
Él bien podría hacer de Este Mundo un renovado paraíso, pleno de placeres y
comodidades sin fin.
Sin embargo, sabemos que no es así.
Debemos agregar, sabemos que GRACIAS A DIOS, no es así...
Dios quiere que la persona haga su parte, que los beneficios no caigan como
regalos celestiales, sino que sean resultado de un justo y apropiado
esfuerzo.
Este esfuerzo personal dota al resultado de un sabor delicioso: el sabor de
la realización personal, bajo la Luz de las órdenes del Eterno.
Esto significa que ninguna dádiva, ni siquiera una celestial, es tan
placentera como la cosecha de los frutos del propio esfuerzo1.
La persona es
puesta en Este Mundo con una determinada misión por realizar, y que
solamente ella lo puede hacer.
Ni papá, ni mamá, ni maestro, ni sacerdote, ni psicólogo, ni esposa, ni
hijo, ni nadie puede realizar SU misión, solamente usted puede.
Esa es su máxima responsabilidad personal, y es el
sentido último de su existencia.
Para alcanzar esa meta deberá esforzarse, siempre dentro de sus
posibilidades, y siempre con la ayuda del Eterno.
Y en medio, lo más probable es que encuentre más o menos dificultades, que
vendrán a ser impedimentos para que la meta aparezca más lejana.
Pero, debe saber que no sirve como excusa decir que no tiene las fuerzas
para alcanzar su meta.
Es SU responsabilidad procurar llegar a la meta, por tanto de usted depende
si hace o no su
mejor y su mayor intento por alcanzarla.
Si luego de dar el máximo de sí mismo, aún la meta está lejana, ciertamente
Dios con Su Misericordia hará que usted la alcance... pero solamente si ha
hecho todo lo posible de su parte...
La persona debe estar dispuesta a dar todo de sí para cumplir su parte en la
Creación, y puede confiar que el Eterno hará su parte para que pueda
aproximarse a su meta.
Como está expresado en Pirkei Avot (2:16): "No
está en ti completar la tarea, pero no eres libre para desistir de ella".
Y recordemos que: "Uno es llevado por el camino que
desea transitar" (TB Shabbat 104a).
Nosotros actualmente, como Moshé en aquella
oportunidad, no debemos desistir de ninguna mitzvá, incluso si su
cumplimiento aparece como por fuera de nuestras actuales posibilidades.
Pues, cuanto más labremos y cultivemos en
nuestro campo de vida, seguramente más habrá para cosechar en el momento de
la recolección de los frutos.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1- Esto explica el motivo por el cual creer que
la persona obtiene su salvación personal mediante la fe carente de
obras, es una vacía pretensión mitológica en directa contradicción con lo
anunciado por el Eterno. Él quiere que la persona goce de los frutos de su
trabajo personal, de sus acciones, pues Él sabe que nunca el sabor de las
limosnas es tan agradable como el del propio trabajo.
En resumen: no es por fe que se alcanza la salvación, sino a través
del cabal cumplimiento de los mandamientos que Dios nos ha dictado.
-Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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