Shabbat Siván 28, 5763 - 28/6/03. En Israel se
lee la parashá: Koraj.
Comentario de la Parashá Shelaj Lejá :
Milagros no... ¡mandamientos!
Esta semana corresponde leer la parashá
llamada Shelaj Lejá ("Envía para ti") que es la
cuarta
del cuarto tomo de la Torá, el
sefer Bemidbar, conocido en español como "Números".
La historia central de la parashá de esta
semana es la bien conocida cadena de eventos:
-
El Pueblo a las puertas de ingresar a Israel,
desean confirmar si es verídica la promesa de Dios de que recibirán como
heredad una tierra maravillosa.
-
El desconcierto de Moshé ante el incrédulo
pedido.
-
El permiso dado por Dios para que la tierra
sea inspeccionada antes de ser tomada como propiedad.
-
El envío de doce jefes de tribu como
exploradores a la tierra de Israel.
-
El regreso de éstos, y el consiguiente informe
negativo por parte de diez de ellos, que se resume en la frase: "No
podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros."
(Bemidbar / Números 13:31).
-
El lamento y descontento del Pueblo.
-
El castigo por parte de Dios, que la nación de
Israel debiera permanecer fuera de la tierra hasta que transcurrieran 40
años.
-
El castigo de que los diez exploradores
pesimistas y poco confiados en Dios, así como de los adultos entre 20 y 60
años, de morir sin poder entrar a la Tierra Prometida.
Hasta aquí un breve resumen de los jalones de
la historia.
Si quisiéramos condensar el mensaje central de nuestra parashá podríamos
decir: "los milagros no hacen creyentes en Dios", tal como el propio Dios
dijo: "¿Hasta cuándo Me ha de menospreciar este pueblo? ¿Hasta cuándo no
Me ha de creer, a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos?"
(Bemidbar / Números 14:11).
Aquí tenemos el claro ejemplo de nuestros
ancestros liberados de la esclavitud egipcia.
Estos hebreos quejosos fueron testigos personalmente de las plagas que Dios
enviara contra Egipto y los egipcios.
Vieron el Mar de las Cañas partirse al medio y pasaron por allí sin siquiera
humedecer sus pies.
Presenciaron la mano de Dios que provocó el hundimiento del
poderoso Faraón y su escogido ejército.
Estuvieron presentes en la Revelación de la Torá en Sinaí, viendo los
prodigios indescriptibles y oyendo las voces del Todopoderoso.
Fueron conducidos por el desierto, alimentados, protegidos, sanados, no les
faltó absolutamente nada, gracias a la Providencia divina.
Mil y un milagros y maravillas fueron hechos ante sus ojos y para su
beneficio, y sin embargo ellos no dudaban en quejarse amargamente una y otra
vez; no descansaban de pedir más y más; no hacían mucho por no volver a caer
en los viejos pecados; y no se avergonzaban de exclamar eslóganes rebeldes y
maliciosos tales como: "¡Nombremos un jefe y volvámonos a Egipto!"
(Bemidbar / Números 14:4).
Personas que han sido beneficiados con tantas
bendiciones maravillosas por parte de Dios, ¿cómo pueden osar decir esas
palabras?
¿Cómo se atreven a faltarle el respeto a Dios?
¿Cómo es que todavía no han conseguido el mínimo básico de confianza en Él,
como para saber que lo que Él promete, Él lo cumple a su debido tiempo?
¿Cómo explicar que tantos milagros no hayan quitado la desconfianza y el
recelo de los corazones de estas personas?
Y la respuesta es bastante simple, aunque
duele reconocerla: Dios no impone que se crea en Él por medio de realizar
milagros, o de revelar Su Presencia incuestionablemente, o por medio de
cautivar los corazones con emocionantes influjos. (Eso Dios
se lo deja a los que tienen fe en dioses extraños u otras ideas ajenas a la
Torá).
Dios enseña que se llega a confiar en Él y a la creencia verdadera por un
único camino: el profundo estudio de Torá que permite abocarse al asiduo e
íntegro cumplimiento de Sus mandamientos.
Tal como culmina nuestra parashá: "Será para que os acordéis y cumpláis
todos Mis mandamientos, a fin de que seáis santos para vuestro Elokim."
(Bemidbar / Números 15:40).
Y tal como el salmista sabiamente cantó:
"Así sacó a Su pueblo con gozo; con júbilo
sacó a Sus escogidos.
Les dio las tierras de las naciones, y heredaron el fruto de las labores de
ellas, para que guardasen Sus estatutos y observasen Sus Torot."
(Tehilim / Salmos 105:43-45)
Así pues, el amor de Dios por Sus criaturas no
se manifiesta precisamente en la cantidad y grandiosidad de los milagros por
Él realizados en beneficio de ellos, sino en la cantidad de mandamientos que
les entregó para que ellos cumplan estrictamente.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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