Shabbat: Siván 28, 5766, 24/6/06
Comentario de la Parashá Shelaj Lejá
En tus ojos
y corazón
Cuenta la parashá que, cuando los exploradores
retornaron de su travesía por la Tierra de Promisión, diez de ellos
comenzaron a difamarla y a inyectar temores en los corazones de los
israelitas que les atendían.
Hablaron en público a la congregación, pero también visitaron a los
israelitas en sus carpas, y les decían groseras palabras, tales como:
"...La tierra que
fuimos a explorar es tierra que traga a sus habitantes..."
(Bemidbar / Números 13:32)
¿Qué quisieron decir con que "la tierra traga
a sus habitantes"?
De acuerdo al Midrash, la Tradición Oral, en palabras del comentarista Rashi
(in situ):
"'Por todo sitio
que pasamos encontramos que estaban enterrando a sus numerosos muertos'.
Realmente el Eterno lo hizo para favorecerlos, para que los habitantes
de la tierra estuvieran ocupados en las cuestiones del entierro y no
prestaran atención a la presencia de los exploradores."
¿Está claro?
A cada lugar que ellos iban, veían una gran mortandad, muertos por doquier y
gente atareada en asuntos mortuorios.
Y al parecer llegaron a la conclusión, errónea por cierto, que así era el
estilo de vida en la región, una vida amenazada constantemente por la muerte
feroz, una vida en duelo por algún allegado recién fallecido, o en constante
pavor por la presencia de la muerte.
Más aún, uno de los difuntos en aquel entonces
fue el prominente Iyov/Job, quien además era el protector espiritual de
ellos, pues con su presencia justa y fiel al Eterno, servía como escudo ante
diversas desgracias. Su ejemplo y consejos permitían que las corruptas
sociedades canaaneas no estuvieran en lo más bajo de la escala de la
moralidad y pecado, por lo que su muerte provocó una gran conmoción social y
una consternación que distrajo a la población de la presencia de estos
extranjeros curiosos1.
Así pues, el desconsuelo era grande.
La turbación estaba generalizada.
Era un tiempo de dura crisis emocional y social para los canaaneos.
El Eterno estaba protegiendo, de diversas
maneras, a los doce exploradores hebreos durante su incursión. Una de estas
protecciones fue esta gran mortandad que los antecedía y provocaba que los
sobrevivientes se dedicaran a sus muertos, en vez de preocuparse por su
presencia sospechosa. Así se libraban de ser detenidos, de ser conducidos a
interrogatorio, de ser encarcelados o algo peor.
Cualquiera de los exploradores, de haber
tenido el corazón íntegro para con el Eterno, ¿cómo habría reaccionado ante
aquellos sucesos?
Pues, con agradecimiento hacia Él y con la convicción de que Él estaba dando
a los hebreos la Tierra en bandeja de plata.
No hubiera visto "una tierra que devora a sus habitantes", sino quizás
solamente una pasajera desolación, que diezmaba al enemigo y prologaba la
rápida conquista hebrea de la tierra. Nunca hubiera asumido que esa
pestilencia sería la realidad que aguardaría a los israelitas, puesto que el
Eterno les había prometido con claridad:
"Yo he descendido
para librarlos de la mano de los egipcios y para sacarlos de aquella
tierra [y llevarlos] a una tierra buena y amplia, una tierra que fluye
leche y miel"
(Shemot / Éxodo 3:8)
El explorador reverente del Eterno habría
captado de inmediato que era "la mano de Dios" que estaba favoreciéndolos.
Aquel que confía en Dios, encuentra siempre
motivos para bendecirLo... hasta en los momentos más trágicos.
Aquel que sabe que el Eterno es Bueno y Justo, no duda en reconocer que la
vida tiene sentido, que las sombras se producen solamente cuando hay luz.
Aquel que está confiado en el Eterno, sufre aquello por lo que es correcto
sufrir, se lamenta cuando atraviesa por un acontecimiento lamentable; pero
no deja de saber que al final del camino, siempre está el bien.
Pero, la persona cuyo corazón está un tanto
corrompido, fácilmente encuentra excusas para derrumbarse. Le surgen con
habilidad pretextos y justificaciones para la pereza, para el abandono, para
la protesta amarga.
No tarda en demandar con acritud de la vida, del prójimo y hasta de Dios
soluciones, acciones, milagros, recompensas, puertas abiertas, etc.
El corazón que está poluído, que está manchado por el pecado, prontamente se
hunde en más y más extravíos.
Tal como nuestros sabios nos han enseñado:
"Una trasgresión
genera otra trasgresión"
(Pirkei Avot 4:2).
El hecho cierto es que los diez exploradores
cargaban mucha ambición en sus corazones.
Los vapores tóxicos del poder les habían afectado su integridad.
Ya no tenían la mente clara, dedicada a servir al Eterno y asistir
generosamente al prójimo.
Según nos enseña el Zohar, estos diez exploradores temieron que al
conquistar la Tierra ellos quedarían relegados de sus funciones de
autoridad, que les serían quitados sus privilegios.
Su avidez les perturbó la mirada.
Su afán de predominio les nubló la mente.
Su egoísmo les laceró el corazón.
Y entonces, ya dejaron de controlarse y se dejaron llevar de un desatino a
otro peor.
Estaban realmente "fuera de la realidad", como nos enseñan nuestros sabios:
"El mal ojo, la
mala inclinación y el odio a las personas destierran al hombre del
mundo."
(Pirkei Avot 2:11)
"La envidia, la
ambición desmedida y el orgullo destierran al hombre del mundo."
(Pirkei Avot 4:21).
Lo agriamente triste de todo esto, es que el
hecho generado por el Eterno para ayudar a los exploradores, se transformó
en sus mentes y corazones herrumbrados en lo contrario.
En vez de apreciar la mano salvadora, y gozar por ella; vieron la tragedia,
y sufrieron anticipadamente.
En lugar de esforzarse por alcanzar la victoria, que estaba a su lado;
solamente se concentraban en la derrota que temían y que apresuraron.
¿Has captado cuál es la moraleja de nuestro
encuentro del día de hoy?
Piénsalo y no olvides estas palabras, que
debemos repetir al menos dos veces diarias, y que cierran nuestra parashá:
"El Eterno habló
a Moshé [Moisés] diciendo:
'Habla a los Hijos de Israel y diles que a través de sus generaciones se
hagan flecos en los bordes de sus vestiduras y que pongan un cordón azul
en cada fleco del borde.
Los flecos servirán para que al verlos os acordéis de todos los
mandamientos del Eterno, a fin de ponerlos por obra, y para que no os
desviéis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, tras los cuales
os prostituís.
Será para que os acordéis y cumpláis todos Mis mandamientos, a fin de
que seáis santos para vuestro Elokim.
Yo soy el Eterno, vuestro Elokim, que os saqué de la tierra de Egipto
para ser vuestro Elokim. Yo soy el Eterno, vuestro Elokim.'"
(Bemidbar / Números 15:37-41)
¡Te deseo a ti y los tuyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj! ¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir
shalom!
Notas:
1- Ver Rashi en Bemidbar
14:9.
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