Shabbat: Jeshvan 13, 5764, 8/11/03
Comentario de la Parashá -
Lej Lejá
:
Más allá de la corriente
(Esta semana corresponde leer la parashá
llamada Lej Lejá ("Vete
para ti") que es la
tercera del primer tomo de la Torá, el
sefer Bereshit , conocido en español como "Génesis").
El personaje del cual hablaremos, nació y
creció en una sociedad inmersa en lo más horrendo de la idolatría, de la
rebeldía activa contra Dios y todo lo que es bueno.
En esa sociedad, no había ningún resquicio para dudar de las doctrinas que
afirmaban que el rey del mundo, (que se decía que era el
redentor de la humanidad, hijo de una virgen, nacido por medio del espíritu
santo del dios luminoso, y que había muerto y resucitado), era la
máxima deidad en un panteón profuso de deidades, espíritus de la guarda,
santos y otras criaturas fantásticas.
¿Cómo podía hacer el joven personaje para pasar al otro lado de las
doctrinas religiosas de su época, para estar del lado correcto, del lado de
Dios?
¿Cómo podía hacer para no estar más sometido a la maldición de las falsas
creencias, y así poder ser libre de decidir si quería crecer o prefería
esclavizarse a la fe que asfixia?
¿Cómo podía?
Es difícil encontrar una respuesta.
Pongámonos en su piel por un instante, observemos su entorno, sus amistades,
su familia, y tan sólo encontraremos promotores de la creencia en el
dios-humano, solamente hallaremos propagandistas de la fe oficial y de la
historia que cuentan las mayorías.
Toda voz disidente era llevada a la hoguera, en la misma que se quemaban
escritos que los sacerdotes consideraban heréticos, en la misma que era
adorada como elemento purificador.
Todo aquel que osaba señalar la flaqueza de los dogmas de la religión
oficial, era perseguido, torturado, masacrado, estigmatizado.
No pocos ingenuos, que decían una palabra fuera de lugar, fueron asesinados
por la maquinaria inquisitorial de aquella religión poderosa materialmente,
y tan, pero tan flaca en lo espiritual.
También eran exterminados los que por algún motivo no servían a los fines de
prdominio del imperio de esta religión.
Pero, no pensemos que la religión del dios muerto y resucitado para
salvación del mundo solamente sabía depredar, ahogar y mutilar; no, también
prometía paraísos gloriosos para los que mataran toda duda en su corazón y
como ovejas siguieran cualquier irracional propuesta de sus pastores de
religión... pues la FE ciega que acepta hasta el absurdo es la condición
básica de toda doctrina idolátrica.
Y también organizaba fabulosos festejos, emotivos, coloridos, llamativos,
para que de ese modo las mentes se dejaran llevar por los corazones, y si
alguno (más despierto que los otros) hubiera supuesto
algún engaño o falsedad, pronto dejara sus pensamientos para sumergirse en
las festividades de placer y buenaventuraza.
Y esta religión del dios-hombre había penetrado todas las instituciones de
la sociedad: se juraba en su nombre, se curaba en su nombre, se rezaba a su
nombre, se soñaba con ella, etc.
Nadie comerciaba si no era santiguándose y bendiciendo al rey dios, nadie
estudiaba si no repetía el dogma de fe que atestiguaba absurdamente la
verdad de la falsedad, nadie era integrado a grupos o amistades si antes no
profesaba con reverencia los misterios de su religión.
Nadie tenía vida eterna en paz si no confesaba de corazón si adhesión
incondicional al dios-hijo y a las enseñanzas de sus sacerdotes.
Nada ni nadie quedaba fuera de estar sometido a las disciplinas de la
religión del hijo de la virgen.
¿Cómo haría el joven personaje de nuestro
interés para zafar de esta terrible situación?
Es más... ¿cómo haría el mundo para encontrar el verdadero camino a la luz y
la vida, estando tan jaqueado por las murallas de la impenetrable idolatría
maciza?
La respuesta la brinda el comienzo de la
parashá Lej Lejá:
"Entonces el Eterno dijo a Avram [Abram]:
''Vete de tu tierra, de tu lugar de origen y de la casa de tu padre, a la tierra
que te mostraré."
(Bereshit / Génesis 12:1)
Analicemos cada uno de los aspectos de esta
sentencia para encontrar la solución, que a la vez es un conciso y exacto
plano para gozar de verdadera libertad y estar en camino al crecimiento:
1- "Entonces el Eterno dijo":
La Libertad es cumplir con los mandamientos.
La salida a la plaga de la idolatría se encuentra en prestar atención a lo
que Dios dice. Debemos saber que Dios habla constantemente, sin embargo, no
estamos captando Su mensaje. Es que generalmente no tenemos noción de dónde
lo podemos hallar.
Y la respuesta es bien sencilla: en las páginas del Tanaj, especialmente en
la Torá, cuando es debidamente enseñada por los maestros judíos de la
Verdad.
Aquel que quiere romper las cadenas que oprimen su espíritu, cualquiera de
las cadenas que lo oprimen, y desea crecer hasta sus mayores alturas, tiene
un recurso inapreciable en las entrañas de la Torá verdadera.
El compromiso con el texto de la Torá, que es el compromiso con la palabra
de Dios, debe llevar al compromiso en la conducta personal, que se
manifiesta a través del mejor y más detallado cumplimiento de los
mandamientos de la Torá (que son 7 para los gentiles y 613
para los judíos).
2-
''Vete de tu tierra": Liberarse de las
cadenas sociales-físicas.
El fiel acatamiento a los mandamientos de
Dios, conlleva un abandono de ciertas actitudes, posturas, creencias,
afiliaciones.
Uno de estos abandonos está simbólicamente representado en esta frase por el
"irse de la tierra".
¿Qué quiere decir esto?
Pues, irse de aquello que socialmente somete a la persona a reglas de vida
que le son perjudiciales, que le obligan a actuar en contra del espíritu
puro que Dios da a cada persona.
Para ser libre es imprescindible liberarse de las cadenas físicas, que con
aprobación social, lastiman lo mejor que hay en la persona.
Un ejemplo de esta liberación es la salida de los israelitas de Egipto. Con esta hecho
quebraron la esclavitud material que los tenía sometidos, y no les permitía
siquiera concebir la idea de que ellos realmente eran alguien distinto a la
imagen que socialmente les imponían como propia. En continua vejación
física, ¿cómo habrían de concebirse a sí mismos como algo diferente a
esclavos?
3-
"Vete de tu lugar de origen":
Liberarse de las cadenas mentales.
Pero, los lazos de la
esclavitud espiritual no solamente están en las imposiciones que parten de
las reglas de la sociedad esclavista, sino también en las convicciones que
la persona asume fanáticamente como propias, y que no son propias.
Tristemente muchísimas personas van por la vida actuando como si estuvieran
encima de un escenario, ejecutan un libreto de vida que otros han escrito
para ellos. Y más triste aún, es que estos actores que viven sin vivir
realmente, muchas veces luchan y mueren defendiendo un papel que les han
asignado y que sienten como propio, pero que es absolutamente ajeno.
Saber cuál es el origen, y rechazar asumir actuar perpetuamente un papel que
falsifica la identidad personal, es un paso indispensable para todo aquel
que desea gozar de verdadera libertad.
4-
"Vete de la casa de tu padre":
Liberarse de las cadenas emocionales.
Para poder romper realmente con los lazos perjudiciales que surgen de
lo social, y para modificar los condicionamientos mentales a los que ha sido
sometida una persona, es imprescindible que pueda reconocer las cadenas
emocionales que lo tienen atrapado.
Muchos saben qué tienen que cambiar en su vida para no sentirse más
esclavizados, e incluso tienen idea de cómo emprender su liberación, sin
embargo, están presos de sentimientos que los detienen y paralizan cualquier
intento de cambio. Estos sentimientos pueden ser miedo, culpa,
auto-desprecio o cualquier otro que es usado como ancla negativa, que no
permite avanzar ni modificar nada.
5-
"Vete rumbo a la tierra que te mostraré":
Tener una meta, marcado el rumbo y andar hacia allí.
No es suficiente que una persona haya alcanzado soltarse de sus
impedimentos emocionales que no le permiten siquiera pensar en cambiar su
estilo de vida.
Ni es suficiente si ha zafado del entrenamiento que lo condiciona a estar
sometido a órdenes ajenas a su verdadera esencia espiritual.
Ni tampoco alcanza cuando ha roto el yugo de las imposiciones sociales, que
lo maniatan obstaculizándole vivir como corresponde a su espíritu.
Pues estas tres etapas de la libertad brindan solamente el campo para
labrar, pero no dan cosecha qué recoger y con la cual beneficiarse.
La cosecha se obtiene solamente si se ha plantado antes el campo disponible.
Y es precisamente ese sembrar el campo el verdadero ejercicio de la
libertad.
Es vivir con principios, finalidades y métodos definidos para alcanzarlas,
lo que otorga a la persona un sentido que permite decir que vive en libertad
real de espíritu.
Y para sembrar adecuadamente, es indispensable recordar la primera parte de
la estrofa que estamos analizando: "el Eterno dice".
Para concluir, nos resta aclarar de quiénes
estuvimos hablando al comienzo de este comentario.
El rey del mundo, que se creía que era una deidad nacida de una virgen, no
es otro que Nimrod, también conocido como Amrafel, Kush, y más tarde como Tammuz y otros
varios nombres más que fueron surgiendo en las diferentes mitologías.
Fue contemporáneo de Avraham, nuestro patriarca, alrededor del año 1500 AEC.
Y es precisamente Avraham el joven que habíamos mencionado que trataba de
escapar de la esclavitud de su época, cosa que finalmente consiguió
transformándose en "Avraham haivrí", Avraham el hebreo, pues estaba
meever -más allá- de las doctrinas y la fe de
su sociedad corrupta.
Es nuestro patriarca un estupendo ejemplo para
seguir, pues, no son tan diferentes nuestra época y circunstancias a las
suyas...
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
HACIENDO CLIC
AQUÍ y AQUÍ.
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Relato
El maestro estaba estudiando con sus
discípulos cuando de improviso les preguntó: '¿Quién de ustedes tiene fe en Dios?'.
Todos los jóvenes se miraron entre sí, sin entender el sentido real la
pregunta, hasta que tímidamente de a poco fueron levantando todos las manos.
Alguno más arriesgado incluso musitó: 'Dos veces diarias, durante toda
nuestra vida pronunciamos que el Eterno es nuestro Dios, Él es Uno y Único'.
Y más envalentonados algunos dijeron: '¡Cómo no vamos a tener fe en Dios!'.
El gran rabino entonces les dijo: 'Yo no tengo fe en Dios.'
Los alumnos cada vez más perplejos no sabían qué estaba pasando, si el
rabino los estaba poniendo a prueba, si les quería enseñar un gran secreto,
si había enloquecido, si era un hereje, vaya uno a saber qué estaba pasando
con el maestro.
Uno de ellos, un poco aturdido, dijo: '¿Cómo es que usted, que es maestro de
maestros, no tenga fe en Dios?'.
El maestro respondió: '¿Ustedes creen que están
sentados en una silla? Pues, no, no creen eso. Para ustedes es un hecho que
están sobre sillas. No tienen dudas, ni tampoco necesidad de tener fe al
respecto. Así ocurre conmigo en mi relación con el Santo. Cuando contemplo
el mundo, cuando los veo a ustedes, cuando me deleito con cada letra de la
Torá, ¡obviamente que no nace en mi la ceguera de la fe! Lo que me ocurre es
que Lo reconozco, pues estoy consciente de que Él es Quien conduce el Mundo.
Cada día hago mías las palabras: "¡Santo, santo, santo es el Eterno de
los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de Su gloria!"'.
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