Shabbat: Tevet 2, 5764, 27/12/03 -
Último día de
Januca.
Comentario de la Parashá -
Miketz :
Donde hay envidia falta alegría
(Esta semana corresponde leer la parashá
llamada Miketz ("Al
cabo") que es la
décima del primer tomo de la Torá, el
sefer Bereshit , conocido en español como "Génesis").
Dice la Torá:
"Al ver sus hermanos que su padre amaba [a
Iosef] más que a todos ellos, le aborrecían y no podían hablarle
pacíficamente."
(Bereshit / Génesis 37:4)
Iosef y sus hermanos no se llevaban bien.
Parecían más enemigos que hijos del mismo hombre justo.
En sus relaciones no eran ajenos: la envidia, los celos, la maledicencia,
las acusaciones, el rencor, la inquina, la presunción, la vergüenza, la
violencia, el desprecio, el odio, la tristeza, la desvergüenza, el terror...
Su tensa relación llegó al extremo conocido: los hermanos confabulados y en
mayoría castigaron a su hermano, lo tiraron a un pozo, lo vendieron como
esclavo, lo dieron por desaparecido ante el padre. Y esa forzada
desaparición, con todas las pesadas causas que la provocaron, se mantuvo
como una negra mancha en sus corazones, haciendo que sus vidas estuvieran
teñidas de dolor, miseria, perplejidad, indiferencia o desánimo.
En lugar de crecer, en la medida de sus inmensas posibilidades, estos
hermanos quedaron empantanados durante décadas.
Es el triste resultado de una vida perturbada por la envidia la falta
de adhesión a los mandamientos.
Y esa triste vida cargada de culpa y pecado tiene su imagen más palpable en
el descenso de los hermanos a Egipto. Los que estaban destinados a ser
eminencias, deben arrastrarse a pedir alimentos al país más poderoso,
pero también al más corrompido por la idolatría y la superstición. Los diez
hermanos marcados para el esplendor de portar con una porción de la
bendición de los patriarcas, han caído hasta el nivel de pedir favores a los
idólatras.
Sin embargo, la chispa de divinidad no se apaga del alma de los fieles al
Eterno.
Las contrariedades los podrán confundir y apartar, pero no desconectar
de la Fuente de toda vida.
Sus rebeldías, pecados o errores los podrán llevar a parajes desolados o
podridos, pero sus espíritus incesantemente claman por la paz que solamente
se encuentra en el servicio fiel a Dios, que es cumpliendo con cabalidad con
Sus mandamientos.
Y así movidos por la pureza intachable de sus espíritus, estos diez hermanos
que habían llevado un derrotero angustioso, finalmente encuentran la senda
para retornar al Eterno. Lo encuentran al vencer sus propias inclinaciones
hacia lo perverso.
Si antes el celo y la envidia los consumía y los llevaba a un ciclo cada vez
más terrible de pecados, ahora se han entrenado y ya no los carcome más esos
sentimientos viles.
Ahora, contemplan con regocijo el auge de uno de sus hermanos, y no por ello
su corazón ladra de rabia.
Ahora, los diez hermanos mayores reciben menos beneficios y honores que su
hermano menor, pero no por eso se arrastran hacia el delito o la desazón.
Ahora han crecido espiritualmente, y ya las pasiones de la materialidad no
les corrompe su entereza, pues logran regocijarse con el éxito del hermano,
tal como está testimoniado:
"[Iosef] tomó porciones de delante de sí
para [los hermanos],
e hizo que la porción de Benjamín fuese cinco veces mayor que la de los
demás.
También bebieron y se alegraron con él."
(Bereshit / Génesis 43:34)
Así pues, si el aplauso toca a la puerta de
nuestro hermano, y la alegría no brota inocentemente en nuestros corazones,
es hora de que nos pongamos en campaña para analizar qué nos está pasando,
y así comenzar a trabajar para crecer a la Luz de los mandamientos que el
Eterno nos ha dado.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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