Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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Noaj > Bereshit 6:9 - 11:32 |
Shabbat: Jeshvan 3, 5766; 5/11/05
Un
comentario de la Parashá Noaj
En nuestra parashá nos encontramos con el siguiente desgarrador testimonio:
Diez generaciones hubo entre Adam y Noaj. El Eterno esperó a que el arrepentimiento
auténtico surgiera como un rayo alumbrador en el corazón de la humanidad,
pero, más y más lóbrega noche era lo que se erigía en los pechos y mentes de
las gentes. De continuo la violencia social los afectaba, eran víctimas de sus propios despojos, crímenes, violaciones, terrorismo y violencias; pero no se inmutaban sino que se aferraban con pasión a sus acciones plagadas de negatividad. Sus acciones polucionaban el ambiente, destrozaban el hábitat de cientos o miles de especies, dañaban afluentes de agua, provocaban cambios climáticos y decenas de otras Cada vez con más frecuencia la tierra era azotada por calamidades "naturales", inundaciones atroces, tsunamis, huracanes, plagas, incendios voraces, terremotos devastadores, volcanes rugientes y otras fatalidades de la naturaleza que ellos desestimaban pues asumían que eran parte del modo natural de vivir. (Cualquier similitud con la actualidad no es pura coincidencia). Como mucho más adelante profetizó el profeta:
Sus pecados los privó del bien y los encaminó expreso al tenebroso mal. La destrucción de la especie humana y de su entorno era cada vez más inevitable, más lógicamente evidente como resultado de las ruinosas acciones de las personas, pero, el Eterno les daba una oportunidad detrás de otra, esperando el arrepentimiento, el que se reencaminaran hacia el bien y la vida. Finalmente la corrupción mundial llegó hasta el extremo de la aniquilación total, pero en Su misericordia el Eterno todavía les regaló 120 años más para ver si ellos lograban recapacitar y corregirse. Y en ese tiempo extra también les envió claras señales, mensajes indirectos pero también explícitos, presagios de la ruina que se avecinaba, sin embargo ellos en su libre albedrío escogían (o pretendían que no escogían) desbarrancarse en el abismo de la perdición final. En una ocasión futura, también de pecado y corrupción, el Eterno anunció:
Precisamente eso mismo hizo el Eterno, Se ocultó para la humanidad sumida en pecado y los pesares poblaban los días y noches de cada persona. Era ese el momento de la angustia en la cual el alma adolorida clama desde lo profundo por el abrazo del Padre. Pero ellos no Lo buscaron. Y entonces, la lluvia del gran diluvio comenzó a caer con lentitud y progresivamente fue más poderosa y violenta. Las aguas de las entrañas terrenas abrieron su camino hacia la superficie. Al mismo tiempo el cataclismo se incrementó cuando una lluvia de meteoritos que incendiaban la atmósfera se conjugaron con las miles de lavas volcánicas que ardían en las tierras anegadas. La debacle era voraz, las carnes de miles, de millones eran consumidas. La podredumbre de una civilización destinada a la muerte estaba siendo borrada de la faz de la tierra. Pero antes de la hecatombe tuvieron aún siete
días para el arrepentimiento. Él espera antes de enviarnos nuestros correspondientes castigos, pues es tardo en ira; Él nos da chances incluso en el peor de los caos infernales, pues desea la extinción del pecado y no la del pecador; pero debemos reconocer que nuestro camino no es el recto para de ese modo hacer algo para modificarlo. En palabras del salmista:
Estamos nosotros viviendo una época de catástrofes similares a las que preludiaron el Diluvio, y estamos nosotros en posesión de herramientas para evitar una nueva destrucción. Tenemos el conocimiento de lo que aconteció en aquel pasado para no volver a repetirlo. Tenemos la Torá y los mandamientos noájidas para actuar de manera diferente. Tenemos mayor conciencia. Tenemos aún tiempo y oportunidad de arrepentirnos y de caminar a la Luz de la Torá. Pero, ¿tenemos el deseo de contribuir a cambiar el convulsionado mundo empezando por cambiar nuestro mundo interno? ¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj! Moré Yehuda Ribco
1- Otras interpretaciones de este pasaje de la Torá, y más estudios los hallan HACIENDO CLIC AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ. |
Preguntas y datos para meditar y profundizar:
Un Sultán soñó que había perdido todos los
dientes. |
De la Parashá Noaj
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©2005
Yehuda Ribco,
Montevideo, Uruguay.
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