Un estudio
acerca de la Parashá
El buen sembrador
Está
escrito en la parashá: "Itzjac [Isaac] sembró en aquella tierra,
y aquel año obtuvo ciento por uno. El Eterno lo bendijo, y el
hombre se enriqueció y continuó enriqueciéndose hasta llegar a ser muy
rico." (Bereshit / Génesis 26:12-13)
“Cuando compartían
la escuela, las personas no entendían cómo dos sujetos tan distintos podían
ser tan buenos compinches.
Uno destacaba en generosidad y bondad. En tanto que el otro era un avaro
consumado, un feroz competidor buscador del éxito.
Los avatares de la
vida llevaron a que ambos amigos fueran separados.
Hasta que un día,
el destino los reunió imprevistamente en una conferencia de
productores agrícolas. Se reconocieron y saludaron mutuamente. Contaron
cosas de sus vidas. Cómo habían crecido, sus expectativas, proyectos,
realizaciones.
El que otrora fuera avaro, continuaba siéndolo, a pesar de padecer una
severa gastritis y una tremenda pobreza.
El generoso
gozaba de buena salud, y prosperidad.
Quiso el amigo saber el secreto, ya que ambos cultivaban trigo, en
regiones similares, pero uno con un éxito evidente, en tanto que el otro
iba de un fracaso al siguiente.
Le contestó su rico amigo:
-Resulta que gaste mucho dinero comprando las mejores semillas, con
las cuales poblé mis campos. Al poco tiempo, en la cosecha, los notables
resultados no se hicieron esperar. Mis vecinos productores se asombraron y
quisieron compartir mi suceso. Entonces yo les regalé de esas semillas de
óptima calidad para que cultivaran ellos también sus terrenos.
Intervino entonces el amigo:
- Pero, ¡eso es incoherente! Si tú les ofreces gratis lo que a ti
te costó buen dinero. Y además no mantienes en reserva lo que te confirió
tu superioridad, ¡les estás regalando la riqueza a ellos! ¿Cómo los
superarás de ese modo inocentón?
- Mi querido, ¿cuándo aprenderás? Si ellos tienen mal trigo,
llegará el viento, o alguna abeja, o un pájaro, y más pronto o más
tarde en mi propio campo crecerá trigo de baja calidad. Pero, si ellos
plantan el mejor trigo, lo único que puedo esperar es que el mío
mantenga su inmejorable nivel. Compartiendo, todos ganamos...”
Shabbat
Shalom les desea Yehuda Ribco
Destellos de la parashá
Sidrá 6ª de la Torá y
6ª del sefer Bereshit / Génesis.
Entre los versículos 25:19 y 28:9.
La Haftará se lee de Malaji / Malaquías 1:1-2:7.
En esta parashá se nos
narra el nacimiento de dos hermanos mellizos que ya desde el vientre
materno lidiaban y no encontraban la forma de unirse.
Eran hijos de los mismos padres, tuvieron la oportunidad de aprender de
similares experiencias y, sin embargo, sus caminos se distanciaron
notablemente.
Uno de ellos, Esav / Esaú fue el padre de una nación guerrera, "que
vivía por su espada" (Bereshit / Génesis 27:40)
Mientras que el otro de los hermanos, nuestro patriarca Iaacov, supo
encauzar su vida y las de sus descendientes de acuerdo a este principio de
vida: "ser tranquilo y permanecer en la casa de estudio"
(Bereshit / Génesis 25:27)
Por lo antedicho, Esav perseguía los bienes terrenales, y no consideraba
nada más que el alcanzar la satisfacción de sus deseos del momento, y
por eso le ocurrió que: "comió y bebió y despreció su oportunidad
de trascender" (Bereshit / Génesis 25:34), y así, se convirtió en
un dolor de cabeza para su familia, y una decepción para los que bien le
querían.
En tanto que a Iaacov su madre le dijo: "hijo mío, obedéceme"
(Bereshit / Génesis 27:43); y su padre le bendijo: "Que el Elokim
Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique hasta que
llegues a ser multitud de pueblos. Que Él te dé la bendición de Avraham
[Abraham], lo mismo que a tu descendencia, para que poseas la tierra en
que habitas, la cual Elokim ha dado a Avraham [Abraham]."
(Bereshit / Génesis 28:3-4), y paso a paso se fue convirtiendo Iaacov en
un puente hacia la Eternidad...
De la Parashá
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