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  Lic. Prof. Yehuda Ribco // Kislev 16, 5765 - 29/11/04

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Parashá  >> Bereshit / Génesis

       Vaieshev > Bereshit 37:1 - 40:23

Shabbat: Kislev 20, 5765 <> 4/12/04 

Comentario de la Parashá Vaieshev
            Sin jactancia

En la parashá ocurre que: "Los hermanos de Iosef le aborrecieron todavía más a causa de sus sueños y de sus palabras. Entonces tuvo otro sueño y lo contó a sus hermanos" (Bereshit / Génesis 37:8-9).

El comentarista Seforno nos dice que fue un grave error de parte de Iosef el haberle contado a los hermanos acerca del sueño, en el cual ellos estaban subordinados a la autoridad de Iosef.
Peor todavía, cuando él les interpretaba el sentido correcto contenido en el mensaje onírico, que indicaba sus pretensiones y probabilidades ciertas de llegar a ser dominador por sobre ellos.

Con poco tacto y empatía, iba a las personas que lo detestaban, y se mostraba como un gallo en celo. Hablaba de sus privilegios mientras hacía notar las desventajas de ellos; mostraba los obsequios que la preferencia paterna le había consignado, y denunciaba las faltas de ellos. Exponía sus planes y sueños de grandeza, su deseo de preeminencia, su afán de conquista y posesión. Y se burlaba, indirectamente, del arduo trabajo y la vida de sudores que debían llevar sus hermanos. Soñaba con alcanzar el cielo, el trono, y por si fuera poco, soñaba con la servidumbre y el servilismo de sus allegados.
Lleno de aire inflado estaba su corazón y sus sueños,
lleno de vacío,
lleno de silencio interno.
Y por eso, quería aplausos de afuera,
buscaba elogios y honores
que no tenía modo de conseguir apropiadamente.
Se ufanaba, era presumido, y lleno de ambición,
por estar hambriento de sentido, de valor, escaso de autoestima.

Debemos saber  que cuando una persona se jacta, su intención seguramente es la de obtener honor y respeto de parte de su audiencia, pero la envidia, de sus espectadores, es una emoción muy intensa que fácilmente puede derivar en aborrecimiento.
Así pues, es de sabio no jactarse, para no ponerse en el borde de un barranco horrible y peligroso, ya que la envidia y el aborrecimiento tienden a causar innumerables problemas y situaciones dolorosas. 
(Notemos que estamos hablando del engreimiento en aspectos que son reales del jactancioso, y no de esa estúpida presunción del que tiene poquita cosa a su haber, pero que se defiende asumiendo un papel de grandeza que le queda incómodo e inmenso. Sea como sea, la petulancia es propia del poco desarrollado emocionalmente y espiritualmente.)

Por si fuera poco,
refrenarse de causar en otras personas sentimientos tan desgraciados, como el de la envidia y el aborrecimiento, es un acto de verdadera generosidad.

Totalmente diferente es el compartir el éxito o el triunfo con un amigo o una persona allegada, esto es bien distinto que ser jactancioso. Pues la intención no es mostrarse y pretender recibir aplausos del afuera, sino compartir la dicha con aquellos que nos están próximos. Es una muestra más de afecto y deseo de acercarse, y no una manifestación de baja autoestima y de sed de reconocimiento.

Así pues,
mantengamos en mente esta sencilla fórmula:

la dicha es un complemento del compartir sanamente con el prójimo,
tal como,
en el lado opuesto de la vida,
la envidia y el aborrecimiento complementan a la jactancia.
Depende, en buena medida, de nuestra conducta y actitud,
la reacción que tendrá nuestro prójimo.

¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!

Moré Yehuda Ribco


Notas:

-Otras interpretaciones de este pasaje de la Torá, y más estudios los hallan HACIENDO CLIC AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ.

Relatos, anécdotas y enseñanzas

El hombre se dirigió presuroso a la cajera del supermercado.
Estuvo unos instantes gesticulando, pero no se percibía con claridad el diálogo.
La joven cajera le señaló la sección "Informes", del gran centro comercial.
Y hasta allí voló el hombre, con paso nervioso y veloz.
Nuevamente gesticuló.
Sus brazos iban y venían, mostraba, pedía, indicaba.
El joven de "Informes" movía la cabeza lentamente, primero asentía, luego negaba, hasta que finalmente se encogió de hombros mostrando sus blancas palmas de las manos.
Cabizbajo y ahora con lento andar el hombre se encaminaba hacia la calle.
Casi en un sollozo se decía en voz baja: "Lo que esta ciudad precisa, pero en verdad necesita, es un lugar donde cualquiera pueda entrar por unos instantes y adquirir allí un poquito de alegría. Hay lugares donde se puede comprar un par de zapatos y se puede comprar un refresco. En dos minutos uno puede adquirir una casa o una computadora. En verdad, hace falta un lugar donde se pueda adquirir un poco de alegría para el corazón, sólo un poco...".

 

 

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se relaciona el relato con el comentario a la parashá que hemos brindado?
     

  • ¿Es coherente el pedido del hombre del relato? ¿Es un bien adquirible la alegría?
     

  • ¿Cómo adquiere usted su cuota diaria de alegría sincera y honesta?
     

  • En el corazón
    "La corrección del mundo radica en eliminar de raíz todo vestigio de envidia que pueda hallarse en nuestro corazón."
    (Rab Shlomo Carlebaj, "Desde lo profundo del corazón").

    • Si usted alguna vez envidia, ¿qué lo lleva a envidiar?
       

    • ¿El que está alegra realmente, llega a envidiar?
       

    • ¿Cómo se puede combatir el feo sentimiento de envidia cuando éste surge y drena las energías vitales?
       

  • Dónde la alegría
    "Gócense y alégrense en Ti todos los que Te buscan..."
    (Tehilim / Salmos 70:5).
     

    • ¿Por qué se halla gozo y alegría en buscar al Eterno?
       

    • ¿Cómo se halla al Eterno?
       

    • ¿Cómo puede usted contribuir en la tarea de traer alegría y gozo al mundo?

De la Parashá Vaieshev

 

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