Shabbat: Kislev 24, 5766; 23/12/05 - La semana
que entra comienza
Januca
Un
comentario a la Parashá Vaieshev
¿Crecimiento
o estancamiento?
En la parashá nos encontramos con el siguiente
testimonio:
"Vaieshev
Iaacov [Jacob] en la tierra donde había residido su padre, en la tierra
de Canaán."
(Bereshit / Génesis 37:1)
Vaieshev generalmente se traduce como
"se estableció", "pasó a morar", "se asentó" y son todas correctas.
Sin embargo, literalmente vaieshev quiere decir "tomó asiento", "se
sentó".
Iaacov venía de un largo periplo, de escapar
del enojo de su hermano, de bregar por desposar a Rajel, de sortear las
trampas y trucos de su tío y suegro Labán, de criar a una numerosa familia,
de luchar para hacerse de una posición social, de lo que aconteció con su
hija Dina, de... ¡de tantas cosas!
Ahora, finalmente Iaacov quería tomar asiento
para descansar un poco. Contemplar la vida en vez de estar en constante lid
para no caer y para no hacer caer.
Quería paz y serenidad.
¿Era tan difícil entender esto?
Pero, la vida no le tenía reservada la
tranquilidad tan ansiada.
Los hechos acontecidos con Iosef, mientras aún estaba en su hogar y
especialmente cuando tras de su misteriosa desaparición, no le daban
siquiera un lapso de solaz y respiro.
De acuerdo a un conocido midrash (Bereshit
Rabá 84:3), el acusador apuntó ante el Juez:
"¿No es
suficiente para el tzadik -justo- con el gozo que ya tiene
preparado para su gozo en el Mundo Venidero que además vivirá con
serenidad en Este Mundo?"
Pero, ¿qué tiene de negativo que un tzadik
experimente también de un poco de serenidad en Este Mundo?
¿Qué tiene de adverso que Iaacov tenga un recreo de tantos dramas
existenciales, para que luego de ese lapso pueda concentrarse con más ahínco
en el duro trabajo de crecer espiritualmente1?
¿Acaso el Rav Iaacov Tzví Meklenburg no explicó que cuando la Torá promete
ventajas materiales por el cumplimiento desinteresado de los mandamientos
(Devarim / Deuteronomio 11:13 y siguientes), es
para que la persona estuviera libre de penalidades materiales y de esa
manera pudiera dedicarse con todo al crecimiento espiritual2?
Entonces, ¿por qué del sufrimiento del justo que ni siquiera pudo tomarse
una vacaciones de sus pesares?
Sabemos que "El
Eterno no prueba a los perversos, pues éstos no resistirían la prueba, sino
que solamente a los justos prueba el Eterno" (ver Bereshit Rabá
32).
¿Por qué a los justos precisamente?
El rav Ierujem Levovitz enseña que el
propósito esencial de nuestra vida en Este Mundo es el de elevarse
espiritualmente por medio de pasar a través de las diversas pruebas que nos
confrontan3.
El objetivo es crecer espiritualmente en toda situación de nuestras
vidas.
Según el rav Ierujem ésta es la actitud que debemos internalizar: que cada
suceso en Este Mundo nos sirva para convertirnos en mejores personas.
Si el Eterno le hubiera dado la serenidad a
Iaacov en aquel momento, ésta hubiera sido también la oportunidad de una
prueba para sortear, pues tanto la opulencia como el ocio son de las más
duras pruebas que uno de ha pasar (ver Kohelet / Predicador 5:12 y
comentarios; Shemot Rabá 31).
Pero, el patriarca no estaba aún preparado para vencer la prueba del ocio.
¿Cómo puede ser?
¿Apto para catapultarse hacia el cielo a través de todo tipo de problemas y
pesadumbres, pero con peligro de caer cuando es el momento del descanso?
Para responder, en parte, prestemos atención,
y no nos estremezcamos por favor ante estas palabras en el Talmud: "Los
sabios no conocen nunca el descanso, ni en Este Mundo, ni en el Venidero"
(TB Berajot 64a).
¿Acaso esto es una especie de maldición que
pende sobre los justos y sabios?
Pues, claramente que no.
El Eterno ama a aquellos que Le aman, y les retribuye con extrema bondad su
fidelidad.
Por tanto, para empezar a hacer un poco de luz, atendamos a Rashi en el
sitio que comenta: "De academia en academia, de
estudio en estudio".
Es decir, el espíritu del sabio, del justo, no conoce el descanso pues
constantemente busca aproximarse a la Verdad, al Eterno.
Pero como la persona, en su limitada humanidad, no puede jamás alcanzar la
Verdad, sino solamente aproximarse infinitamente, es que el espíritu del
sabio no halla reposo, siempre en pos del Amado.
Tal como se aprende del versículo: "Irán de tropa
en tropa, y verán a Elokim en Tzión [Sión]." (Tehilim / Salmos
84:8).
¿Acaso se puede ver al Eterno?
No.
Pero yendo de estudio en estudio, de aprendizaje en aprendizaje es como se
va reconociendo la Presencia del Eterno en cada rincón de la creación.
Iaacov no estaba apto para descansar aún, pues
si el justo permanece constantemente detrás del Eterno, sin descanso, sin
abandono.
Y por eso:
"¡Bienaventurado
el hombre que tiene en Ti sus fuerzas, y en cuyo corazón están Tus
caminos!
Cuando pasan por el valle de lágrimas, lo convierten en manantial.
También la lluvia temprana lo cubre de bendición."
(Tehilim / Salmos 84:6-7)
En resumen de lo visto hasta aquí, el justo y
sabio no permite que en su vida se produzcan estancamientos ni
petrificaciones, es dinámico, en constante crecimiento.
Pero su movimiento no está motivado en la ansiedad ni en el miedo, sino en
el amor, en el apego por la Verdad4.
Ahora bien, contemplemos un aspecto que nos
atañe de cerca, como lo es el de la educación.
Además del plano espiritual, todos somos producto de nuestros genes, de
nuestro caudal corporal, pero también de la educación que hemos ido
adoptando, con la cual nos han ido construyendo.
En palabras el príncipe de los pensadores: "El
hombre tiende naturalmente a lo que ha conocido desde pequeño y se conduce
tal como fue acostumbrado desde su tierna infancia. Por lo tanto elige los
malos caminos si es que está acostumbrado a ellos, en lugar de los buenos a
los que no está acostumbrado. Así sucede en lo que respecta a sus comidas y
demás hábitos y también en cuanto a las ideas" (Maimónides, Guía
de los Descarriados 1:31).
Es menester que sepamos que básicamente
existen dos clases de "pedagogías".
Una centrada en fines proyectados en el programa de estudios, que toma como
un fracaso que a fin de cursos no se hayan alcanzado todos los fines
sistematizados desde el inicio. La educación es un medio para alcanzar una
finalidad externa al educando.
La otra clase esté centrada en la relación, en el acto de comunicación entre
los que se están educando (maestro y alumnos, ambos estudiantes; por esto en
nuestra Tradición el sabio, hasta el más grande, es llamado talmid jajam
-estudiante de sabio-).
Tiene también una idea del puerto al cual quiere arribar, pero va creando el
camino en tanto se camina y si al final no se llega a la meta diseñada al
zarpar, o no se visitan todas las locaciones propuestas como escalas al
comenzar, no se considera un fracaso, puesto que el camino en sí mismo es la
meta.
En esta segunda clase es la relación la que educa y no los contenidos.
El proceso es el fin y no un conocimiento externo a ser adquirido.
Repetimos, el contenido es secundario al proceso pero no por eso significa
que es desechable.
Esta clase parece poco "moderna", escasamente centrada en el éxito
mensurable, irrelevante a la hora de mostrar preseas y ostentar premios,
pero es la manera para que la persona aprenda a vivir en
libertad/responsabilidad.
Veamos ambas perspectivas educativas con un
ejemplo gráfico bastante claro.
Todos sabemos lo que es un puzzle, el viejo y querido rompecabezas.
Pensemos en uno de mil o cinco mil piezas.
Algunos se dedican a armar el rompecabezas por el placer del logro, de
alcanzar la meta de tener la imagen cerrada. Al finalizar, reposan, enmarcan
la obra, disfrutan del sensual placer del éxito. Al rato, ya están
nerviosos, como carentes de sentido. Miran su obra y ya no encuentran el
placer de antaño. Por ahí compran una nueva caja de retazos, más compleja,
más nutrida, para de esa manera satisfacer su ansía.
Una de estas personas podría perder el ánimo y hasta el sueño si aunque sea
les faltara una pieza a su obra.
Otros, arman por el placer de armar. Es en el proceso de construcción que
gozan y no necesariamente al alcanzar su finalización. Cuando todas las
piezas encontraron su lugar, se congratulan, pero no tiemblan con la idea de
desarmar su obra para volver a gozar en el acto de la recreación.
Los primeros son los esclavos del éxito, que fugaz pasa y vuelve a dejar a
la persona en el pozo del ansia.
Los segundos son los que dominan sus apetitos de manera correcta, cuando se
esfuerzan y llegan a la meta, se alegran y suman esa alegría a la ya
cosechada en el proceso de construcción.
Les pido que mediten cómo se relaciona esta
clase de educación, de estilo de vida, con lo que hemos estudiado acerca del
patriarca, y en lo posible que encuentren una enseñanza práctica para sus
vidas.
¡Les deseo a usted y los suyos que pasen un Shabbat Shalom UMevoraj!
¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!
Moré Yehuda Ribco
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Notas:
1-
El Rashba (en una responsa), el Ikarim (4:40), y el Maharsha en Kiddushin
39b enseñan que no hay recompensa por el cumplimiento de los mandamientos en
Este Mundo, por eso el justo puede estar en sufrimiento así como el perverso
gozar de bienestar, pues eso es así en lo que refiere a individuos.
Pero, en lo tocante a la comunidad de Israel, en el Tanaj, y especialmente
en el segundo párrafo del Shemá Israel, se es explícito que si la comunidad
es cumplidora de preceptos, entonces la comunidad en su conjunto es
beneficiada en Este Mundo, pero si no es cumplidora, entonces habrá de
sufrir la negativas consecuencias por sus actos en Este Mundo.
2-
En "Haketav VeHaCabalá", y basado en las enseñanzas de Maimónides: "Te
explicaré el sentido de las bendiciones y de los castigos escritos en la
Torá. Te dice: si cumplirás los mandamientos, te ayudaré en su realización y
en su perfeccionamiento y te allanaré todos los inconvenientes y obstáculos;
puesto, que es imposible al hombre cumplir con los preceptos cuando está
enfermo, hambriento o sediento, ni tampoco durante la guerra, por eso
declaró que allanará todos estos inconvenientes y serán sanos y sosegados,
hasta que perfeccionen su saber y merezcan la vida del mundo venidero. Es
obvio, que la recompensa al cumplimiento de los preceptos de la Torá no
puede consistir en todas estas cosas.
De la misma manera: si han violado el cumplimiento de los preceptos de la
Torá, su castigo consistirá en que les sobrevendrán todas esas calamidades,
hasta no poder cumplir los mandamientos; como lo advierte el versículo
(Devarim/Deuteronomio 28:47-48): "Por cuanto no serviste al Eterno tu Elokim
con alegría y con regocijo de corazón cuando abundaba todo, por lo mismo, a
tus enemigos, que el Eterno enviará contra ti, los servirás en hambre, y en
sed, y en desnudez, y en necesidad de todo . . ." Cuando medites
debidamente, caerás en la cuenta que es como si te diría: Si has realizado
parte de los mandamientos con amor y diligencia, te ayudaré a cumplirlos
todos, allanando de tu camino todos los obstáculos; pero, si dejarás de
cumplir despectivamente con algún precepto, llenaré tus sendas de todas
clases de obstrucciones que te impedirán cumplir precepto alguno; no podrás
llegar a la perfección y no merecerás la vida en el mundo venidero. Ese es
el sentido de lo que afirmaron nuestros Sabios: "La recompensa por el
mandamiento - es el mandamiento mismo" (Prólogo al comentario del
capítulo Jelek, de TB Sanhedrín).
3- Por su parte, algunos eruditos sostienen que
para disfrutar de la justa retribución por nuestras acciones es que el
Eterno nos ha creado (ver "Maguid Meisharim", sección Bereshit), para que
nos ganemos nuestra porción del Mundo Venidero, y que todo lo que recibamos
no sea de balde, sino como justicia retributiva.
Es que lo que se recibe como justa compensación por las acciones es más
preciado y digno que aquello que se recibe por gracia. Tal como en Talmud
encontramos (TB Berajot 8a): "La persona que vive de
la labor de sus manos es mayor que aquella que tiene temor al Cielo".
Es decir, el que vive cumpliendo con los preceptos está en un nivel
espiritual/moral superior que aquel que solamente cuenta con su fe, con sus
sentimientos o buenas intenciones, pero vacío de acciones.
Por otra parte, se puede afirmar que venimos a Este Mundo
para aprender a gozar con los sentidos, con el cuerpo, dentro de lo
permitido, para de ese modo aprender algo que en el plano de lo espiritual
en sí mismo no podría sentirse o comprenderse.
Venimos para aprender a gozar (de lo permitido) y así
elevarnos también en nuestra espiritualidad.
4- Maimónides, en la Guía de los Descarriados
1:34, nos dice que si bien es fundamental el apego al estudio y la
investigación no se deben abandonar los quehaceres de nuestra vida
cotidiana: comer, descansar, ejercitarnos, amar, etc.
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
HACIENDO CLIC
AQUÍ, AQUÍ y
AQUÍ.
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