Shabbat: Kislev 11, 5764, 6/12/03
Comentario de la Parashá -
Vaietze:
Amor sin lejanías
(Esta semana corresponde leer la parashá
llamada Vaietze ("Salió") que es la
séptima del primer tomo de la Torá, el
sefer Bereshit , conocido en español como "Génesis").
En uno de sus versículos, pareciera como si la
perfecta Torá desconociera el corazón del hombre, ya que afirma:
"Así trabajó Iaacov [Jacob] por Raquel [Rajel]
siete años, los cuales le parecieron como unos pocos días, porque la amaba."
(Bereshit / Génesis 29:20)
¿Cómo es esto?
¿Acaso el amado no siente que cada segundo lejos de la amada es como una
eternidad de padecimientos?
¿No debiera haber puesto el santo Autor de la Torá algo así como: "Iaacov
trabajó siete años por Rajel, los cuales le parecieron como siete milenios,
porque la amaba"?
La respuesta a esta última pregunta es muy simple: NO.
La divina Torá es perfecta, inmutable, profundamente conocedora de la
esencia de las personas, por lo cual, cada una de sus palabras es
exactamente la que debe estar escrita.
Si es así, nosotros somos los que debemos contemplar con otros ojos sus
palabras, si es que hallamos algo que nos resulta incongruente con nuestros
escasos conocimientos.
En el versículo en cuestión tenemos una
fundamental enseñanza respecto a los tipos del amor.
Existe un tipo de amor que está cimentado en la auto-gratificación. Cada
sentimiento, pensamiento y acto del amado hacia la amada, tiene la intención
de recibir amor/retribución de parte de la amada.
No es que el amador o su amada sean personas esclavizadas por las férreas
cadenas del egoísmo, sino tan sólo personas normales, que no han
tenido aún la educación necesaria que los impulse a trascender sus cortas
expectativas temporales.
En este tipo de amor, cada instante de lejanía es vivido con pesar, con
tormento, con celo, con aprensión; pues, se destila amor y no se recibe
gratificación; pues los espíritus de los amantes están alejados
cuando los cuerpos lo están.
Y, existe un tipo de amor diferente, real.
Es el amor de los amigos sinceros, de los justos, de los piadosos.
Es un amor en el cual el amador no espera nada, absolutamente nada, de parte
del amado, hasta el punto que ni siquiera es necesario el imprescindible
"gracias".
Cuando un amor como éste es ejercido, se tolera la distancia física entre
los amantes, ya que la distancia espiritual es brevísima, pues sus
espíritus están tan próximos que parecen fundidos en un solo ser.
Así, cada sentimiento, pensamiento y acción están destinados a contribuir en
la construcción del ser amado, y de la pareja como tal, y no tienen la
intención de satisfacer apetencias personales.
El amor que corría entre Iaacov y Rajel, era
uno que permitía que siete años de esforzada lejanía, se experimentaran como
un suspiro breve.
Hermosa enseñanza que nunca es tarde para
tratar de implementar en nuestra vida cotidiana.
Para lo cual, una de las primeras preguntas que ha de responderse el lector
es: ¿cuando amo, espero algo a cambio de parte de mi persona amada?
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
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Relato
Era por todos conocido el hecho de que el
rabino daba para caridad más del máximo establecido por los Sabios para tal
finalidad, que es un 20% de los ingresos brutos.
Ante esta ruptura de una norma rabínica, los discípulos estaban
consternados, pues sabían que el rabino era un hombre fiel y apegado al
cumplimiento de los preceptos, y no dejaba de lado ni los mandamientos del
Eterno ni los reglamentos de los Sabios.
Uno de sus alumnos tuvo el coraje para encarar al maestro y consultarle por
su extraña actitud.
A lo cual, respondió el justo y venerable rabino: 'Mi bien, tienes toda la
razón, no es correcto que la persona se atreva a contravenir las sentencias
de nuestros Sabios. Pues, aquel que se aventura más allá de los límites,
entra en el escabroso terreno que lleva a la perdición.
Pero, tú sabes que cuando llega el momento en que cada uno de nosotros es
juzgado ante el divino Trono, prestan fiel testimonio nuestros actos, que
hemos realizado en vida. Cada acto acorde con los preceptos se constituye en
un defensor nuestros. En tanto que cada uno de nuestros actos erróneos,
pecaminosos, se erige como un acusador.
Y el Juez juzga a partir de estos testimonios prestados por nuestros actos.
Yo prefiero que cuando se levanten para acusarme, sea por esta pasión mía de
ayudar al prójimo necesitado, más allá de los límites impuestos por los
justos Sabios, en lugar de recibir acusaciones por egoísmo, avaricia,
codicia, estafa, idolatría y tantas otras dolencias para el espíritu.
Te aconsejo que jamás contravengas las órdenes de los Sabios, y te pido que
no me juzgues tan severamente pues soy humano y débil, y estoy habituado a
pecar de esta manera'.
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