Un estudio
acerca de la Parashá
El enviado secreto
Está escrito en la parashá: "Ahora pues, no os
entristezcáis ni os pese el haberme vendido acá, porque para preservación de
vida me ha enviado Elokim delante de vosotros." (Bereshit / Génesis
45:5)
El malicioso
traidor acusó a los judíos ante el rey: 'Esos perversos judíos mantienen
oculto a un milagrero. Lo esconden pues no desean que tú, oh rey, prosperes.
Y cuando ocurren desgracias, y nuestro amado rey sufre, es por culpa de las
maldiciones de ese sucio brujo... Oh rey, magno soberano, haz algo con esa
enfermedad que nos carcome...'
Y el rey decretó que si los judíos de su reino no presentaban ante su
presencia al milagrero antes de tres días, irremisiblemente morirían todos,
sin distinciones.
Los judíos no sabían ni tenían lo qué hacer.
En verdad, no comprendían de qué milagrero les hablaban.
Ni de qué eran acusados.
El único milagro del que eran testigos, era el de la vida cotidiana.
En la desesperación, una comitiva de notables se presentó ante el rey para
pedir clemencia, pero éste los rechazó de plano: 'O traen al milagrero, o
mueren'.
Como ninguno conocía al tal obrador de milagros, ni había milagro a la vista
que los rescatara de su pesadilla hecha realidad, no supieron más que hacer
que refugiarse en la plegaria, el ayuno y la contrición.
Y por primera vez en mucho tiempo sentían que estaban en verdad buscando a
Dios, que estaban en camino de la reconciliación con su esencia.
Y entre plegaria y gemido, uno de los presentes se incorpora iluminado por
una idea.
- 'Me vestirá con una túnica, tomaré un bastón y me presentaré ante el rey'.
- '¿Estás loco? ¿El miedo te ha trastornado? ¡Tú no induces milagros!'
- '¿Cuál es el problema con eso? Acaso, ¿que el rey nos mate? Nada
perdemos...'
Y estuvieron de acuerdo con él.
Cuando apareció a la puerta del palacio, el traidor gritó: 'Rey, mi rey, no
te dejes embaucar por este judío chantajista... ¡él no es el milagrero
oculto!'
Y respondió el valiente judío: 'Si su majestad me autoriza, le mostraré el
milagro más difícil de lograr.'
El rey: '¿Cuál es ese?'
Judío: '¿Hay algo más poderoso que el vencer a la muerte?'
Rey: 'Pues, no. Es la última de las barreras.'
Judío: 'Yo te mostraré cómo venzo a la muerte. Atestiguarás el milagro de
vencer a la muerte... Permite a alguno de tus guardias que me preste su
espada.'
Sopesó la espada en sus manos, y pidió del rey: 'Para que la prueba sea
contundente, y para que veas que en realidad los judíos nada tenemos en tu
contra, pues hasta ahora eras un rey benigno y justo, déjame cortarle la
cabeza a tu consejero, al que nos acusó de serte infieles, y comprobarás
como lo pongo como nuevo en un santiamén.'
El traidor desesperado gritó: '¡No hace falta! ¡No hace falta! Yo sé que es
un milagrero... y reconozco que te mentí, los judíos nada tienen en tu
contra... perdona que me haya equivocado en mi celo por defenderte, oh
rey... ¡No hace falta!'
Y efectivamente
se hizo el milagro...
Shabbat
Shalom les desea Yehuda Ribco
Destellos de la parashá
Sidrá 11ª sidrá de la Torá; 11ª del sefer Bereshit / Génesis.
Entre versículos 44:18 y 47:27.
La haftará se lee de Iejezkel / Ezequiel 37:15: – 37:28.
Iosef se
reencuentra con sus hermanos.
Luego con su padre.
Y no los acusa de los pesares del pasado.
Y nada les reclama.
Pues comprende que es parte de un Plan que lo incluye, pero que lo supera.
Iosef suponía que sus sufrimientos eran para servir de salvación a su
familia. Y no estaba errado. Pero, el plan no terminaba ahí... recién estaba
comenzando...
De la Parashá
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