Shabbat: Tevet 9, 5764, 3/1/04 -
Víspera del ayuno de
Asará
beTevet.
Comentario de la Parashá -
Vaigash:
Trabajar por la bendición
(Esta semana corresponde leer la parashá
llamada Vaigash ("Y
se apersonó") que es la
undécima del primer tomo de la Torá, el
sefer Bereshit , conocido en español como "Génesis").
"Iaacov [Jacob] bendijo al faraón; después
salió de su presencia."
(Bereshit / Génesis 47:10)
Gracias a la pericia bendita de Iosef, el
faraón se había adueñado de toda la tierra de Egipto, de sus habitantes, de
todos los enseres que en ella había.
Gracias al éxito provisto por la sabiduría y fiel piedad de un hebreo
(que había sido rehén, luego esclavo, más tarde también el
más bajo prisionero), el excelso faraón conquistó lo que todas las
armas de los imperios anteriores no habían alcanzado en su país.
Gracias a la luz provista por ese minúsculo hebreo, faraón entró a la
posteridad en la memoria de las naciones, cosa que no hubiera logrado con
sus poderosas pirámides, ni con sus atemorizantes huestes o con su inmenso
apego a la superstición.
Todo lo que había soñado y más había alcanzado el faraón gracias al trabajo
de Iosef... y a la recién mentada bendición de Iaacov (demás
está decir que sin Dios, no hay trabajo ni bendición exitosa, ¿no?).
Prestemos atención a la sabiduría del midrash
(Lekaj Tov) que nos dice que, la feroz hambruna cesó
en Egipto al bendecir el patriarca al faraón (al segundo año
de los siete pronosticados de escasez), de este modo, al año
siguiente el pueblo de Egipto pudo nuevamente engrosar las arcas del tesoro
faraónico con el pago de sus impuestos (un quinto del total)
correspondientes a las cosechas nuevas.
Así pues, la bendición era doble: fin de la hambruna y aumento de las
riquezas para faraón.
En los dos años de carencia, Egipto pasó a ser propiedad de faraón.
Luego de esto, cada egipcio debía pagar por su vida y bienes a faraón, quien
era el dueño de todo.
Otro midrash, Tanjuma en este caso, enuncia
que la bendición era que el río Nilo creciera a los pies de faraón. Esto
puede ser entendido como que el patriarca hebreo enseñó a faraón el misterio
de la creciente periódica del río proveedor de Egipto. Era un hecho
científico que hasta que el patriarca no lo reveló a faraón, en Egipto
había pasado desapercibido.
A partir del momento en que faraón recibió este conocimiento, su poder y
fama se vieron acrecentados, pues el pueblo lo reverenció por su
capacidad de dominar sobre el Nilo (ya que no entendían
que lo único que dominaba faraón respecto al Nilo, era el conocimiento del
ciclo natural de crecida de su caudal).
Evidentemente que esta explicación se anuda con la anterior, pues, faraón en
conocimiento del secreto del Nilo pudo establecer patrones de siembra y
cosecha que en un año permitieron sacar a su nación de la crisis económica y
social en la que se hallaba. En los años subsiguientes se robusteció Egipto
y tuvo nuevamente empuje como para codiciar otros territorios y subyugar
poblaciones extranjeras.
Bien, hasta aquí vemos la gloria de
faraón y su Egipto merced a la bendición provista por los hebreos.
Sin embargo, no debemos olvidar un aspecto no menor:
mientras los egipcios encauzaron positivamente el poder que emanó de la
bendición y esfuerzo hebreo, Egipto prosperó y su rey y habitantes
ennoblecieron sus espíritus y llenaron sus billeteras,
pero,
cuando faraón y su pueblo usaron ese poder para encaminarse hacia lo
perverso (entre lo que se encuentra también la esclavitud y
vejación de los israelitas),
provocaron que Egipto decayera, y sus gentes padecieran.
(En la historia de las naciones es muy frecuente este modelo,
en tanto las naciones respetan a los hebreos y sus actividades, las naciones
crecen, pero, cuando dejan de respetarlos y los angustian, más pronto o más
tarde decaen por acción propia (de las naciones) y NO por culpas ajenas (o
venganza de los judíos). Basta contemplar la decadente España tras la
caza y expulsión de los judíos, o la infernal Alemania nazi para entender
con ejemplos más recientes de lo qué estamos hablando).
Por lo cual, queda patente que el recibir una
bendición (incluso de un gran tzadik como lo era el
patriarca) no es suficiente para garantizar una vida bendita.
Es imprescindible que aquel que ha recibido la bendición lleve una vida
acorde a la Torá y a los mandamientos, de modo que posibilite que la semilla
de la bendición crezca lozana y vigorosa, y dé los frutos realmente benditos
que contenía en potencia.
El fiel trabajo personal es pues, como el abono que hace realidad la promesa
de bienestar contenida en la bendición.
Así pues, es hora de acatar con más asiduidad
los mandamientos, para que de esa manera las bendiciones que nos están
aguardando (que no siempre son materiales, véase sino el
versículo precedente al que hemos citado arriba) se hagan realidad.
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
HACIENDO CLIC
AQUÍ y AQUÍ.
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Relato
Los jóvenes estudiantes, buscadores de la
Verdad, estaban interesados en conocer acerca del Bien y del mal, y de cómo
sobreponerse a las duras pruebas de la vida.
En una de sus peregrinaciones ingresaron a la gélida casa de estudio en
penumbras.
En Allí, se encontraba dormitando Rabí Zushia recostado en un gastado viaje,
al lado de una añeja mesa repleta de libros de estudio.
Sus ropas eran verdaderos harapos, señalando una grave penuria económica en
su poseedor.
Dormitaba sonrosado y calmo, aunque nosotros sabemos que hacía varios días
no comía, y que el frío del ambiente debería azulado sus labios y tez y
agitado su descanso.
Aguardaron a que el maestro despertara, y entonces le consultaron: '"Oh
maestro, explícanos cómo es que debemos bendecir por igual por lo bueno como
por lo malo".
Y Rabí Zushia, con profunda sinceridad y sabiduría les respondió: "Ay
queridos, yo no tengo la respuesta a eso que consultan, pues... ¡jamás he
sentido nada malo en mi vida!"
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