Génesis
"El faraón llamó a
Iosef [José] Tzafenat-panéaj, y le dio por mujer a Asenat hija
de Potifera, sacerdote de On. Y Iosef [José] salió a recorrer
toda la tierra de Egipto.
Iosef [José] tenía 30 años cuando empezó a servir al faraón, rey
de Egipto. Saliendo Iosef [José] de la presencia del faraón,
recorrió toda la tierra de Egipto."
(Bereshit / Génesis 41:45-46)
Al nacer el niño ya cuenta con su esencia
espiritual, con su Yo Auténtico o Esencial, formado y puro. Es la
identidad que lo acompañará durante toda su vida, tanto en Este
Mundo como en el Venidero.
Pero,
la persona aprende a llamar "Yo" a lo que es
el Yo Vivido, a lo que el cuerpo experimenta y la mente aprende de
sus relaciones con su entorno.
En el normal proceso por el cual surge el Yo Vivido, se va
desdibujando de la conciencia la figura del Yo Auténtico.
A mayor distancia entre ambos yoes, entre ambas
facetas de su ser, mayor es la
alienación de la persona, mayor la enajenación del ser y mayor
es el
sufrimiento de la persona en su totalidad.
Es que, en el transcurso de su vida, desde el útero de la madre y
hasta el vientre de la tierra, la brecha entre el Yo Auténtico y el
Yo Vivido se va ampliando.
Paso a paso, generalmente de modo inconsciente e involuntario, se
reviste la persona de identidades, de máscaras y personajes que van
cubriendo aspectos de su auténtico Yo.
Hasta alcanzar el punto en el cual la persona difícilmente reconoce
su verdadera identidad, su esencia espiritual intachable.
Lo cierto es que la voz del
Yo Auténtico se mantiene perenne resonando en las cavidades más
íntimas del ser1, pero ensordecido su mensaje por el estruendo carnavalesco
de los innumerables aprendizajes que nos someten.
Es decir, la voz de la Verdad clama en silencio en lo profundo de
nuestro corazón, pero tristemente éste está prestando atención a las
voces que vienen de fuera y nos colman de confusión, esperanzas
banales, ilusiones y máscaras que vamos adoptando como identidades.
En ese trance, la persona está perpleja, ajena de
sí misma. Actúa como por inercia o actuando los "libretos"
que los
mayores le fueron escribiendo durante su crecimiento. Tiene
sentimientos encontrados, divergentes mientras frecuentemente le
asaltan los temores básicos de las personas:
-
a la impotencia, a la destrucción,
-
a la soledad, al desamparo,
-
al fracaso, al anonimato,
-
al desorden, a la desorganización,
-
a lo desconocido.
Trata de manejar de cierta manera estos temores,
pero lo único que hace es caer una y otra vez en aquello que teme.
Ahora, pongámonos en la situación del niño bien
pequeño que experimenta dos extraños contrasentidos (en el mejor de
los casos) en su vida.
El primero:
-
siente el amor, cuidado e interés de parte de
sus mayores;
-
pero siente que no es amado por lo que es, sino
por lo que debe ser, en mayor o menor medida.
Es corriente, pero poco aceptado, que el amor de
los mayores se ofrece bajo condiciones, que pueden resultar
razonables y lógicas para la mente adulta, pero no por ello dejan de
ser obstáculos para el amor, para el vínculo puro entre los "Yo
Auténticos" de padres e hijos.
Estos obstáculos son también elementos para
explicar el padecimiento de la persona y su separación de su mundo
interno (emocional y espiritual): para ser amado tengo que dejar
de ser auténtico y pasar a vivir como el otro que (dice que) me ama
quiere que sea.
Así se inviste de ropajes que no son propios, de
caretas que ocultan su verdadero ser, para
satisfacer las expectativas de los padres y obtener la seguridad y
el amor tan anhelados. Se rechazan los propios sentimientos, para
adoptar los ajenos; se desconfía de los propios pensamientos, para
asumir los de otros; se somete a chantajes y manipulaciones, para
dar y recibir lo que es moneda de intercambio en el mundo de este
falso amor.
Debemos apuntar que cuando se ha sufrido mucho en la
infancia, no es extraño que las caretas sean de rebelión y
oposición, enfrentando de ese modo las metas que se le ofrecían
como intercambio para el amor. Realmente, hasta la actitud de
rebelión no es otra cosa que mantener también una vida ajena, que
también cumple con el libreto que los otros le han escrito para su
vida en lugar de desplegar todo el potencial del Yo Auténtico en la
realidad.
El segundo contrasentido:
-
siente en su interior más profundo el tenue
llamado espiritual hacia la Verdad,
-
pero siente el constante mensaje disonante de
parte del entorno, que lo somete a SU verdad.
Esta divergencia constituye una pena inmensa para el
espíritu de la persona desde la infancia, pues el niño llega a este
mundo con un inmenso caudal de conocimiento, pero no tiene el código
para expresarlo, ni mecanismos al alcance para re-encontrarlo. Por
su impotencia inicial acepta el "conocimiento" externo como el
correcto, ahogando lo que es auténtico detrás de decenas de caretas
aprendidas y más o menos prendidas a su ser.
El espíritu se mantiene anhelante por beber aguas
frescas del manantial de la Verdad, pero solamente engaña a su sed
con espejismos de las verdades de las personas.
Éxodo
"Cuando el faraón se
había acercado, los Hijos de Israel alzaron los ojos; y he aquí
que Mitzraim / Egipto venía tras ellos. Entonces los Hijos de
Israel temieron muchísimo y clamaron al Eterno.
Y dijeron a Moshé [Moisés]: -¿Acaso no había sepulcros en
Egipto, que nos has sacado para morir en el desierto? ¿Por qué
nos has hecho esto de sacarnos de Egipto?
¿No es esto lo que te hablamos en Egipto diciendo: 'Déjanos
solos, para que sirvamos a los egipcios'? ¡Mejor nos habría sido
servir a los egipcios que morir en el desierto!"
(Shemot / Éxodo 14:10-12)
En la vida adulta se vive el temor, la ansiedad, la angustia, la
enajenación, la perplejidad, el no ser quien se es auténticamente.
Pero esas vivencias no siempre acompañan una acción libertadora, por
el contrario, son usadas como excusas para acentuar la brecha entre
el Yo Vivido y el Esencial.
En una paradoja insólita, la persona parece aferrarse con
desesperación a sus caretas, a sus identidades falsas, como si de
ello dependiera su placer y su vida. Pero en verdad, son esas
caretas las que le impiden gozar del placer y vivir en realidad.
Cada nueva estrategia por aferrarse a la careta, más aleja a la
persona de su esencia.
Cuando se
liberan las reprimidas emociones, sea por movimientos producto de la
terapia o por algún acontecimiento singular, van aflorando recuerdos
reprimidos, se desborda la rabia, el odio, el desconsuelo, el dolor
intenso.
El malestar es grande generalmente, por eso se quiere volver al
sopor de la inconsciencia, cuando se padecía atrozmente pero sin
percatarse hasta qué punto realmente.
Cuando el momento de enajenamiento es sobrepasado, la persona está
en condiciones de empezar a darse cuenta
de los libretos que actuaba en el teatro del mundo, libretos a los
que llamaba "creencias", "convicciones", "vida", etc.
Y de pronto se siente como desnudo, como
desprovisto de las respuestas automáticas que facilitaban su vida.
Se siente como en un desierto y destinado a la muerte.
En ese trance muchos vuelven a su estado calamitoso, pero otros
avanzan confiados en que nada puede ser tan doloroso como la
esclavitud que están abandonando.
Levítico
"Habla a los Hijos de
Israel y diles que cuando una persona ofrende de vosotros
una ofrenda al Eterno, de animal, del ganado vacuno u ovino,
ofrendaréis vuestra ofrenda."
(Vaikrá / Levítico 1:2)
Toda persona está formada por cinco planos:
espiritual, intelectual, social,
emocional y corporal.
Pero en nuestras vidas marcadas por el "Yo Vivido" se deja de
prestar atención al plano espiritual, residencia del "Yo
Auténtico".
Y se privilegia cualquiera de los otros planos, de acuerdo a la
educación que se haya recibido y a predisposiciones fisiológicas.
Así podremos encontrar personas que dedican gran tiempo y energía a
su plano corporal, sea en actividades constructivas o nefastas, de
manera tal que acallan los llamados tenues e insistentes de la voz
del Yo Esencial.
Y también las hay personas que se centran en el plano emocional, el
social o el intelectual, cada una de acuerdo a sus actividades y
disposiciones.
Solamente cuando la persona está dispuesta a
ofrendar sus planos bajos, los del Yo Vivido, en pos de conectarse
con su Yo Esencial, es que está en el verdadero camino para la
integración de su ser, y para alcanzar una verdadera armonía y
placer.
Esta ofrenda no significa renunciar a ninguno de
sus planos, ya que cada uno de los cinco es indispensable para
desarrollar una verdadera íntegra en Este Mundo.
La ofrenda significa encontrar un equilibrio dinámico en el cual
cada plano es nutrido y aporta sus cualidades para el gozo y
crecimiento de la persona. Recuperar todo lo que ha sido relegado
para que cada plano reciba y dé energía adecuadamente.
Cuidarse para gozar de aquello que está permitido.
Para lo cual deberá aprender a elegir entre los placeres que
constantemente le ofrece la Vida.
Cada momento es de elección entre placeres, la cuestión radical
consiste en reconocer el verdadero valor de cada uno y escoger aquel
placer que sea mayor.
Tomemos un ejemplo muy ilustrativo.
Suena el despertador el lunes a las 6:20 AM, es hora de despertarse
para comenzar la jornada laboral. La mente confusa le susurra al
somnoliento que se quede en cama, para que siga gozando del placer
de la modorra y la pereza. Y la persona escucha ese sibilante
susurro y pierde el día de trabajo.
Sin dudas que ha obtenido un gozo, ha descansado un rato más,
pero... ¿qué placer ha desechado?
Pues, quizás uno mayor, el de mantener un historial laboral de
persona confiable y seria, y por supuesta ha perdido el placer del
dinero del jornal que no cobrará a fin de mes.
Obtuvo un placer a costa de uno que es mayor.
Así mismo ocurre en cada situación de nuestra vida, por ejemplo
cuando optamos por mentir en lugar de afrontar con responsabilidad
nuestras acciones; cuando preferimos lo fácil en lugar del esfuerzo
por crecer; cuando nos regodeamos con el dolor de sentirnos víctimas
en vez de luchar por ser el vencedor que nuestro Yo Auténtico
realmente es.
Cuando la persona conoce y comprende esta verdad,
cuando nos damos cuenta que todo es una constante elección entre
placeres, y aprendemos a valorar las cosas en su correcta medida,
las elecciones se van convirtiendo en un modo de vida y las
difíciles elecciones dejan de ser pospuestas para hacerse nuestra
naturaleza.
Recordemos que en el nudo de todo el dolor se
encuentra el adiestramiento que hemos recibido desde la infancia,
que nos insta a acatar lo que es el deseo de otros, esos otros que
en verdad no se conocen a sí mismos. Por eso mismo la elección se
reemplaza por la aceptación de órdenes, de deberes ilógicos, por
temores, por indecisiones.
Números
"'Habla a los Hijos de
Israel y diles: Cuando hayáis cruzado el Jordán a la tierra de
Canaán, heredaréis a todos los habitantes de la tierra ante
ustedes, destruiréis todas sus esculturas, todas sus imágenes de
fundición destruiréis y devastaréis todos sus lugares altos.
Tomaréis posesión de la tierra y habitaréis en ella, porque a
vosotros os he dado la tierra, para que la tengáis en posesión.
... Pero si no echáis de delante de vosotros a los habitantes de
la tierra, sucederá que los que dejéis de ellos serán como
aguijones en vuestros ojos y espinas en vuestros costados, y os
hostilizarán en la tierra que vosotros habéis de habitar.
Y sucederá que os haré a vosotros lo que pensé hacerles a ellos."
(Bemidbar / Números 33:51-56)
Cuando la persona recupera o alcanza el estado de
decisión, es decir, reconoce que es capaz de tomar decidir y de
mantenerse en sus decisiones, comienza también a reconocer que
cuenta con ciertos derechos, hasta ahora generalmente renegados.
Por ejemplo el derecho
a enojarse y buscar justicia por aquellas cosas que le hicieron daño,
el derecho a autoafirmarse en la vida; el derecho a decir no; el
derecho a opinar y que su voz sea tomada en cuenta, entre otros
derechos.
En el momento de este re-nacimiento, de comienzo de
integración de su Yo Vivido con el Yo Auténtico, se siente como un
estremecimiento en todo el cuerpo, pues borbota en el interior de la
persona una rabia enorme, tan poderosa como la reprimida durante
años y atesorada en el fondo de su corazón.
Esa rabia almacenada que quiere salir y desparramarse sin control
estaba alterando la vida de la persona, agotándole sus energías,
drenándole el placer de gozar de su ser.
Ahora que la rabia sale de sus cauces, que ha roto los diques que la
contenían dolorosamente, pueden provocar inmensas miserias si no se
la controla y maneja adecuadamente.
Es necesario aprender a expresar y canalizar
adecuadamente la emoción negativa, en lugar de usar el habitual
procedimiento de tragarla y enquistarla dentro del propio ser.
Pues si la rabia queda en nuestro interior, nos estamos matando
desde dentro...
Y si la rabia explota incontrolada estaremos dañando a nuestro
prójimo así como a nosotros mismos...
Deuteronomio
"Mira, pues, yo pongo hoy
delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal, con el fin de
que ames al Eterno tu Elokim, de que andes en Sus caminos y de que
guardes Sus mandamientos, Sus estatutos y Sus decretos, que yo te
mando hoy. Entonces vivirás y te multiplicarás, y el Eterno tu
Elokim te bendecirá en la tierra a la cual entras para tomarla en
posesión."
(Devarim / Deuteronomio 30:15-16)
Si nuestro camino de vida se halla iluminado por la
Luz perfecta y amable de la Torá, tenemos la mitad del trecho hacia
el crecimiento ya recorrido. Y cuando no solamente nos acogemos a
ese abrazo luminoso, sino que además dedicamos nuestros actos a
través de la armonía con su mensaje, obtendremos una calidad de vida
superior.
Es decir, si desde el plano espiritual gobernamos el resto de los
planos de nuestra vida, sin dudas padeceremos menos y gozaremos de
verdadero placer mucho más.
Los mandamientos del Eterno no son complejos ni
esclavizantes, muy por el contrario, son acordes a nuestra esencia,
dulces de acatar.
Cada persona, de acuerdo a su raíz espiritual,
tiene los mandamientos que puede realizar.
La Fuente de todo Bien no nos exige más de lo que realmente podemos
ofrecer, hacer, y es por eso que los mandamientos sintonizan
perfectamente con nuestro espíritu.
Así pues, ya lo sabemos: el camino para la vida y
el bienestar está a nuestro alcance y es más fácil de lo que parece
recorrerlo.
Pero, tomemos en consideración otro plano de
nuestro ser, el emocional.
Debemos tener presente que lo emocional no se desarrolla fácilmente
por medio del trabajo de elaboración2, necesita meses
o años de
maduración, de integración. Años de psicólogo, en sus diversas
escuelas y procedimientos, que casi siempre dejan de lado el
tratamiento de aspectos esenciales a la persona, tal como el del
alimento idóneo para el espíritu.
A diferencia del intelecto que puede alcanzar a
vislumbrar figuras detrás de los velos de la represión y rostros
detrás de las máscaras que usamos, el plano emocional precisa de
ciertos ejercicios para ser destrabado.
Es decir, intelectualmente podemos saber que nuestro Yo Vivido es
una colcha de retazos que ha sido cosida por otros, pero ese
conocimiento mental no nos sirve para despegarnos de ese Yo y poder
experimentar nuestro Yo Esencial.
Los más perfectos ejercicios para liberar el plano
emocional de su lastre de condicionamientos y celdas son aquellos
que siguen las pautas de los preceptos de la Torá, pues a través de
ellos, y con la guía del Cterapeuta, nos damos cuenta de quiénes
no somos. De esa manera
rompemos con una serie de creencias, prejuicios y valores mal
entendidos y desde lo emocional captamos que somos seres amorosos, con
la capacidad de ser compasivos y perdonar, tanto a los demás como a nosotros mismos.
Cuando quebramos el yugo faraónico de someternos al
Yo Vivido empezamos a ser en verdad
poderosos, gozosos, felices y exitosos.