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 Lic. Prof. Yehuda Ribco // Kislev 11, 5766 - 12/12/05

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     Cuatro modos de pensamiento para canalizar la energía


""Y las tablas eran obra del Eterno, y la escritura era escritura del Eterno, grabada sobre las tablas" (Éxodo 32:16);
no leas "grabada" [jarut]
sino "en libertad" [jerut],
pues no hay hombre libre sino quien se ocupa del estudio de la Torá.
"
(Pirkei Avot 6:2)

El motor de toda la existencia humana se encuentra en el Deseo por recibir energía vital desde lo Alto.
Es ESE Deseo el que mueve todas y cada una de nuestras acciones, palabras, sentimientos, ideas, creencias.

Desde el plano espiritual, aquel que conecta con la fuente del Deseo y hasta la acción que busca su cumplimiento, la energía anímica transcurre por un proceso que incluye los planos del pensamiento, la influencia del medio, las emociones y las propias condiciones físicas personales.

Ahora bien, cuatro son las maneras básicas en que se canaliza dicha energía en el plano del pensamiento humano.

Dependiendo del momento, el adiestramiento recibido y la constitución interna personal, será el tipo de pensamiento preponderante y por consiguiente la canalización de la energía anímica y sus consecuencias en el mundo físico1.

Ahora veamos muy someramente un poco de cada uno de estos modos:

  1. Desborde
    El pensamiento es un lacayo del intenso placer sensual o un esclavo del miedo inespecífico.
    Sea cual fuera de ambas dependencias, el pensamiento está sometido a la necesidad sentida de encontrar modos de recibir gratificación a bajo costo en el corto plazo.
    Por esto, no toma en cuenta las consecuencias ulteriores que sus acciones generan, ni en ella ni en el prójimo.
    Esta manera de procesar la información y de proceder, signan a la persona como egoísta, pues está centrada en ella misma sin otros miramientos.
    Así, pareciera como si el pensamiento estuviera ausente o francamente alterado, y a veces pareciera como si la persona mentalmente estuviera en "piloto automático".
    Como la meta de la persona esclava de su egoísmo es el desborde del placer inmediato, su resultado, más o menos cercano, es el daño a sí mismo y al entorno.
    Éste es el hijo extraviado mencionado en la Hagadá de Pesaj.
     

  2. Búsqueda de seguridad
    El pensamiento está sometido al miedo, tanto miedo a factores externos como especialmente a internos.
    Por esta causa, el pensamiento está en función de preservarse, de apartarse de supuestas fuentes de peligro.
    Esta manera de procesar la información marcan a la persona con un dejo de distanciamiento o indiferencia, necesidad de controlar y limitar.
    El pensamiento es rígido, estructurado, de enjuiciamiento constante.
    Y, aunque pareciera paradójico, está muy apegado a referencias externas, como si al encasillarse detrás de alguna fuente de autoridad se estuviera protegiendo de riesgos inesperados.
    Esta manera de pensar llevan a un creciente agotamiento de las fuerzas anímicas, pues se dedica a crear y sostener barricadas en lugar de destinarlas a una mejor vida.
    Éste es el hijo simple mencionado en la Hagadá de Pesaj.
     

  3. Búsqueda de placer
    El pensamiento está al servicio del placer, o la comodidad.
    A diferencia del pensamiento "desbordado", en éste se reconoce, en cierta medida, la presencia del otro; por lo cual no suele ser tan perjudicial ni abusivo.
    Este reconocimiento también es funcional a su meta de obtener placer con comodidad, por tanto se suele manipular pasiva o activamente al otro.
    Es cotidiano que emplee excusas y todo tipo de artimañas para conseguir su placer sin afectar su comodidad.
    Cuando la realidad no le ofrece facilidad para obtener el placer buscado, y su ingenio ya no es eficaz, entonces el pensamiento rápidamente se suelta hacia la fantasía, como una manera de escapar a la realidad carente del placer. Cuando las dificultades se incrementan, el escapismo mental se refuerza y se vive en una especie de bloqueo con la realidad, interna y externa.
    Esta manera de procesar la información y su correlato en los actos suelen llevar a una permanente desilusión, quejas, acciones desubicadas y disipación de sus energías vitales.
    Éste es el hijo indiferente, que no sabe preguntar, mencionado en la Hagadá de Pesaj.
     

  4. Libertad
    El pensamiento está signado por una auténtica apertura hacia la conciencia de la realidad.
    La persona busca discernir en base a principios universales que son también objetivos (que están compilados en la Torá), por lo cual prevé las consecuencias de sus actos y camina con confianza entre las oscuras sendas del miedo y del gozo.
    Su libertad de pensamiento y su equilibrio emocional le permiten descentrarse de su ser, por lo cual actúa con altruismo y benevolencia.
    Así mismo, está capacitado para tomar decisiones y ponerlas en práctica, y si no alcanza sus metas, no por eso desespera. Es que su pensamiento y su acción son auténticos, por tanto no tiene de qué avergonzarse.
    Es fundamental anotar que el pensamiento de libertad debe estar asociado indisolublemente con la buena práctica de sus ideas, pues de lo contrario se diluiría en una especie de pensamiento del tipo "3", fantaseando con hechos que nunca lleva a buen puerto. En palabras de nuestros Sabios: "no es el estudio lo esencial, sino las obras" (Pirkei Avot 1:17).
    El modo judío de enseñar a pensar en libertad es el cabal cumplimiento de los preceptos de la Torá, que son la acción y el entrenamiento ideales para preservar la integridad de la persona y el colectivo.
    Éste es el hijo sabio mencionado en la Hagadá de Pesaj.

Tomemos un ejemplo del cuarto modo de pensamiento.
Nuestro primer patriarca, Avrahamm quien es considerado el que mejor simboliza el jesed, el altruismo y el pensamiento libre.
En el primer diálogo que registra la Torá entre el Eterno y él se dice que:

"Entonces el Eterno dijo a Avram [Abram]: 'Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
"
(Bereshit / Génesis 12:1-2)

Notemos que dice el Eterno que Avraham abandone su tierra, su patria y la casa paterna.
Estos tres ámbitos eran concretos, aquello que están mencionados.
Pero también, en el pensamiento cabalístico, tienen una intencionalidad diferente.
"Tierra" es el plano de lo material.
"Patria" es el plano de lo social.
"Casa paterna" es el plano de lo emocional.
Avraham, tal como cada uno de nosotros, solo podemos alcanzar la tierra de santidad cuando nos liberamos en esos tres planos, es decir, cuando no nos dominan sino que están integrados detrás del pensamiento de libertad.
Tomemos sobre el ejemplo un ejemplo.
Mi plano "tierra" (físico-material) me pide comida, tengo hambre. Algunos cuando están hambrientos se comportan de manera poco decorosa. No permitir que el plano tierra me domine en este aspecto es reconocer que tengo hambre pero no actuar como animal para saciarla.
Mi plano "casa paterna" (emocional) me dice que tengo que obtener mi alimento, e insisto y me enojo si se demora, y mi mal humor se contagia. No ser dominado en este plano es saber que la demora en comer me produce malestar pero que no por eso debo enfadarme o ser agresivo.
Mi plano "patria" (social) me obliga a comer en un tal lugar de moda y no en otro, y no comer lo que me resulta saludable, sino aquello que la sociedad consiente. No ser dominado por esto me hace dar cuenta que tengo otros mandatos que respetar, mucho más elevados, por ejemplo el de kashrut, entonces me abstengo de una hamburguesa con queso. O el mandato de preservar mi salud, entonces cuido el contenido de colesterol y calorías.
Si procedo de esta manera, detrás del pensamiento de libertad, que es fortalecido con Torá y preceptos, entonces aseguro una mejor experiencia de vida y una cosecha de bien en el futuro.

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"La persona generosa será prosperada, y el que sacia a otros también será saciado."
(Mishlei / Proverbios 11:25)

Notas:

1- Hablamos de que existe preponderancias y no un tipo puro e invariable en la persona.
Por consiguiente, no preguntemos de que tipo soy, o es mi hermano o vecino,
sino preguntemos como cuál tipo me estoy comportando en este momento.
De esta manera nos evitamos etiquetar a las personas, a nosotros mismos, y estamos capacitados para encontrar caminos para la liberación y autenticidad.

 
 
 


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