El problema
Tanto el rey Shaúl como el rey David cometieron equivocaciones graves.
Más o menos evidentes, más o menos excusables.
Pero, ambos erraron.
Recordemos como Shaúl dejó con vida al rey Agag, del
acérrimo pueblo enemigo Amalec, y al ganado de aquella miserable nación,
aunque había recibido la orden divina de no traer con vida a ningún
amalecita de la guerra emprendida en su contra, ni tampoco tomar nada como
botín1.
Por su parte, David, para tapar una posible confusión que
provocaría irreparables daños a una mujer de sus amores, así como perjuicios
a su autoridad, mandó a indigna muerte al valiente capitán Uriá. Él sería
abandonado en la vanguardia, en el fragor de la cruenta batalla, y quedaría
a merced de los sanguinarios enemigos extranjeros, que acabarían vilmente
con su vida. Por haber procedido David de esta manera, dio oportunidad para
que blasfemaran los idólatras verdugos del capitán, despotricaron en contra
del Eterno, ensuciaron Su santo Nombre públicamente2.
Ambos reconocieron sus errores.
Shaúl dijo al profeta Shemuel:
"He obedecido la voz del
Eterno y fui a la misión que el Eterno me encomendó. He traído a Agag,
rey de Amalec, y he destruido completamente a los amalequitas.
Pero el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor del anatema, para
sacrificarlas al Eterno tu Elokim en Gilgal....
Yo he pecado; porque he quebrantado el mandamiento del Eterno y tus
palabras, temiendo al pueblo y accediendo a su voz. Perdona, por favor,
mi pecado, y vuelve conmigo para que yo adore al Eterno...
Yo he pecado; pero ahora hónrame, por favor, en presencia de los
ancianos de mi pueblo y delante de Israel, volviendo conmigo para que yo
adore al Eterno tu Elokim."
(1 Shemuel / I Samuel 15:20-21, 24-25, 30)
David confesó sencilla, pero cabalmente ante el profeta
Natan:
"He pecado contra el Eterno."
(2 Shemuel / II Samuel 12:13)
Las reacciones de los profetas fue muy diferente en cada
caso.
El profeta Shemuel rechazó la respuesta del rey Shaúl, y declaró que el
Eterno lo había rechazado a causa de sus acciones y actitudes. Ya era no era
digno para ser el monarca de Israel.
Por su parte, el profeta Natan aceptó, en nombre del
Eterno, el arrepentimiento del rey David. Si bien los daños causados por las
acciones de David resultaron en perjuicios para David y su familia, desde
Arriba había recibido el perdón para su espíritu contrito.
¿Por qué estas diferencias a la hora de prodigar el perdón?
¿Cómo explicarlo?
Algunas respuestas
Intentemos brindar algunas respuestas a esta interrogante, que nos
permitirá entender mejor la mecánica del arrepentimiento.
Ten en cuenta la doble finalidad de estas respuestas:
-
Clarificar la duda respecto a las diferentes reacciones
de los profetas ante el pedido de perdón de ambos personajes.
-
Aprender de esto para que en tu propia vida puedas
hacer las cosas correctamente, y sepas arrepentirte auténticamente
llegado el caso.
1- No te justifiques ni excusas, reconoce y apártate del
mal camino
Shaúl se justifica, busca excusas, no se hace cargo realmente por sus
conductas equivocadas.
Quiere hacer creer que su error estuvo basado en una finalidad buena, aunque
estuviera en contravención a las órdenes del Eterno.
Es como el que dice: "Robe porque tenía hambre".
Es cierto, el hambre te puede llevar a tener pensamientos nefastos, pero
debes tener presente que Alguien más poderoso que tu hambre te ha dicho "No
robes".
Cuando la persona inventa excusas, trata de justificar lo que no debe ser
justificado, entonces no está buscando rectificar su conducta, sino achacar
la culpa a otros.
Prestemos atención a las palabras de Shaúl y lo veremos: "temía al pueblo y
por eso lo hice", "cumplí lo que se me mandó, pero...", "lo hice para tener
buenos sacrificios en honor a Dios". En fin, una serie de falacias que
tienen una única finalidad, no asumir el error propio.
Es por esto que su aparente pedido de perdón no puede ser aceptado, ni por
el Eterno ni por Su profeta, puesto que no hay arrepentimiento sincero en
las palabras y actitudes de Shaúl.
Recuerda que una de las condiciones en el proceso del arrepentimiento es el
"reconocer y abandonar el error". Nada de esto parece estar sugerido en las
frases de Shaúl.
En cambio, David con humildad y sencillez reconoce que ha
estado mal en su proceder.
No busca culpables, no quita de sus espaldas responsabilidad, no se excusa
torpemente.
Solamente acepta y confiesa lo que es verdad: ha errado.
2- No busques tu ventaja, sino reconciliarte con el
Padre
Para Shaúl su deseo prevalecía por sobre el Deseo del Eterno.
Mira con cuidado sus palabras, sus pedidos: "hónrame", "acompáñame delante
de los ancianos", "mi pueblo". Él no está enfocado en perfeccionar su alma,
ni en corregir los efectos nocivos de su error. Él no busca justicia ni
equilibrio, sino tan sólo no perder el honor y el estatus.
Sus pedido de perdón es funcional para la obtención de una finalidad
egoísta: el mantenerse en el poder.
Es decir, no es sincero en su remordimiento, ¡ni siquiera se arrepiente!
Pero David, ha sabido ver su yerro, no quiere nada, no
exige nada, queda en silencio afectado por su dolor interior.
Sabe que deberá pagar las consecuencias derivadas de sus actos, sabe que el
sufrimiento no se apagará como por arte de magia.
Pero también admite que solamente cuando se identifica el pecado y se hace
auténtica penitencia por él, es que se puede uno liberar de su grave peso.
3- Valórate adecuadamente, ni te sobrestimes ni te
desprecies: sé humilde
En la base de todos los pecados intencionales se encuentra el orgullo, y
detrás de él el egotismo y la egolatría.
El motor de la teshuvá, del arrepentimiento sincero, es la humildad.
Shaúl estaba envuelto en los vapores tóxicos del ego, padecía de sed por ser
reconocido públicamente, por ser condecorado, por ser elogiado. Esa sed lo
mantenía en constante tensión y angustia, y le provocaba un estado de
irritabilidad permanente, que le llevaba a actuar de modo tal que se
acarreaba deshonra y vergüenza. Lee lo que había dicho: "hónrame", "cumplí
la misión", "demuestra que estás junto a mí", "el Eterno acepta mis
ofrendas".
No estaba conciente de su verdadera situación deplorable, del fango en el
cual se encontraba hundido su vida.
Esa hambre intensa por aplausos de todos, lo aprisionaba cada día más en la
mazmorra del orgullo que difícilmente libera a sus oprimidos.
Pero David, a pesar de su grandeza como héroe y líder, era
humilde.
Quizás por su altísima estatura espiritual, era capaz de alcanzar verdaderas
cimas en las alturas materiales también. Recuerda cuando un perverso lo
insultaba y atacaba públicamente, los siervos de David quisieron liquidar al
despreciable sujeto, pero la respuesta de David fue:
"Dejadle que maldiga, porque
el Eterno se lo ha dicho.
Quizás el Eterno mirará mi aflicción, y me concederá el Eterno bienestar
a cambio de sus maldiciones del día de hoy."
(2 Shemuel / II Samuel 16:11-12)
Éste es un hombre humilde y sincero con el Eterno.
A diferencia de Shaúl, que quería usar el nombre del Eterno para
vanagloriarse.
4- Ser íntegro consigo mismo, con el prójimo y con Dios
La piedad de Shaúl era fingida, realmente no deseaba preservar la vida del
rey de Amalec o de algún otro inocente. Recordemos que poco tiempo después
asesinó cruelmente a los cohanim de Nov por suponerlos encubridores del
fugitivo David3.
Su corazón no era íntegro, y no le molestaba este deterioro.
Su deseo era de engordar su ego, ninguna otra cosa parecía mover a Shaúl.
Por tanto, también su compunción era fingida, una puesta en escena muy
aparatosa, que al ojo ingenuo puede cautivar. Pero ni Dios ni el profeta se
dejaron llevar por las apariencias, sino por la integridad del corazón.
Así pues, la frase en la cual Shaúl parece reconocer el pecado, no es más
que aire salido de su boca, pero que no se acompaña por un movimiento
interno de reajuste, de búsqueda del equilibrio perdido a causa del pecado.
Por su lado, David no precisa actuar.
Ya aprendió hacía mucho que la vida puede ser vivida o puede ser actuada.
Y ya de jovencito sabía que es muy triste llegar a la tumba, ver para atrás,
y encontrar que no se fue "hombre", sino "personaje en un escenario".
Entonces, ¿para que fingir un arrepentimiento que no consideraba efectuar?
Pero, él no simuló, él se arrepintió sinceramente.
Para concluir
Has podido comprobar que las palabras de ambos reyes tuvieron
aspectos en común, pero sus corazones estaban teñidos por intenciones
diferentes.
Ante el Juez de jueces cuenta enormemente que las palabras coincidan con las
intenciones.
Y si las palabras simulan piedad, pero esconden egoísmo negativo4,
ten por cierto que los resultados no serán positivos.
Sigue el consejo del más sabio de los hombres:
"Los labios del justo saben
hablar lo que agrada,
pero la boca de los impíos habla perversidades."
(Mishlei / Proverbios 10:32)
Que tu boca hable con verdad, justicia, bondad y de manera
positiva.
Si te has dado cuenta de que has errado, pide perdón auténticamente.
Si alguien te pide que lo perdones, valora la situación, y sé genuino.
Que de tu boca surjan bendiciones o maldiciones, depende de ti...
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1- Capítulo 15 de 1
Shemuel / I Samuel.
2- Capítulo 11 de 2
Shemuel / II Samuel.
3- Capítulo 22 de 1
Shemuel / I Samuel.
4- Como enseñamos en otra
oportunidad, existen dos tipos de egoísmo.
El positivo, que implica no renunciar a lo que es
imprescindible para preservar la vida y la salud.
El negativo, que hace del "sí mismo" el centro del universo
y no tolera el "dar" desinteresadamente.
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