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 Lic. Prof. Yehuda Ribco // Tammuz 14 5766 - 10/7/06


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 Cterapia

  Siete sentidos

Todo conocimiento o información que tenemos proviene de dos orígenes:

  1. Espiritual

  2. Material.

Antaño, hace más de 2500 años, el conocimiento espiritual era trasmitido por los fieles profetas del Eterno, quienes recibían sus mensajes que luego trasmitían con fidelidad a sus destinatarios.
No nos detendremos ahora en conocer el mecanismo mediante el cual el mensaje del Eterno se convertía en imágenes o palabras perceptibles para el profeta, o en sueños proféticos para cualquier persona que el Eterno se los enviara; solamente debes entender que en general el mensaje no pasaba por los órganos de los sentidos, sino que impactaba directamente en el intelecto del receptor. Estoy seguro que te costará captar esta idea, puesto que el 99% de lo que conocemos ha pasado por los sentidos antes de llegar a nuestro cerebro, pero haz el esfuerzo de imaginar que en tu cabeza tienes un receptor de radio y puedes recibir una transmisión sin necesidad de aparato de radio, sin auriculares, sin usar tus oídos, etc. Directamente en tu cerebro se percibe la transmisión, sin defectos ni interferencias. Algo así, supón, era el recibir mensajes desde el plano espiritual.
Pero, hace unos 2500 años el Eterno selló (hasta la Era Mesiánica) el canal directo hacia el conocimiento espiritual, ya no hay más profetas, ni sueños declarados ciertamente como proféticos.
¿Qué nos queda para penetrar en ese alto conocimiento?
Tenemos:

  • el actual y vigente texto de la Torá perpetua, junto a todos los libros que componen el Tanaj;

  • los párrafos mantenidos celosamente en nuestra Tradición;

  • y muy escuálidamente algunos nebulosos atisbos en sueños o ensoñaciones que algunas personas perciben.

Estas visiones en sueños o ensoñaciones son escasísimas, además están muy filtradas, profusamente teñidas de subjetivismo y plagadas de lagunas de información, por lo cual no son confiables.
Por consiguiente, para penetrar en el conocimiento espiritual, es imprescindible el estudio sistemático, cabal y debidamente orientado de Torá (escrita y oral). Por supuesto que de acuerdo al nivel espiritual de cada uno, y atendiendo al estadio de desarrollo emocional/intelectual individual1.
La persona que ama su vida y desea encontrar el "Manual de Buena Vida" que el Eterno le heredó, sin dudarlo se dedicará con esmero y empeño al estudio prolijo de Torá, para perfeccionar su alma y adquirir los valores correctos que El Eterno ha dispuesto para ella2.
De esta manera, el conocimiento espiritual penetrará en los rincones más recónditos de su alma y dotará de luz a su vida:

"Éstos son los mandamientos, las leyes y los decretos que el Eterno vuestro Elokim ha mandado que os enseñara, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis para tomarla en posesión.
Son para que temas al Eterno tu Elokim, tú con tu hijo y el hijo de tu hijo, guardando todos los días de tu vida todas Sus leyes y Sus mandamientos que yo te mando, a fin de que tus días sean prolongados.
Escucha, pues Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien y seas multiplicado grandemente
"
(Devarim / Deuteronomio 6:1-3)

Por su parte, la información material debe ser captada por alguno de nuestro cinco sentidos, o por el sistema nervioso (si el estímulo proviene desde dentro del ser).
La información que percibimos entonces será procesada de acuerdo a alguno de los cinco planos que conforman al ser humano: físico, emocional, social, intelectual y espiritual.
Depende del plano de origen del mensaje, así como del centro en el cual impacta con mayor potencia, el resultado que deparará.
Te daré un ejemplo para que lo comprendas.
La falta de glucosa en tus células es captado por tu cerebro el cual envía un mensaje: tengo hambre.
He aquí un mensaje del mundo material que impacta en tu ser. En este caso no actúo un órgano de los sentidos, sino tu sistema de percepción interna.
Ahora bien, si el mensaje se queda solamente en el plano de lo físico, la persona tendrá hambre y buscará saciar su apetito, instintivamente, sin miramientos ni reflexiones.
Si el estímulo toca con más fuerza el plano emocional, la persona querrá comer algo que le guste, lo que le antoje, ya no necesariamente algo que le quite el hambre, sino que además le sea de su agrado.
Si la señal material impacta fuertemente en el plano social, la persona quizás espere para comer a la hora de la cena familiar, aunque "muera de hambre". O tal vez coma aquello que socialmente es bien considerado: una dieta de moda, o algo por el estilo. Es decir, el estímulo físico queda supeditado a los lineamientos de la sociedad, sobre-excediendo lo que es la tendencia natural a saciar el hambre.
Si la señal de apetito golpea el plano intelectual, la persona encontrará maneras de razonar acerca de lo que mejor supone le servirá de alimento: sea por conteo de calorías, adecuación del alimento que será consumido, etc.
Por último, si el sentir hambre se conecta con el plano espiritual, la persona recordará agradecer al Eterno por la bendición de poder comer, o quizás prestará atención a que la comida sea espiritualmente apta.

Éste ha sido un ejemplo muy sencillo para describir un estímulo material simple, cotidiano.
Ahora bien, estamos constantemente bombardeados por estímulos material, que nos llegan desde todos los planos humanos.
Nuestro cuerpo que envía señales silenciosas al sistema nervioso, sucesos de la naturaleza que nos impactan, relaciones personales que nos involucran, mensajes de la sociedad, pensamientos que reclaman nuestra atención.
Ciertamente la persona hace un filtraje inconsciente de la mayoría de los estímulos, pues de lo contrario estaría sumergida en un vaivén incontrolable, literalmente se volvería loca.
Por ejemplo, vas caminando por la calle y percibes cada sonido audible (perros, c0nversaciones, bocinas, el tránsito, gritos, puertas, rumor de hojas de los árboles, el viento, etc.); ves todo; hueles todo; etc. Por supuesto que terminarías descontrolado, saturado, hundido en un océano impresionante de percepciones.

Ahora bien, la cuestión es que debes aprender a concentrarte en qué plano reaccionarás y ante qué estímulos.
Te daré un ejemplo.
Si tu plano intelectual se plaga de fantasías emergentes del plano emocional, por ejemplo de celos, ¿dejarás que tu vida se centre en torno a esos fantasmas de pensamiento? ¿Dedicarás tu tiempo a indagar o husmear en los resquicios de la vida de tu pareja? ¿La someterás a duro interrogatorio cuasi-policial? ¿Le pegarás o llegarás al crimen pasional? ¿Descuidarás tu trabajo y amistades con tal de perseguirla? ¿Te consumirá en dudas inacabables? En fin... ¿harás de este pensamiento trastocado el eje de tu vida?
¿O te concentrarás en descubrir el motivo para estos pensamientos furtivos y resolverás el problema en el plano correcto y con los procedimientos adecuados?
Te daré otro ejemplo.
Estás casado y ves a una bella mujer en algún lugar público. Tu corazón palpita, el deseo carnal te exalta. ¿Te dejarás desviar por esta tentación? ¿Corromperás tu lazo matrimonial, tu fidelidad, tu honestidad? ¿Te sumirás en pasiones enfermas, en mentiras y encubrimientos? ¿Practicarás de manera contumaz la mentira y doble vida? ¿Pondrás en riesgo tu salud y el bienestar de aquellos que confían en ti? En fin... ¿permitirás que tu concupiscencia te venza y te conviertas en esclavo de su poder?
¿O te concentrarás en descubrir el origen para esta fogosidad y trabajarás en los conflictos que lo generaron en el plano correspondiente y con los mecanismos apropiados?

Realmente, podríamos seguir ejemplificando para que entiendas la idea central que te quiero trasmitir: es posible aprender a responder correctamente ante los estímulos que recibes, a ubicarlos en el plano preciso (de origen como para respuesta), a encontrar el procedimiento más justo para satisfacer las necesidades sin desequilibrar el sistema integral.

La mejor manera es encontrar la guía que proviene del plano espiritual para dirigir con rectitud cualquier información que proviene del mundo material.

Espero que mi explicación haya sido clara y quedo a tu disposición para responder a cualquiera de tus dudas pertinentes al respecto.
 

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Notas:

1- En atención a esta prevención es que, por ejemplo, el estudio de la Cabalá está vedado a los que no son judíos profundamente imbuidos en el estudio de Torá escrita y oral, dedicados de lleno al compromiso de cumplir con los preceptos, equilibrados emocional e intelectualmente.

2- Recordemos que el estudio de Torá para los gentiles debe concentrarse exclusivamente en temáticas relativas a los Preceptos Universales que el Eterno les ha dado, y de aquellos aspectos de la Torá escrita que pueden servirles para mejor servir al Eterno y ser solidarios con el prójimo. Todo esto bajo la esmerada guía de algún maestro judío conocedor del tema y solvente espiritualmente.

Moré Yehuda Ribco
E-mail:
comentario@serjudio.com

 


"La persona generosa será prosperada, y el que sacia a otros también será saciado."
(Mishlei / Proverbios 11:25)
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