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 Lic. Prof. Yehuda Ribco // Tishrei 4, 5765 - 20/9/04

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 Cterapia  

     Crecimiento: los hijos  reciben...
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"Instruye al joven de acuerdo a su propio camino; y aun cuando sea viejo, no se apartará de ella."
(Mishlei / Proverbios 22:6)

Tres son los factores que interactúan para la formación de la personalidad:

  • la esencia espiritual personal,

  • lo genético, y

  • la interacción con el ambiente, en particular con otras personas.

En esta oportunidad veamos un poco acerca del tercer factor.
El niño va tomando los modelos que sus mayores le ofrecen constantemente.
Conscientemente o no, él presta mayor atención y privilegia los patrones de conducta (actos y actitudes) que percibe en sus padres (o personas que lo crían habitualmente).

Así pues, los que modelan deben tener doble cuidado en su actuar, pues (lo quieran o no) están perpetuando su estilo de vida (educando) a sus hijos en sus mismas sendas.

Esta educación a través de sus conductas puede tener tres tipos de resultados, en orden de frecuencia son:

  • que el hijo adopte directamente alguno de los patrones de conducta de sus padres;

  • que el hijo desarrolle un patrón de conducta complementario; o

  • que el patrón de conducta sea antagónico al de su/s padre/s.

Desde el punto de vista de los padres, estos tres tipos de reacción suelen ser juzgados como:

  • el hijo invisible, anónimo o heredero;

  • el hijo bueno o facilitador; y

  • el hijo rebelde u oposicionista.

Mencionaremos un ejemplo extremo, que ilustra lo que pueden llegar a ser los resultados en la personalidad de los hijos a partir de las acciones paternas. Es un ejemplo drástico, pero que tristemente es muy común (ya desde Noaj/Noé, es así ver Bereshit / Génesis 9:21-25): el del abuso de alcohol por parte de alguno de los padres.
Reconocemos que las familias con alguno de los padres alcohólicos suelen criar hijos adictos a sustancias o relaciones.
A veces los hijos de alcohólicos viven una vida de facilitadores para las adicciones de sus allegados.
Aunque en ocasiones, los hijos pueden desarrollar una aversión al alcohol, y entonces viven una vida de "oposición a algo" en lugar de vivir en "construcción de algo".

Cada patrón de conducta de los padres, sea positivo o negativo, educa a sus hijos y los refuerza en la edificación de su personalidad, no debemos olvidarnos de esto.

Anotemos un detalle no menor, cada uno de estos tres tipos pueden estar presentes en la misma persona, al mismo tiempo.

Al momento de educar hijos para que anden por los caminos del bien y la corrección, ¿qué es lo que deberíamos priorizar?

Se ha comprobado que los niños que se sienten seguros y cuidados por sus padres, despliegan con mayor facilidad y eficacia sus potencialidades positivas, y desarrollan a su vez una personalidad aseguradora y cuidadosa.

El sentimiento de seguridad de un hijo, que conlleva un adecuado amor propio, fundamentalmente se forma a partir de la actividad y las actitudes aseguradoras y cuidadosas que tengan sus padres en la vida, y especialmente hacia él.
El niño naturalmente busca amparo en el cariño y en la comprensión de sus progenitores primero y recién después en el ambiente que le rodea.
Por lo cual, el pequeño necesita contar con sus padres, “tenerlos a la mano”, no importa si hay otros hermanos, cada hijo necesita sentir que sus padres lo protegen y que están allí para apoyarlo y ayudarlo.

Claro está, que esto no significa que los padres deban sobreproteger a sus hijos, ya que esto supondría un entorpecimiento de su desarrollo.

Lo adecuado es: seguridad a la par de estimular una progresiva independencia y desvinculación cuando ello sea oportuno.
La independencia de un hijo con respecto a sus padres se puede ir construyendo a través de darle responsabilidades acerca de sí mismo y de sus hermanos, sí pueden enseñarles a cuidarse y quererse, todo dentro de lo adecuado a la edad del niño.

Hay que educar para la libertad, para la autodeterminación, lo cual será perfectamente compatible con la constancia de los afectos.

Para poder desarrollar las propias iniciativas, el niño requiere una seguridad básica fundamentada en el afecto de sus padres.

Así, por ejemplo cuando se está educando para actuar con responsabilidad, es preciso no basar la instrucción en el miedo ni en cuestionar sobre su propio bienestar.

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 Yehuda Ribco

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