Shabbat: Av 6, 5764 <> 24/7/04
Comentario de la Parashá Devarim
Mucho oro... ¿para qué?
En el comienzo de nuestra parashá, que es una
esquemática narración de Moshé acerca de los hitos del Éxodo, se menciona un
lugar llamado "Di-zahab".
El eximio comentarista Rashi interpreta que el
nombre de este lugar, por su etimología está vinculado a un "exceso de oro",
que es aquel que los judíos
adquirieron a su salida de Egipto, y luego a lo largo de las batallas
que iban venciendo contra sus enemigos.
El oro obtenido en Egipto fue el usado para crear el "Becerro de Oro", que
tristemente un puñado de hebreos adoraron (a instancias de
sus pasiones extraviadas incentivadas por la muchedumbre maliciosa que los
acompañaba en sus travesías).
Hablemos de oro, más bien, de mucho oro.
En líneas generales, podemos reconocer que hay dos modos que la persona
tiene para vincularse con la riqueza que ha obtenido recientemente:
-
El que se ve a sí mismo como un self-made-man.
Una persona así suele tener un aire de autosuficiencia y arrogancia, y no es
raro que pierda de vista la responsabilidad que conlleva la bendición que ha
recibido.
El dinero lo concibe como herramienta para su propio placer,
un objetivo que alcanzar y desmedidamente poseer, atesorar.
El dinero, es sinónimo de éxito, y como tal, se lo adora, añora y es una
desesperación apartarse de él.
-
Aquel que entiende que, en última instancia,
todo pertenece al Eterno.
Una persona con esta ideología, suele reconocer que la fortuna material que
ha alcanzado debe ser usada para beneficiar al prójimo, ya que la riqueza no
es una meta en sí misma, sino una oportunidad y un medio para esparcir el
bien por el mundo.
El dinero y el poder que se le asocia, es una herramienta, y no una
prioridad vital.
Concibe su riqueza en función de lo que es principal: la satisfacción del
prójimo.
Para comprender mejor estas dos posturas ante
la riqueza,
volvamos brevemente al caso del Becerro Dorado,
que nos servirá como ejemplo.
Si aquellos pocos hebreos extraviados que erigieron su ídolo de oro hubieran
andado por la segunda de las sendas,
y apreciado a su oro como una oportunidad de crecer ayudando a crecer a
otros,
no lo hubieran convertido en un ídolo,
en una falsa meta
y pésima apuesta,
sino que lo hubieran usado para hacer caridad,
fomentar el estudio de Torá,
proteger al desamparado,
ser vehículo de bendición.
La bendición que vuelve cuando se la ha obsequiado generosamente al prójimo,
ha sido descrita por el Predicador de la siguiente manera: "Echa
tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo volverás a
encontrar" (Kohelet / Predicador 11:1).
En nuestros días,
no faltan los que siguen levantando Becerros de Oro,
becerros que pueden ser reconocidos como:
carreras profesionales vistas como una
oportunidad egoísta,
adicción a religiones apartadas del Eterno,
amor por el dinero y las posesiones,
afán de dominio y poder,
inmersión en relaciones enfermizas,
esclavitud a alguna ocupación laboral,
pretensiones de reconocimiento y adquisición de placeres,
etc.
Y en nuestros días,
también se tiene la chance de usar el oro que nos ha tocado
para obras trascendentes:
carreras profesionales para promover al
prójimo,
amor por el Eterno y Sus mandamientos,
generosidad y compasión,
solidaridad y comprensión,
responsabilidad para con el prójimo y sí mismo,
ocuparse por complacer las necesidades materiales apropiadas,
satisfacer al prójimo sinceramente,
compartir y gozar cuando el otro goza,
dinero para caridad y para apoyo a instituciones de estudio y difusión de
Torá,
etc.
En sus manos tiene usted el sentido de su
vida,
¿cuál elegirá?
¿El que da vida, o el que le debe a la vida?
¡Les deseo Shabbat Shalom UMevoraj!
Moré Yehuda Ribco
Notas:
-Otras interpretaciones de este pasaje de la
Torá, y más estudios los hallan
HACIENDO CLIC
AQUÍ y
AQUÍ.
|
Relatos, anécdotas y enseñanzas
He aquí un relato verídico, del que daremos
una versión personal, pues permanece en nuestra memoria:
El maestro fue a pedir caridad del hombre más
rico de la comarca, famoso por su inconmensurable avaricia y miseria.
Tocó a su añeja y destartalada puerta, y el millonario con aspecto de
pordiosero en un ladrido le preguntó que era lo que el rabino buscaba.
Y el rabino, con modesta firmeza, dijo que venía a pedir caridad para sostén
de los pobres de la comunidad.
El avaro millonario escupió algunas palabrotas, pero al ver el rostro firme
y sereno del maestro, con pesadez y dolor metió la mano en su bolsillo, y
tiró un par de monedas de poco valor en manos del maestro.
En lugar de echarle las monedas a la cara y darle maldiciones por su dureza
de corazón (como hubiera sido esperable que hiciera),
el rabino con rostro agradable le agradeció de corazón por su bondad, y se
mantuvo parado firme junto a la puerta del avaro.
El insolente millonario no podía creer lo que pasaba, y pidió al maestro que
aguardara un momento. Trajo de dentro de su casa un par de monedas de mayor
valor y se las brindó al maestro.
Nuevamente el rabino agradeció calurosamente, bendijo por su generosidad, y
se mantuvo firme al lado de la puerta.
Y aquí, contra toda lógica, el avaro hombre trajo su chequera y extendió un
jugoso cheque para los pobres.
El rabino, como las veces anteriores, agradeció felizmente, y elogió el buen
corazón del ricachón; pero, se dio vuelta y marchó a sus ocupaciones...
dejando a un hombre rico por primera vez con el sentimiento de ser rico
espiritualmente...
|