Shabbat Av 25, 5762 - 3/8/02.
Comentario de la Parashá Ree: La educación judía integral.
Shalom iekarim!
Dice nuestra parashá:
"Guarda y obedece todas estas palabras
que yo te mando, para que cuando hagas lo bueno y recto ante los ojos del
Eterno tu Elokim, te vaya bien a ti, y a tus hijos después de ti, para
siempre."
(Devarim / Deuteronomio 12:28)
Les propongo que para esta ocasión analicemos
brevemente las palabras de este versículo, para descubrir algo más que lo
evidente:
Guarda - Es una orden que se nos
está dando, que custodiemos con fidelidad lo que se nos ha otorgado. Tal
como un apasionado guardián cuida con precisión los tesoros a su cargo.
En el Tanaj encontramos una indicación de hasta qué punto hay que cuidar lo
que Dios nos ha dado: "...que las guardes en tu vientre, y que a la vez
se afirmen en tus labios" (Mishlei / Proverbios 22:18). Esto significa
que hay que proteger el tesoro dado por el Eterno bien adentro nuestro, en
algo tan personal como lo es el vientre. Pero, el depositarlo tan en lo
profundo no implica que se oculte y almacene en el olvido, ya que al mismo
tiempo está firme en los labios, es decir, en nuestras formas de
comunicarnos.
y obedece - No es suficiente con
guardar y cuidar, también es imprescindible "obedecer", que es lo mismo que
"cumplir".
Por lo que venimos viendo, se nos ha dado un tesoro para que lo cuidemos y
para que lo cumplamos; ¿qué tesoro será éste?
todas estas palabras - La Torá
es muy clara, lo que debe ser guardado y obedecido son sus palabras, lo que
la Tradición judía enseña que son las palabras de Dios.
Y la Torá también es muy precisa cuando indica que son "todas" las
palabras que deben ser guardadas, no una parte, o las que más le gusten al
lector-guardián. También es una indicación de que todos los mandamientos y
narraciones son igualmente valiosos, tanto los que parecen ser fundamentales
como los que parecen ser pequeños.
que yo te mando, - Esta frase
despeja las dudas de quién es el que ordena y pide el respeto por la Torá y
su contenido, ya que nos está enseñando que es Dios a través de Moshé el que
manda, y dicta, sus palabras.
Por lo tanto, no es la Torá un texto que tiene el consejo de un hombre
sabio, y/o el pedido de un amigo, sino que es la expresión revelada de la
autoridad de Dios.
para que cuando hagas - El
"guardar y cumplir" debe dar como resultado la acción, el hacer.
Es decir, desde el punto de vista de la Torá (de Dios) no es suficiente que
la persona cuente con un gran sentimiento, o con la reflexión, o con el
deseo; sino que es necesario que haya un obrar de alguna manera, acorde a
las palabras que se han guardado y obedecido.
Lo que estamos explicando hasta ahora nos enseña cómo es el ideal del
estudio desde la perspectiva judía tradicional. El acto de estudiar debe
lograr que el estudiante incorpore dentro suyo ("en su vientre") los
conocimientos aprendidos, y que sean habituales en sus conversaciones
("firmes en sus labios"). Sin embargo, el conocimiento asimilado no es un
hecho meramente intelectual, sino que pasa a formar parte de las conductas y
actitudes, al punto que se convierten en parte de la naturaleza del
estudiante. Esto se logra solamente a través del esfuerzo y la práctica
constante, del estudiar y repasar, y del ejercitarse cotidianamente en los
aspectos estudiados. Finalmente, el estudio incorporado a la vida del
estudiante, hace que en su vida sea más habitual:
lo bueno - Lo bueno, es lo que
Dios considera que lo es. Lo bueno no está sujeto a modas o caprichos, sino
que responde a los especificado por el Eterno.
Así, si Dios ha señalado que algo es negativo o positivo, lo es por siempre,
ya que Dios no cambia de parecer, ni está sujeto a antojos del momento. Por
ejemplo, era tan perjudicial la idolatría hace 3300 años, como lo es hoy. Y
era tan estupenda la solidaridad y amor al prójimo tanto en el campamento de
Moshé como en Tel-Aviv.
y recto - Sin embargo, la Torá
reconoce que también la valoración que hace el prójimo, y el respeto del
mismo, es importante. Por lo tanto, la persona que quiere andar por los
caminos del Bien debe hacer lo bueno que Dios manda, de igual forma que es
honesta y sincera para con las personas.
De aquí aprendemos que tanto los preceptos cuyo objetivo es relacionarnos
con Dios (mitzvot bein adam laMakom) como los que tienen como
objetivo relacionarnos con otra persona (mitzvot bein adam lajavero)
son indispensables para un buen vivir.
Por otra parte, esto no significa que debemos hacer lo que a otra persona se
le antoja, por miedo "al qué dirán". Sino que debemos apreciar y respetar la
leyes de las sociedades justas (tal como se deben respetar las órdenes de
Dios), y considerar justicieramente a cada persona.
ante los ojos del Eterno tu Elokim,
- Porque, en última instancia, siempre estamos ante la Presencia de
Dios.
No hay momento ni lugar que Dios no conozca, e incluso sabe mejor que
nosotros lo que nos pasa.
Por lo tanto, la exigencia de comportarnos positivamente es constante, sin
excepciones.
Pero, hay un plano más en esta frase, y es que al reconocer la existencia
del Eterno, y al darnos cuenta del interés permanente que Él tiene por
nosotros, esto nos permite sentir que la vida tiene sentido, que tenemos
algo importante para hacer y que cada un es valioso. Porque, si no fuéramos
valiosos, ¿estaría el Todopoderoso atento a nuestras vidas?
Por lo tanto, ¡qué dichosos nos podemos sentir al aceptar la divina
Presencia y Sus mandamientos sabios!
te vaya bien a ti, - Y, nadie
debe suponer que Dios exige que guardemos y cumplamos Su Palabra porque eso
Lo beneficia de alguna manera; o porque es un tirano con baja autoestima que
se sentiría rechazado si no se Lo respeta.
¡Todo lo contrario!
Dios nos ha dado Su Torá para hacernos un favor, de modo que nos vaya bien a
cada uno de nosotros. (Recordemos que lo bueno y lo malo no es una cuestión
de percepción personal, sino que es valoración desde la perspectiva de
Dios).
Por lo tanto, aquel que abandona Sus caminos, lo único que consigue es
conseguir para sí menos bienestar, y por lo tanto, aportar menos bienestar a
los que lo rodean.
y a tus hijos después de ti, -
Ya que la recompensa por andar por los caminos del bien y la
rectitud, también tienen sus efectos positivos en los descendientes, y en la
sociedad en general.
De aquí aprendemos que una persona que actúa bien, es una fuente de
bienestar que se expande en el espacio y el tiempo. En tanto que una persona
que actúa de manera inconveniente, desparrama malestar a granel.
Para entender esto podemos suponer que la recompensa puede provenir
de dos fuentes: una que sería un premio directo otorgado por Dios. La otra,
y que es más probable, es que toda acción genera siempre efectos, por lo que
es fácil deducir que los efectos de una acción buena, serán buenos.
Al mismo tiempo, las acciones de las personas sirven como modelo y ejemplo
para los demás, por lo tanto, un padre o maestro que acostumbra actuar con
bondad y humildad está enseñando esos modos de actuar.
para siempre. - Como dijimos,
la Torá con sus reglas es eterna, que en términos humanos significa
"mientras haya gente".
Por lo tanto, cada uno de nosotros es el responsable de tomar todas las
palabras de la Torá, y guardarlas y cumplirlas, para hacer lo bueno e
íntegro frente a Dios y a los otros, de modo tal de vivir bien y en armonía
con la sociedad y la familia.
En resumen, este versículo que hemos
desglosado nos demuestras que para la mentalidad judía no existe algo así
como "acciones religiosas judías", sino que hay una educación judía
integral que lleva a hacer propias maneras que son constructivas
para vivir, y otras que alejan a las personas del bienestar.
Les deseo Shabbat Shalom!
Moré Yehuda Ribco
Relato a
propósito del comentario
Una tarde golpean a la puerta del avaro.
Éste, por prudencia o por temor a que le pidan algo, se hace el sordo.
Pero, los golpes son insistentes, y cada vez más fuertes.
Para que no le rompan la puerta (con el consiguiente gasto innecesario), el
avaro decide abrir apenas para ver qué es lo que quiere el que llama.
Se encuentra con su vecino de piso del edificio, quien sin saludar, ni
disculparse por los molestos golpes le dice: "Présteme ya mismo su balde, el
mío está roto".
El avaro vecino, sin siquiera responder cierra la puerta de un golpe.
Inmediatamente se escuchan nuevamente los golpes a la puerta.
Y entre el ruido la voz apagada que dice: "Necesito que me dé un balde,
urgente".
El avaro no se inmuta, y cansado de tanto golpeteo se encierra en su
habitación (a oscuras, obviamente) y se duerme la siesta, tapándose las
orejas entre la almohada y el viejo colchón.
Despierta en plena oscuridad de la noche, en la calle fría, como única
posesión tenía su gastada ropa de dormir. Un bombero lo estaba atendiendo,
suministrándole oxígeno, mientras lo consolaba por "la pérdida
irrecuperable".
El avaro no entendía, ¿qué pasaba? ¿De qué le hablaba ese bombero? ¿Dónde
estaban sus preciosas cosas, su casa, todo lo que el atesoraba con gran
esfuerzo? ¿Era parte de un sueño, de una pesadilla?
Pues no, era la realidad. Resulta que hubo un accidental incendio en el
edificio, al cual los vecinos responsables trataron de combatir con baldes
de agua, en tanto llegaban los bomberos.
Lástima que no fueron suficientes, ¡ay, si solo hubieran tenido uno o dos
baldes más para contener el desastre!
De la Parashá
Ree
|