Parashat Bejukotai Vaikrá 26:3 y 27:34
La neurosis cotidiana

Hay ciertas cosas que la gran mayoría de las personas en el mundo desean: vivir bien, ser felices, realizar los proyectos de futuro, la paz, la armonía, el amor, etc.
Sin embargo, ¿muchas veces no tenemos vergüenza y timidez de expresar cuales son nuestros sinceros deseos y reales sentimientos o intereses? Como si el manifestar nuestro amor o buen parecer pudiera afectar negativamente las comunicaciones con los demás, o la concreción de los proyectos.

Es decir: por un lado tener o desear, y, simultáneamente, por el otro ocultar la posesión o deseo.

Y pasando al ámbito de los bienes materiales, veamos un extremo. Muchas veces junto a un desmedida despilfarro aparece una disimulación del mismo. Es decir se gasta desaforadamente, sin miramientos y para demostrar algo al mundo, y no siempre en real beneficio de los demás, y aun ni siquiera en el propio. Y, paradójicamente, como vergonzosamente, se oculta el derroche. Mostrar y ocultar. Ocultar y mostrar.

Pero, es necesario diferenciar entre el natural deseo de vivir bien y cómodo, con el pobre deseo de probar a ojos del mundo toda lo que se posee, o lo que se cree tener.

Y Ia confusión puede llevar a que parezca como si querer vivir bien y mejor, o ser más rico, o más capaz en los estudios, etc., fuera un pecado. Por lo menos eso es lo que nos decía la tradicional cultura occidental y cristiana, en donde el éxito acostumbraba disfrazarse, y los logros disimularse. Como cuando actuamos con falsa modestia, ocultando los reales logros y virtudes, detrás de una mascara de humildad.

Sin embargo el judaísmo nos enseña que querer la prosperidad y el bien material no es algo malo y sí que es muy bueno: es bueno tener una casa confortable, es bueno tener un auto de primera calidad, es bueno comer cosas buenas hasta saciarse, es bueno ser feliz, es bueno ser buen estudiante, deportista, hijo, etc. Lo malo es la pedantería, el egoísmo, el despilfarro, la codicia, el deseo desmedido de acaparar más y más.

Recordemos, como ejemplo, a nuestros patriarcas: ¿Abraham no era un rico ganadero, poseedor de inmensas riquezas, animales, promesas de futuro? ¿Y su hijo Itzjak no hizo prosperar aun más el patrimonio familiar? ¿Y Iaacov? Y ellos que son los padres de nuestro pueblo y tuvieron la oportunidad de encontrarse frente a Di-s, de hablar y de hasta contender con Él, sin embargo, no se dedicaban a actuar falsamente, pues no afirmaban que al Di-s de los hebreos le interesa el sufrimiento, o ama la pobreza, sino que por el contrario, el Di-s de Israel es más bendecido cuanto más agraciados y afortunados son sus hijos.

Sin embargo, los bienes materiales puestos como objetivos, y en el lugar de lo que les da verdadero valor, son perjudiciales, pues ayudan a corromper a las personas.

Esto nos lo enseña el principio de nuestra parashá: Si vas por lo caminos de Di-s, entonces serás bendecido y todo lo tuyo prosperará. Y si, por el contrario, tu ambición te corroe y te reclama por la poca riqueza que ella cree que tienes; aun teniendo mucho no gozarás nunca.

Sólo podrás gozar cuando sepas como santificar lo mucho o poco que Di-s hace día a día por ti.

Licenciado en Psicología Prof. Yehuda Ribco - Iyar 27, 5755

SerJudio.com

(En las citas de textos o parshanim, los comentarios entre paréntesis son nuestros y no de las fuentes)

http://serjudio.com

mailto:carta@serjudio.com

1