Lic. Prof. Yehuda Ribco |
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BeShem H' El Olam |
KERIAT SHEMÁ o SHEMÁ
Lic. Yehuda Ribco
A pesar de no ser exclusiva y necesariamente una tefilá, se tienen pruebas de que, por lo menos, desde la época del Segundo Beit Mikdash, se recitaba diariamente el Keriat Shemá, el Talmud (Tamid 5ª) describe como los cohanim entonaban el Shemá Israel luego del Korbán Tamid Shajarit. La gente reunida en el patio del Mikdash al oír la primera frase respondían al unísono: "Baruj Shem Kevod Maljuto LeOlam Vaed", como forma de testimoniar su adhesión al culto allí celebrado y a las mitzvot de la Torá.
La Mishná establece que una persona debe 'esmerarse en leer el Shema y recitar la Amidá' (Avot 2:18). El primero de los tratados del Talmud (Berajot), que fuera comenzado a escribirse posteriormente a la diáspora causada por los romanos, empieza con la interrogante "¿Desde cuándo se lee el Shemá en Arvit?", dando así a esta plegaria el relieve que posee, pues es la que centraliza tanto las tefilot diarias y especiales como el sistema de creencias judío.
También en la Hagadá de Pesaj se leen pasajes talmúdicos que hacen referencia a esta sección encumbrada de la Torá.
Tradicionalmente eran las primeras palabras que el padre alentaba a su hijo pequeño a decir.
Origen
La Keriat Shemá, en tanto plegaria establecida para ser recitada en Shajarit y Arvit, comprende tres porciones de la Torá (Devarim 6: 4-9; Devarim 11: l3-21; Bemidbar 15: 37-41).
Ocasiones de recitado establecido
Técnicamente hablando la Keriat Shemá puede ser dicha independientemente del resto de las tefilot, ya que la mitzvá de la Torá de que sea dicha dos veces por día en nada se relaciona con el servicio de tefilot cotidianas.
Fue en la época de la Mishná que se estableció como texto obligatorio en las tefilot diarias, durante el primer cuarto del día (en shajarit o servicio matutino) y después de la caída de la noche (en arvit o servicio vespertino) está basada en las palabras de la Torá de "hablar de ellos... cuando estés acostado y cuando te levantes" (Devarim 6:7), de lo cual los jajamim interpretaron que hacía referencia a momentos del día en el cual se debía, obligatoriamente, pronunciar estas palabras. (Otros interpretaron que por la mañana había que recitar el Shemá de pie y por la noche sentado, pero la halajá no obliga tales acciones.)
El Shemá es, junto a la Amidá, el núcleo de las tefilot de la mañana y noche, y fuera del contexto de las tefilot organizadas, se alza el Shemá como bandera y monumento a las más profundas y certeras creencias del Pueblo Judío a lo largo de su milenaria historia; por lo cual, fue la escogida por los innumerables mártires judíos (muertos al kidush shem shamaim) de todas las épocas para morir con sus palabras exhaladas con el último suspiro de existencia individual.Dada su fundamental influencia se ha insertado parte o toda la keriat shemá en otras ocasiones:
Antes de acostarse a dormir; cuando el Sefer Torá se saca del Aróm Kodesh en el Beit Kneset en tefilat shajarit de Shabbat y jaguim; durante la Kedushá del musaf en las misma ocasiones; como declaración de irrevocable confianza en el Juicio Eterno al final del servicio de Neilá cuando finaliza Iom Kipur; al finalizar las Hoshanot en Hoshaná Rabá y en el vidui (confesión) en el lecho de muerte.
Técnicas y halajot de recitado
El momento apto para comenzar la lectura del Shemá matutino es el mismo que para colocarse los tefilín y se extiende hasta el fin del primer cuarto del día, ya sea el día largo o breve. La extensión del día es calculada desde el despuntar del sol hasta que las estrellas se tornan visibles a ojo desnudo. El cumplimiento ideal de la mitzvá es hacer como el hombre devoto de antaño, que comenzaba la lectura de modo de finalizar el Shemá junto con sus bendiciones con los primeros rayos del sol. Seguir su ejemplo implica merecer una gran recompensa. Sin embargo, la lectura del Shemá no ha de ser dilatada más allá del primer cuarto del día, aunque está permitido leer el Shemá con sus bendiciones antes de que hubiera pasado un tercio del día.
En Shajarit la Keriat Shemá es precedida por dos berajot (Iotser or (Que creas la luz); Ahavá rabá o Ahavat Olam (Con abundante amor o Amor eterno)) y continuada por una (Emet veiatsib (Verdadero y firme)). En tanto que en Arvit la preceden dos, y la suceden otras dos.Las dos primeras berajot, básicamente van llevando el pensamiento y el sentimiento desde lo más general a la cumbre máxima de lo ordenado por la Torá: Ahavat Hashem, el amor a H; que es en definitiva el leit motiv de la Keriat Shemá, como veremos luego.
Antes de que la comencemos a leer, debemos concientizarnos de que estamos a punto de cumplir la mitzvá de leer el Shemá, así como el H nos ha ordenado. Cuando decimos la frase inicial del "Shemá Israel", debemos prestar especial atención a su significado, es decir, que el Señor, nuestro Dios, es el Unico en el cielo y en la tierra.
Luego, la kavaná, la intencióm y concentración debe ser completa en todas y cada una de las palabras y letras de la keriá. De no estar bien intencionado en su decir, es necesario repetirla.
Es práctica correcta y acertada en el momento de recitarse el primer párrafo del Shemá, pronunciar cuidadosamente y con esmero la letra dalet de la palabra Ejad, puesto que es muy posible en hebreo confundir la dalet con la reish, por lo cual se diría Ajer, que es, precisamente, el concepto contrario al que se quiere enfatizar. Pues Ajer es el otro, lo otro, tal como si dijéramos que Hashem es otro, o que hay otros dioses aparte de Él. Cosa que, es un aberración a la letra y al espíritu del Shemá. El tiempo adecuado para estirar la pronunciación es exactamente el que se precisa para reflexionar que el Santo, bendito sea, está solo en Su mundo y que El gobierna en los cuatro rincones del universo. Estirar más de el lapso necesario para este pensamiento es perjudicial, y mejorar no estirar, si esto produce una deformación de las palabras.
Durante la Keriat Shemá, luego de una pequeña pausa, se inserta entre el pasuk de Shemá y el de Vehaavta una frase: Baruj Shem Kevod Maljutó LeOlam Vaed ('Bendito Sea Su Nombre, Cuyo Reino Glorioso es para la eternidad').
Esta locución siempre se recita en un murmullo apenas audible, excepto en Iom Kipur cuando se lee en voz alta (tal como se acostumbrara hacer en el período de la opresión romana). Como ya dijéramos más arriba, esa era la contestación solemne de la concurrencia al Beit Mikdash cuando oían a los cohanim entonar la Shemá.
Según el Talmud (Pesajim 56ª) se la recita quedamente para diferenciarla de los pasajes bíblicos, ya que no tiene origen en el TaNa"J. Luego de una breve pausa se continúa con el resto de la Keriá.
Junto con esta fórmula, la totalidad del Shemá comprende 245 palabras, pero cuando en la tefilá el Jazán expresa estos párrafos en alta voz, repite las dos últimas palabras de la tercera sección (Adonai Eloheijem) y las anexa, sin interrupción, con la primera del párrafo posterior al Shemá (Emet), quedando así el número de palabras en 248, que es exactamente la cifra de las mitzvot asé de la Torá, tal como si se quisiera expresar la equivalencia del Shemá con todas las mitzvot (al respecto leer más adelante). Como esa cifra (248) no se alcanza si se reza sin minián, es que el individuo agrega antes de la Keriat Shemá tres palabras El Melej Neemán (¡Dios, Rey Fiel!').
Por distintos motivos, algunos alegan que como medio de concentración, los ojos se cierran o se cubren con la mano derecha o el talit, cuando cada mitpalel recita en voz alta el primer pasuk.
En algunas congregaciones, es costumbre recitar la totalidad del primer párrafo al unísono.
El tono general de recitado debe ser claro y nítido, según estipula el Talmud y la halaja (Berajot 15a y Oraj Jaim 62:3), ya que si bien el Shemá se utiliza como tefilá, tiene un carácter instructivo, por lo cual se puede aprender y enseñar algo en cada ocasión que es recitado.
Se deben efectuar pausas entre una parashá y la siguiente. Así como detenerse en los lugares indicados con una raya vertical (|), pues la misma sirve para delinear correctamente el significado de lo que se pronuncia.
En caso de que la letra final de una palabra coincida con la primera de la palabra siguiente, debe hacerse una pausa, para pronunciar correctamente ambas palabras.
Todas las letras deben decirse de acuerdo a su correcta pronunciación, teniendo especial cuidado en no variar el sonido de la letra zain.
En cuanto a la postura corporal en el momento del recitado, según la halajá si el mitpalel está sentado, debe permanecer así, pues no está permitido pararse adrede; aunque en algunas congregaciones se estila incorporarse dada la importancia de esta sección, y ya que el Shemá es una forma de testificar la Unicidad de H y en la antigüedad los testimonios se brindaban estando de pie.
No debe leerse mientras se está acostado; y si está tendido, ha de apoyarse por completo sobre un costado y leer. Si se halla enfermo y le es difícil apoyarse sobre su lado, se limitará a inclinarse un poco. En caso que pueda incorporarse sin peligro para su salud, así debe hacer.
En toda ocasión debe estar correctamente vestido, a no ser en caso de fuerza mayor.
En el momento de la tefilá de shajarit se acostumbra que los hombres que usan talit o visten Arva Kanfot tomen los cuatro tzitzit de los mismos. Para hacer tal se procede de la siguiente manera: en la brajá inmediatamente previa, cuando llegamos a Vehavienu leshalom tomamos los tzitziot en nuestra mano izquierda y los sostenemos a la altura del corazón hasta recitar la primera frase del Shemá, luego los cambiamos de mano. Los mantenemos sujetos en la mano derecha, procediendo a besarlos cada vez que se menciona la palabra tzitzit en la tercera parashá de la Keriá, así como en la palabra "venehemanim venejemadim", momento en el cual los soltamos.
También se acostumbra a besar la tefilá del brazo y la cabeza en las dos ocasiones que son mencionadas dentro de las dos parshiot iniciales.
Si el Shemá ha sido ya recitado en forma privada y luego se ingresa en donde un minián esta leyendo esta oración, es obligación decirla junto a ellos, pues de no hacerlo parecería que no estamos dispuestos a asumir el mandato de H sobre nuestras existencias. Si procedemos de manera adecuada, no sólo ganamos el respeto del prójimo, sino que se considera que hemos estudiado Torá, pues el Shemá es parte de ella.
Es correcto que la persona que no posee facilidad en el idioma hebreo pronuncie la frase inicial del Shemá con toda su intención y que luego recite y medite en el idioma que comprenda, ya que de esta forma también queda cumplida la mitzvá.
Algunas explicaciones
La primera parashá del Keriat Shemá (Devarim 6: 4-9)
4-Oye, Israel: Hashem nuestro Dios, Hashem uno
es: 5-Y Amarás a Hashem tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder. 6-Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón: 7-Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes: 8-Y has de atarlas por señal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos: 9-Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus portadas. |
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¡Oye!, o, ¡Escucha!, es la palabra con la cual comienza la recitación de la proclamación del Shemá Israel ('¡Oye, Oh Israel!').
El versículo inicial (Devarim 6:4) contiene lo que generalmente se considera uno de los dos pilares esenciales del Judaísmo: '¡Oye, Oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno!': la existencia de un solo Dios, y que Éste es único, no hay otros, ni Él se puede dividir en elementos.
En cuanto a la palabra Shema, que hemos traducido como Oye, es posible reconocer en su raíz lingüística otras dos acepciones:
De estas asociaciones sintagmáticas es posible construir un nuevo significado para la frase inicial del Shemá Israel: Israel: ¡Presta atención, y obedientemente llena de significados la afirmación que Hashem, el que es tu Dios, es uno!
Es decir, no tan sólo que esta proclamación se convierta en un eslogan, en palabras dichas por alguien, y escuchadas como ejercicio exclusivo de la percepción, sino un acto que compromete tanto el intelecto como el sentimiento, como lo es el de buscar el sentido a la trascendente existencia de un Dios, como lo es Hashem, que es completamente distinto a todo lo que hemos podido percibir en nuestras vidas, pero, que sin embargo ahí está, presente a cada instante, aun cuando no se Lo considera.
Por lo cual, Shemá, como dijimos, es más que oír, se transforma en construir, en creer y crear en nuestras vidas el testimonio de Su existencia.
Esto de servir como testimonio, podríamos decir que se encuentra escondido entre la letras del pasuk. Si contempláramos un Sefer Torá, veríamos que (al igual que en la transcripción que hemos hecho) hay dos letras que sobresalen en dimensiones de las otras. Las letras hebreas finales de Shemá ('Oye') y Ejad (Uno'), escrita en forma destacada en el "Sefer Torá", pueden querer significar Ed, que en hebreo es 'testigo', permitiendo interpretar que aquella persona que recita el Shemá, y lo asimila a su vida, se transforma en testigo de la unidad y dominio de Dios sobre la Creación.
Es interesante el midrash que explica que esta frase de Shemá Israel la dijeron por vez primera los hijos de Israel / Iaacov cuando éste agonizaba. Según el mismo midrash la profunda significación de este hecho se encuentra en la promesa y en la amorosa despedida de todos los hijos, que a pesar de las discrepancias y múltiples diferencias, en torno al padre desfalleciente le iluminaron sus últimos instantes al demostrar que en la creencia en el único Dios ellos permanecían unidos, y éste pronunció de manera apenas audible: "Baruj Shem Kevod Maljuto LeOlam Vaed". Los hijos le indicaban así al anciano padre que los largos años de sufrimiento por la desaparición de un hijo, los constantes dolores que sufría, no culminaban en un vacío, ya que la enseñanza de respeto y amor al único Dios había prendido y arraigado firmemente en los corazones de sus hijos, quienes, a su vez, lo transmitían con unción a sus propios descendientes.
En otros lugares de la Torá se ordena que se cumpla fielmente las palabras de Hashem, y que el temor o la reverencia a Él sea el eje en torno al cual gira la existencia del judío. Pero, con el Shemá se sube un peldaño en la aproximación al Eterno, puesto que se supera la reverencia para alcanzar el amor.
El amor es realmente tal si se da a través del servicio físico y la devoción espiritual. Los jajamim explican que la entrega de la persona por amor debe ser completa, incluso las inclinaciones más primitivas o perniciosas deben ser adiestradas con el fin de elevar a la persona al encuentro de Hashem. Tan alto grado de perfección humana se puede ir consiguiendo integrando una conducta ejemplar constante, que puede llegar hasta el grado del autosacrificio, estudio permanente de la Torá, enseñanza de la misma a los jóvenes y cumplimiento de las mitzvot.
En este primer párrafo de la Keriat Shemá el teocentrismo es absoluto. H es el centro de la existencia del hombre, quien se esfuerza y dedica leshem shamamim, es decir, haciendo todo por amor a H, sin esperar nada a cambio, sin promesas de castigos o premios, sin trueques de ninguna especie, tan sólo el acatamiento de las órdenes de H por el mismo hecho de acatarlas.
Como veremos un poco más adelante, esta parashá es el grado máximo al cual puede el judío aspirar en su relación con H, pero la Torá atenta a las carencias e imperfecciones humanas transmite un plan para ir escalando las posiciones de espiritualidad sin fatigar prontamente al que se empeña en tan digna tarea. El método que presenta la Torá es el de la ascensión gradual, es decir, primero se sube un poquito hoy, mañana otro poquito y así sucesivamente. La prueba para afirmar la existencia de este método la obtenemos al comparar la primera parashá del Shemá con la segunda:
La segunda parashá (Devarim 11: 13-21)
13- Y será que, si obedeciereis
cuidadosamente mis mandamientos que yo les prescribo hoy, amando a Hashem vuestro Dios, y
sirviéndolo con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, 14- Yo daré la lluvia de vuestra tierra en su tiempo, la temprana y la tardía; y cogerás tu grano, y tu vino, y tu aceite. 15- Daré también hierba en tu campo para tus bestias; y comerás, y te hartarás. 16- Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y les apartéis, y sirváis a dioses ajenos, y les inclinéis a ellos; 17- Y así se encienda el furor de Hashem sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis presto de la buena tierra que les da Hashem. 18- Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis por señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. 19- Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas, ora sentado en tu casa, ó andando por el camino, Cuando te acuestes, y Cuando te levantes: 20- Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus portadas: 21- Para que sean aumentados vuestros días, y los días de vuestros hijos, sobre la tierra que juró Hashem a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra. |
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Observamos que las diferencias entre esta sección y la anterior ya se dan desde la primera palabra. En la primera era un amor incondicional, irrestricto, en esta segunda ya se comienza con una condición: "Y será que si...", es decir, quizás se apunta a una misma finalidad, pero en esta segunda parashá se acepta las dificultades de la gran mayoría para lograr un amor puro y sin reservas en relación a H, por lo cual, se advierte explícitamente y se hace llegar a la conciencia de que existirá recompensa y castigo por obediencia o desobediencia.
Tanto el premio como el castigo son dichos en términos netamente materiales, concretos, sin metáforas ni fantasiosas descripciones. Se refieren a sucesos que sobrevendrán en esta vida a las personas, y se hace hincapié en lo que en especial afectaba a las personas en la antigüedad, y hoy en día con menor fuerza pero igualmente importante, es la presencia de lluvia en su tiempo. Es decir, el ritmo de la naturaleza no se verá afectado, la continuidad de las estaciones se producirá, el ambiente no se perjudicará por las malas acciones humanas, y H permitirá que aquellos que cumplen con Sus mitzvot sean bendecidos con lluvias buenas y adecuadas y con riquezas provenientes de la fertilidad que produce la abundancia y la saciedad del cuerpo y el espíritu.
Tenemos pues esta segunda parashá que testimonia el esfuerzo del hombre por alcanzar el amor propuesto en la primera parashá. En la segunda el amor es condicionado, pero con un fin educativo: enseñar a no esperar ni premio ni castigo, sino tan sólo amar por el propio amor a H.
Si el primer párrafo era un canto al teocentrismo y monoteísmo extremo, este segundo es un teocentrismo teñido de antropocentrismo, ya que H le brinda al hombre bienes o le prodiga castigos de acuerdo a su conducta, tal como si H tuviera que estar pendiente del hombre. Por lo cual, la imagen de un Dios por completo separado del hombre se disipa y surge la imagen paternal del Dios preocupado por sus criaturas, e iracundo en los momentos de desaire por parte de sus hijos, pero que lleno de misericordia nos perdona y busca que en los castigos una forma de enmienda a las conductas crasas de las personas (Hashgaja Pratit).
¿Por qué se afirma que el premio y castigo son del Olam HaBá si en este párrafo se hace hincapié en premio y castigo concreto? Maimónides argumentó que la satisfacción de las necesidades materiales, en este mundo, llevan a dejar más tiempo y ocasiones para poder dedicarse a elevarse en el plano espiritual. Pero, depende de la persona a qué le quiere dedicar su tiempo, por esa razón es que esta parashá comienza en forma condicional, ya que la persona con su libre albedrío puede preferir adherirse al pecado en lugar de a H.
Otra gran diferencia entre una y otra parashá, es que la primera se dirige al individuo en tanto que la segunda al colectivo. De esta forma la persona es responsable individualmente, pero a la vez no puede dejar de lado su responsabilidad social, es decir, de formar parte de un colectivo comprometido con las metas propuestas en estas parshiot.
La primera parashá es el amor sublime y en estado puro, en la segunda el amor práctico, puesto a prueba en las ocasiones cotidianas. No son caracteres contrapuestos, sino complementos de la misma tarea, el amor a H, la afirmación de su Unicidad y la ejecución de sus mitzvot (Maimónides, Hiljot Keriat Shemá 1:2).
La primera es kabalat ol maljut shamaim, la seguna es kabalat ol hamitzvot, una el compromiso con el Eterno, la otra la compenetración con Sus palabras y acciones.
Como sea, ambas parshiot recalcan el amor hacia H como la meta última a la cual debe llegar el judío, para lo cual debe cumplir las mitzvot e implementar ciertos símbolos específicos y declarados en estos párrafos: tefilín (tefilá de la cabeza y del brazo), Mezuzá y en el tercer párrafo del Shemá se anuncia el tercer símbolo, que son los tzitzit.
Además de estos símbolos, de la entrega completa a H y del amor se da especial énfasis al tema de la educación. Es importante, imprescindible que el judío no sea ignorante en temas de Torá, que la conozca, que hable de ella, que su conversación este siempre enriquecida con palabras de Torá, y le sea dedicado tiempo a educar a los propios hijos en cuestiones relativas a la Torá.
Como podemos aprender, más allá de las promesas y advertencias específicas que el segundo párrafo contiene, podemos reparar en que las familias judías que comparten la Torá como tema de conversación tienen oportunidades para aprender juntos y crecer juntos, a cada momento, pues se dice que sea la Torá tema de conversación constante.
Como anécdota, quizá no muy precisa pero adecuada al fin, recordamos aquella de que los Benei Israel, los judíos hindúes, se reconocieron como pertenecientes al Pueblo de Israel, porque lo único que guardaban de sus milenarias tradiciones era la primera frase del Shemá en hebreo, que repetían en todas las conmemoraciones y reuniones de importancia. Es así que merced al Shemá la familia israelita pudo reintegrarse con algunos de sus integrantes luego de miles de años de distanciamiento.
Si recordamos que habíamos dicho que se completan 248 palabras en la Keriat Shemá, tantas como mitzvot asé hay en la Torá, podemos recordar que jaza"l dijeron que "cualquier persona que se asienta en la Tierra de Israel, habla hebreo y lee el Shemá en la mañana y en la tarde, tiene asegurado (un lugar en) el Mundo por Venir" (Talmud Ierushalmi Shekalim 3.4). Según los jajamim 248 también son los órganos del cuerpo, de esta manera se quiere señalar que todo el organismo se dispone a asumir el Ol Maljut Shamaim, El Yugo de H sobre sus vidas.
Otra afirmación del Talmud es la de que si tu recitas sólo el Shemá en la mañana y en la tarde, no serás conquistado (Sota 42a). Esto significa que la persona puede enfrentar el Ietzer Hará y vencerlo con el concurso de la recitación del Shemá.
Al respecto menciona RaSH"I que los dos impulsos de las persona, el positivo y el negativo, deben ser puesto al servicio de H, porque ambos impulsos son creaciones de Él. Esto significa que toda la persona, incluso las partes más oscuras y lúgubres son aptas para servir a H y hasta amarLo.
La tercera parashá (Bemidbar 15: 37-41)
37- Y Hashem habló a Moshé, diciendo: 38- Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los remates de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los remates un cordón de cárdeno: 39- Y serviros ha de franja, para que cuando lo viereis, les acordéis de todos los mandamientos de Hashem, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales fornicáis: 40- Para que les acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios. 41- Yo Hashem vuestro Dios, que les saqué de la tierra de Mitzraim, para ser vuestro Dios: Yo Hashem vuestro Dios. |
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Al leer este párrafo se da cumplimiento a la mitzvá de la Torá que ordena que todos los días sea recordada la Ietziat Mitzraim, además de servir a otros cinco propósitos.
Si la primera parashá era el grado máximo de amor H, y la segunda era un eslabón para las grandes masas del pueblo que entre idas y venidas se aproximan y alejan de H, ¿para quién está dedicado este tercer párrafo?
Obviamente que para todas las personas, sean sabios o ignorantes, amplios conocedores de la Torá o apenas tímidos visitantes, creyentes extremos o fríos conservadores tradicionales, todos pueden expresar su devoción a H a través de la vestimenta típicamente judía como lo es los tzitzit, que se traducen franjas o flecos.
Esta mitzvá que sirve como recordatorio de todas las otras mitzvot es para todos y cada uno de los varones de Israel, por lo cual fue insertada esta sección siguiendo a las otras dos.
Como para indicar que toda persona esta en condiciones de esforzarse para apartarse de lo impropio e irse aproximando a H. Ya que no se puede reglamentar qué va a pensar una persona, ni hacia dónde su fantasía lo llevará, se estipula el uso de esta vestimenta, puesto que las conductas si pueden ordenarse, y de esta forma educar el pensamiento y la fantasía.
Al respecto, cuenta la anécdota que un grupo de científicos judíos ortodoxos colocó avisos en forma regular en la prensa israelí durante los últimos años de la década de 1970. En los mismos ellos apelaban al cumplimiento de la mitzvá de Keriat Shemá, para fortalecer así la resolución espiritual de la nación y acelerar la Redención universal; mientras otros ortodoxos enseñaban a poner tefilín o ayudaban a hacerlo o brindaban la oportunidad de vestir tzitzit.
Tanto la mezuzá, como los tefilín y los tzitzit son señales del pacto existente entre H y el pueblo de Israel (las otras dos señales son el Berit Milá y Shabbat y Moadim). Vemos pues la relevancia que tienen los elementos concretos contenidos en la Keriat Shemá en estas palabras del Talmud (Menajot 43b): "Dilectos los Hijos de Israel para H, pues el Santo Bendito Sea, los rodeó con los preceptos de tefilín para sus cabezas, tefilín para sus brazos, tzitzit para sus vestimentas y mezuzot para sus puertas."
Retornando al tema del Amor, este es desinteresado y que se manifiesta en la realidad concreta. Integra el sentimiento de plenitud pero lo excede, ya que se pretende que este Amor sea material, en actos, constante y principalmente, sin esperar nada a cambio. Amor Verdadero, tal como el que H prodiga a Su Creación.
Amor que es muy difícil de alcanzar por la mayoría de las personas, pero que sin embargo es y ha sido meta de muchos judíos que habiendo sido más o menos cultos, al momento de expirar, generalmente en masacres o torturas, no hesitaban en paladear como última cosa de este Mundo las palabras del Shemá Israel.
De manera similar como la oración del Aleinu Leshabeaj se convirtió en lema de los mártires judíos del medioevo (según el "Emek HaBajá"), el Shemá acompañó a inmolados y héroes judíos en sus diversos avatares a lo largo de los tiempos. El gran sabio Rabí Akiva en la época de las persecuciones del Imperio Romano sirve como ejemplo del Shemá llevado a la práctica concreta hasta su máximo grado. Él solía enseñar que las palabras "bejol nafsheja" (con todo tu ser) debían significar aun con el auto sacrificio, llegar hasta el extremo de ofrendar la vida terrena por amor pleno y puro hacia el Eterno. Así, cuando el romano verdugo arrebataba sus carnes con peines de acero, Rabí Akiva desafió su cruel martirio demostrando paz de espíritu, y aun gozo en medio del tremendo suplicio, mientras entonaba el Shemá, puesto que era la hora de cumplir con tal mitzvá de aceptar el Ol Maljut Shamaim (yugo de H). Sus malogrados discípulos que eran testigos de su cruel asesinato extrañados le interrogaron por su inexplicable gozo. A lo cual él enseñó: "Durante toda mi vida, cuando leía el Shemá, me preocupaba de cuando habría de alcanzar el momento que pueda relamente llegar a cumplir completamente con esta mitzvá de amar de H sin esperar nada a cambio; ahora que llegó el momento ¿no he de cumplir el precepto?". Y prolongó la palabra Ejad hasta expirar. (Según Berajot 61b.)
Rabí Akiva amaba a H con todo su corazón y con todo su ser y con todo lo que poseía, ahora él podía hacer del amor al Eterno algo más que una enseñanza en palabras o una metáfora, merced a entregar su vida a cambio de preservar el bienestar de su pueblo y por el cumplimiento de las mitzvot.
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