Conciencia plena

¿Estás plenamente consciente de tu aquí y ahora?
¿Está enfocada tu atención y por lo tanto es poderosa y plena?

La respuesta más habitual a ambas preguntas es: no.
A veces uno cree estar plenamente consciente de su aquí y ahora, pero cuando se pone a indagar un poco resulta que no es así. Uno estaba atendiendo algo, prestando atención a un asunto, concentrado en x pensamiento, atento a cual percepción, pero no de forma integral, no inmerso en su realidad.

Estás leyendo estas letras, formando palabras, asociando con lo que conoces, desaprendiendo y aprendiendo, estás concentrado en esta tarea; ¿es correcto?
Porque describí lo que tu visión y cerebro están haciendo, pero ¿tienes conciencia de los sonidos a tu alrededor, de tu cuerpo en su posición y contactos con el entorno, de los aromas, de la temperatura, del sabor en tu boca, de las señales internas de tus órganos, de tu ritmo e intensidad al inhalar y exhalar?
Seguramente confesarás que no tenías puesta tu atención en ello, que la fuiste trasladando de uno a otro órgano mientras te los mencionaba, pero no estaban en tu conciencia al principio de este encuentro.

Así pues, no estabas en plenitud aquí y ahora.
Está bien que así sea, porque nuestro cerebro funciona como un filtro y maestro organizador, que emplea sus recursos para lograr ciertos objetivos (sobrevivir suele ser el principal).
El sonido del ronroneo del ventilador de tu PC no es información relevante, la bocina a cinco o seis cuadras –que se percibe pero no pasa por la conciencia- tampoco; y así con el resto de la información que te rodea, que te inunda, que es constante, y que no estás preparado para manejarla toda junta, ni tiene valor para ti hacerlo.
Terminarías sumergido, paralizado, incapacitado, muerto.

Por ello el cerebro con habilidad se enfoca en lo que percibe como urgente. Es una poderosa herramienta que nos asegura la supervivencia, el evitar el fracaso.

Ciertas zonas del cerebro pueden operar con más discreción. Algunas personas se entrenan para tener un enfoque preciso.
Otras veces ciertos trastornos provocan que el cerebro tenga dificultad para concentrarse, salta de una percepción a otra, como en un rápido centelleo.
Pero, de manera corriente el cerebro filtra y organiza para ti en piloto automático y por lo general es eficiente en su tarea.

Si quieres puedes ejercitarte para tomar mayor conciencia de tu aquí y ahora, sin por ello ponerte en riesgo.
Veremos unos pocos ejercicios para enfocarte, que te ayudarán a relajarte, a encontrar mayores recursos dentro de ti.
Sí, es una forma de ir construyendo shalom internamente, que te permite construirlo con las otras personas.
Te entrenas para no vivir esclavizado por sentimientos de culpas por cuestiones –reales o ficticias- del pasado, ni angustiado o ansioso por miedos del futuro.
Es relajarse y disfrutar del aquí y ahora.

Estos son ejercicios para prepararte, como todo entrenamiento precisa constancia, repetición, voluntad, ánimo para hacerlos.
No es magia, no hay resultados milagrosos, no tendrás la meta a tus pies enseguida, depende de ti hasta donde quieras alcanzar en tu conciencia plena.

Primer ejercicio.
Concéntrate en tu respiración, solo en ella.
Puedes estar sentado, parado, acostado, en el bus, en una habitación en penumbras, donde fuera.
Allí donde estés, en la posición que estés, igualmente tu mente irá de una cosa a la otra, no te pelees, simplemente ve pasar el pensamiento y regresa a enfocarte en tu respiración.
Quizás te ayude hacerlo sentado tranquilamente, en una habitación serena y en penumbras. Pero esto no es indispensable.

Puede parecer un ejercicio simple, fácil de cumplir, pero no lo es.
Comienza con treinta segundos. Pon una alarma para terminar.
Si lo lograse, hazlo luego nuevamente.
Si puedes con los treinta segundos plantéate hacerlo por un minuto.
Y así irás avanzando etapa a etapa hasta que puedas estar el tiempo que desees concentrado solamente en tu respiración.
Te notarás luego más relajado, con mayor energía, con mejor humor, como habiendo dormido profundamente.

Segundo ejercicio.
Escoge un objeto, cualquiera, y enfócate en él, solo en él.
Emplea tus sentidos, todos los que puedas, en contactar con el objeto.
Míralo, huélelo, escúchalo, saboréalo, pálpalo, reconoce su “ser”.
A veces puedes escoger la llama de una vela, una nube, el humo de una taza de café, una cortina movida por el viento, el rumor de la calle, una sinfonía, un rostro, tienes infinitas posibilidades. Solamente concéntrate en el objeto, permite que todos tus sentidos se integren a él, siempre y cuando sea físicamente (moralmente) posible.
En ocasiones puedes alternar en tu enfocarte con determinados órganos, excluyendo otros, para más tarde cambiar. Tú eliges, tú eres el que toma la decisión con el objetivo en mente de integrar el objeto en ti.
Ojo, no tienes que planificar, ni analizar, ni indagar sobre la historia, ni especificar composición o lo que fuera, es un ejercicio de enfoque de los sentidos, no de poder de análisis o abstracción.

Tercer ejercicio.
Cuenta en reversa de 99 a 0.
Solo te enfocarás en el conteo, en nada más.
Si adviertes que un pensamiento capturó tu atención, deberás comenzar desde 99 nuevamente.
Esta práctica se puede realizar también con algún pasaje para recitar de memoria, el cual conozcas perfectamente y sin vacilaciones.

Cuarto ejercicio.
Escoge una palabra que sea significativa para ti, que la asocies con felicidad, paz, calma, éxito, bendición.
Visualízala en tu mente.
Deletréala.
Pronúnciala en silencio.
Escríbela en tu mente.
Varía el tipo de letra y tamaño, cámbiale el color y textura.
Juega con sus letras formando otras palabras.
Léela al revés.
Hazla flotar en tu espacio mental.
Solamente ten conciencia de esas letras, de esa palabra, de la palabra que se forma y deforma, que cambia y se regenera.

Quinto ejercicio.
Sal al patio, un jardín, la playa, cualquier ambiente “natural” y deja que los sentidos se impregnen de la información que te rodea.
No te detengas en ninguna cosa, simplemente permite que el entorno te llene los sentidos.
Allí un ladrido, voló un pajarito, sentí el viento en mi rostro, una hormiga camina portando su carga, el aroma de los abetos, y así sigues, de una percepción a otra.
No asocies, no te detengas, simplemente fluye con los sentidos.

Hasta aquí estos cinco ejercicios, los cuales deberías realizar de manera periódica hasta que descubras que tienes mayor conciencia de tu aquí y ahora sin esfuerzo y sin por ello saturar de información a tu cerebro.
Verás avances en todos los planos de tu existencia, incluso advertirás que cuando rezas estás más conectado al Eterno, cuando ayudas al prójimo lo haces con mayor bondad, etc.

Sería de mucha utilidad si los hicieras, alguno o todos, y tuvieras a bien comentarnos qué sentiste, pensaste, y que cambios has ido notando en ti con el paso del entrenamiento.
Gracias por tu atención y amabilidad.

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Jonathan Ortiz

En una sociedad en la que se promueve aislarse de la gente pero al mismo tiempo con aparatos tecnológicos (mp3, tablet, ipod, iphone, smartphone, pc, laptop, psp, wii, etc) este tipo de ejercicios se hacen necesarios.

gracias Moré

Jonathan Ortiz

Mmm… quizás la gente que se dedica a debatir sobre las mentiras del imaginario sujeto de la cruz, aun no están plenamente convencidas de lo inservible que es desgastar energias en tales temas.

Similar a quien se enteró que aquella persona que le juró amor en realidad le estaba mintiendo, y en lugar de ocuparse de su vida, aun sigue pensando, hablando y hasta sientiendo algo por quien le engañó.

Quizás es eso, aun no superan que los engañaron. Aun quedó algun sentimiento de apego por ahi hacia el sujeto de la cruz.

Quizás no.

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