El infinito limitado

La NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) está íntimamente vinculada al infinito, es una chispa de divinidad.
Es la que nos vincula al todo, al universo, en toda época, en todo lugar; y aún así no ocupa ni tiempo ni lugar. Es una realidad incomprensible, inimaginable, impensable; pues, no entre dentro de ninguna etiqueta del mundo que conocemos, inventamos o compartimos.
Es la identidad más sincera de nuestro ser, que al mismo tiempo no nos “pertenece” y ni siquiera es una entidad individual.
La NESHAMÁ, como podemos comprender de la breve presentación, es un enorme misterio y paradojalmente es la presencia más clara y constante que nos vivifica.

Por Voluntad Divina es que durante un brevísimo lapso de tiempo, en un confinado espacio, la NESHAMÁ se conecta con un cuerpo determinado, en un específico momento.
La conexión infinita nunca se corta, no hay apartamiento de Dios, ni una cancelación de la identidad espiritual a causa del lapso de encarnación.
Seguimos siendo esa entidad misteriosa para los conceptos terrenales, y siendo “eso” lo ignoramos por completo y no lo llegamos a percibir a través de nuestros sentidos.
A veces hay rayos de conciencia, sea intuición, profecía o alguna otra manifestación que hace presente nuestra esencia.

El hecho cierto es que nuestra vida terrenal es una tremendísima confinación para nuestro Yo Esencial.
El espíritu aspira al infinito, a ser lo que es.
Pero no puede en la limitación constante del mundo/cuerpo.

Esa limitación es parte del proceso de aprendizaje, de experimentación, que la NESHAMÁ cumple en su pasaje terrenal.
Porque, ser infinita y estar conectada al conocimiento total igualmente no permite sentir, experimentar, disfrutar prácticamente; sino solamente ser/poseer un contacto teórico.
Es el la vida mundana la que aporta la experiencia, la sensación que pasa a dotar de cualidades al frío saber ideal.

El Creador nos dotó, al igual que los animales, de mecanismos naturales para reaccionar automáticamente ante las amenazas a nuestra supervivencia.
Nosotros le denominamos EGO, palabra que se usa con diferentes y variadas definiciones.
En la nuestra, es la que en la Tradición se conoce como IETZER HARÁ; como hemos dicho, mecanismos naturales, saludables, automáticos, normales, que se disparan cuando se siente que está en riesgo la vida o la integridad.
Sí, el EGO se activa cuando sentimos impotencia que llevaría a la muerte o daño.

Ya enseñamos en numerosas ocasiones que el problema es cuando el EGO está en el dominio de la persona en situaciones de impotencia pero que no conllevan un posibilidad real de muerte o de grave perjuicio.
Esas impotencias son constantes, a cada rato surge, o imaginamos, impotencias.
Por tanto, vivimos en un estado de estrés, reaccionando de manera incorrecta y perjudicial.

Así mismo, el EGO ocupa un lugar de deidad y es el generador de TODAS las religiones, de todas las épocas y lugares. Este tema lo trabajamos varias veces y no diremos más ahora, pero añadiremos algo.
A través del EGO es que generamos/inventamos respuestas a nuestro anhelo de infinitud, porque, recordemos somos chispas del infinito.
¡Cuánto trabaja el EGO cada vez que la NESHAMÁ añora su infinitud a pleno!
Es una tremenda sensación de impotencia saberse infinito pero estar confinado a un estrechísimo retacito del universo tiempo/espacio.
Entonces, se pueblan las mentes con imaginados dioses, demonios, brujos, superhéroes, héroes míticos, entidades sobrenaturales, alienígenas, magia, astrología, superstición, religión, amuletos, palabras mágicas y todas las otras fantasías que se producen para hacernos sentir menos limitados, menos olvidados en un oscuro rincón del universo. Porque, todos esos seres y poderes (fantaseados) se ocupan para relacionarse con nosotros, conocernos, tratarnos, humillarnos, castigarnos, matarnos, abducirnos, criarnos, educarnos, legislarnos, depender de nuestros sacrificios, estar a nuestro servil servicio, etc.
Y así, de manera irreal nos sentimos impotentes pero con el poder de dominar a esas entidades poderosas.

Ni judaísmo, ni noajismo, son religiones, aunque muchísima gente las llame así, las confundan con ellas, o las vivan como si lo fueran.
Judaísmo es el camino apropiado para la identidad espiritual judía, tal como el noajismo es para la identidad espiritual de los gentiles.
Al profundizar en el camino espiritual que nos corresponde, estamos fortaleciéndonos, debilitando el lazo del EGO, permitiendo a la LUZ de la NESHAMÁ alumbrar de manera benefactora.
Pero, cuando se convierte al judaísmo o noajismo en achacosas burlas de lo que son, por vivirlas como religiones, se está bloqueando el influjo de la LUZ y añadiendo manchas oscuras que nos atormentan con más impotencia.

Ahora, una pregunta: ¿es posible realmente limitar el infinito?
Depende lo que comprendamos por infinito es la respuesta que obtendrás.

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