Esperanza con confianza

Estamos en la parashá Shelaj Lejá, en Bemidbar/Números pesukim 13:1 al 15:41.
Llegaron los doce exploradores.
Debían traer un informe de lo observado, siendo imparciales, leales, medidos, lo más humanamente posible objetivos.
Pero, no lo fueron.
Salpicaron con sus sistemas de creencias las informaciones, convirtiéndolas en calumnias más que en descripciones acertadas.
El ánimo de impotencia afloró en la comunidad, a impulsos de sus propios dramas existenciales a los que se sumaban las instigaciones de los líderes corrompidos por el EGO, bajo cualquier excusa que se quiera presentar.
El EGO, cuando no es contenido a su apropiada tarea, produce mayores inconvenientes que medidas resolutivas. Por lo cual, se dispararon acusaciones, quejas, murmuraciones, llantos, penurias, disturbios, falta de confianza, ingratitud, incorrecta autoestima que deriva en quejas injustas, amenazas, agresiones… en fin, las manifestaciones del EGO.
Luego de lo cual, el Eterno les dio lo que les correspondía, aunque no era lo apropiado: los israelitas son condenados a permanecer fuera de la sagrada Tierra hasta completar cuarenta años.
Un grupo decide hacer oídos sordos a la justa sentencia y avanzan para irrumpir en la Tierra, cuando ya no contaban con el aval ni el permiso.
Son rápidamente exterminados.
Muerte y desolación, abandono y miseria interna, desesperanza y el desierto por todos lados, una vida que terminará sin culminar su viaje. Cuánto dolor. La antigua promesa de Dios a los Padres sigue en pie, aunque no será en esa generación que se concrete. Si bien ellos fueron rescatados para ser llevados milagrosamente al Hogar y ocuparlo sin mayores inconvenientes, ahora solamente resta vegetar rumbo al fracaso. A la espera de otra generación, una que sí podrá hacerse cargo de la tarea. Aunque, ya no será lo mismo, pues el tiempo “mágico” para entrar a la Tierra ha pasado. Lo que hubiera sido obtenido con relativa calma, se convirtió en una tarea para titanes y héroes. Un misión que todavía debemos completar, pues el retorno a la Tierra y su ocupación completa y bienaventurada todavía está por delante de nosotros. Estamos cerca, muy cerca, pero aún no es el tiempo final.
Y, aquella generación del fracaso estaba atormentada. Sí, tenían muchas cosas para aprender y algunas para enseñar a la siguiente generación, pero ellos sabían que estaban perdidos, condenados a morir allí en donde ellos habían escogido: el desierto.
Y en medio de esta desazón tremenda, la Torá hace una interrupción abrupta para traernos a colación un par de temas por completo fuera de lugar y tiempo, sacados de contexto:

«El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
‘Habla a los Hijos de Israel y diles: ‘Cuando hayáis entrado en la tierra que vais a habitar y que Yo os doy, presentaréis una ofrenda quemada del ganado vacuno o del ganado ovino, como grato olor al Eterno, en holocausto o sacrificio por un voto especial, o como sacrificio voluntario, o por vuestras festividades… [y etc.]»
(Bemidbar / Números 15:1-3)

Y:

«El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
‘Habla a los Hijos de Israel y diles: ‘Cuando hayáis entrado en la tierra a la cual Yo os llevo, sucederá que cuando comáis del pan de la tierra, presentaréis una ofrenda alzada al Eterno…. [y etc.]»
(Bemidbar / Números 15:17-19)

¿Perdón?
¿Cómo dice don Dios?
¿A qué viene esto aquí y ahora?
Acaba de señalar el destino de muerte en el desierto para esa generación, porque eso es lo que ellos reclamaron, ¿y menciona esto?
¡Faltan casi cuarenta años!
Toda una generación debe formarse.
¿Qué hacen estos mandatos en este lugar del relato de la Torá?

Una respuesta.
El Eterno está consolando al pueblo, dándoles la confianza de que ellos están condenados a morir en el desierto, porque eso ellos quisieron. Pero, tienen una tarea gigante, la cual es formar a sus hijos para que no sean dominados del EGO, sino personas que establecen una vida orientada por la NESHAMÁ.
Ellos morirán fuera, pero su legado permanecerá vivo y con la promesa intacta.
De esa manera, sus cuerpos serán los que queden fuera de Israel, porque sus espíritus reposarán en la Fuente de Vidas y se continuará en la vida de hijos y siguientes generaciones.
No todo está perdido, está diciendo indirectamente Dios; más bien, éste es un reinicio, para una mejor vida para todos.
Sí, algunos quedarán por el camino, pero el pueblo seguirá avanzando y obteniendo la redención prometida.
Ahora depende de los padres educar en el camino del constructor del SHALOM a los hijos.
Ya no más amarguras del EGO, sino bienestar de la NESHAMÁ.
Porque aquí mismo está consolando el Eterno, haciéndoles saber que efectivamente ingresarán a la Tierra, construirán un Santuario y estarán en condiciones de elevar ofrendas dedicadas a Él.
Así pues, no hay mejor lugar y momento que éste mismo para que el Eterno revele estos preceptos a aquella generación.
Para afirmar la vida, incluso ante la sentencia de muerte.
Como tantos otros que sabiendo que estaban agonizando, no se refugiaron en las estrategias del EGO, sino que aprovecharon sus últimos alientos para reforzar la continuidad del bien.
Una tarea que debemos asumir nosotros, sea que vivamos un día o miles de días.
Sea que estemos en la Tierra o fuera de ella.
Siempre en la senda del constructor de SHALOM, acciones de bondad y justicia, siendo leales al Eterno. En obras, en palabras, en pensamientos.

De esta manera, estamos haciendo nuestra parte y heredando nuestro tesoro aquí y en la eternidad.
Teniendo esto en mente, podemos comprender de una manera más luminosa el párrafo que concluye la sección:

«El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
‘Habla a los Hijos de Israel y diles que a través de sus generaciones se hagan flecos en los bordes de sus vestiduras y que pongan un cordón azul en cada fleco del borde.
Los flecos servirán para que al verlos os acordéis de todos los mandamientos del Eterno, a fin de ponerlos por obra, y para que no os desviéis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, tras los cuales os prostituís.
Será para que os acordéis y cumpláis todos mis mandamientos, a fin de que seáis santos para vuestro Elohim.
Yo soy el Eterno, vuestro Elohim, que os saqué de la tierra de Egipto para ser vuestro Elokim. Yo soy el Eterno, vuestro Elokim.'»
(Bemidbar / Números 15:37-41)

¿Comprendes ahora la relación?

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Isabel Ramos

Buenos días a todos :
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He tratado de comunicarme con usted pero me ha sido imposible incluyendo por vías de comentarios y no se porque pero por favor
Necesito su ayuda con un buen consejo por favor podría mandarme su correo electrónico para hacerle una pregunta inmediata se lo voy agradecer con todo mi alma por siempre
Mi correo es:

Delallel

Que belleza.
Aunque no sé si comprendo la relación ha sido emocionante entender que el Eterno da consuelo hasta en sentencia de muerte.
No sé si sea esclavo o haya decidido quedarme en el desierto, tampoco si corresponde adjudicarme el consuelo, pero sí que aunque no esté en la Tierra, será mi gran tarea.
Gracias

Delallel

respecto a su última pregunta, ud se refiere a una relación.

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