¿Lanzas a Iosef al pozo?

Querido lector, espero que estés bien al leer estas líneas.
Hoy estudiaremos brevemente un pasaje de la parashá Vaieshev, que corresponde ser leída públicamente en las comunidades judías alrededor del mundo esta semana.

No quiero aburrirte hablando nuevamente del EGO, pero hablaré tratando de no aburrirte.
Es muy importante la comprensión de los mecanismos que nos hacen pensar, sentir, hablar, hacer, puesto que puede redundar en una vida de plenitud, de salud, de bienestar, o en una vida de amarguras y fracasos.

Así que, por favor amigo lector, acompáñame, prometo que trataré de ser breve e interesante, de paso te puedes llevar algún beneficio gratuitamente.

El EGO es una parte de nosotros, en su momento necesario, en su dosis justa es útil.
Como siervo, es eficiente.
Como amo, resulta en descalabros para la persona, las relaciones, la sociedad.
Tristemente el EGO es quien se sienta en el trono de la mayoría de las personas, por eso el mundo anda como anda desde el comienzo de las épocas.

Aprender acerca de esto, vernos en el espejo del alma, encontrar herramientas para armonizarnos, se constituye en un trabajo esencial, que brinda réditos aquí y en la vida postrera.
Cada parashá, especialmente aquellas que refieren historias humanas, anécdotas de personas vitales, es un buen campo para cosechar enseñanzas de vida, de cómo actuar, proceder, relacionarnos, limitarnos para crecer.
Cada parashá, las que cargan con numerosos mandamientos y reglas, nos da pautas de cómo encauzar nuestra existencia, para ser más dueños de nosotros mismos y menos esclavos del EGO, propio o de otros.

La parashá Vaieshev, la nuestra, es una enciclopedia completa de instrucciones para la vida, de moralejas, de iluminaciones fundamentales.
Yo me detendré en un breve pasaje, que no es el más sublime en la historia de los antiguos hebreos, pero es un momento clave sin dudas.

Te presentó el párrafo:

"(12) Sus hermanos fueron a apacentar las ovejas de su padre cerca de Siquem,
(13) e Israel dijo a Iosef [José]: -Tus hermanos apacientan las ovejas cerca de Siquem. Ven, te enviaré a ellos. Y él le respondió: -Heme aquí.
(14) Él le dijo: -Anda, por favor, y mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Lo envió desde el valle de Hebrón, y él llegó a Siquem.
(15) Andando él extraviado por el campo, un hombre lo encontró. Y aquel hombre le preguntó diciendo: -¿Qué buscas?
(16) Y él respondió: -Busco a mis hermanos. Dime, por favor, dónde están apacentando.
(17) Aquel hombre le respondió: -Ya se han ido de aquí. Yo les oí decir: ‘Vámonos a Dotán.’ Entonces Iosef [José] fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán.
(18) Cuando ellos lo vieron desde lejos, antes de que se acercase, actuaron engañosamente contra él para matarle.
(19) Se dijeron el uno al otro: -¡Ahí viene el de los sueños!
(20) Ahora pues, venid; matémoslo y echémoslo en una cisterna. Después diremos: ‘Alguna mala fiera lo devoró.’ ¡Veamos en qué van a parar sus sueños!
(21) Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos diciendo: -No le quitemos la vida.
(22) -Y Rubén añadió-: No derraméis sangre. Echadlo en esta cisterna que está en el desierto, pero no pongáis la mano sobre él. Era para librarlo de sus manos a fin de hacerlo volver a su padre.
(23) Sucedió que cuando Iosef [José] llegó hasta sus hermanos, ellos despojaron a Iosef [José] de su túnica, la túnica de diversos colores que llevaba puesta.
(24) Lo tomaron y lo echaron en la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía, sin agua.
(25) Después se sentaron a comer, y alzando los ojos miraron, y he aquí que una caravana de Ismaelitas venía de Galaad con sus camellos cargados de perfumes, bálsamo y mirra para llevarlos a Egipto.
(26) Entonces Yehudá [Judá] dijo a sus hermanos: -¿Qué provecho hay en matar a nuestro hermano y en encubrir su sangre?
(27) Venid, vendámoslo a los Ismaelitas. No pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra carne. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él.
(28) Y cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron a Iosef [José], subiéndolo de la cisterna, y lo vendieron a los Ismaelitas por 20 piezas de plata. Éstos se llevaron a Iosef [José] a Egipto.
(29) Cuando Rubén volvió a la cisterna y no halló a Iosef [José] allí, rasgó sus vestiduras.
(30) Volvió a sus hermanos y les dijo: -¡El joven ha desaparecido! Y yo, ¿a dónde iré?
(31) Entonces ellos tomaron la túnica de Iosef [José], degollaron un cabrito del rebaño y empaparon la túnica en la sangre.
(32) Después enviaron la túnica de diversos colores, la trajeron a su padre y le dijeron: -Esto hemos encontrado. Reconoce, pues, si es o no la túnica de tu hijo.
(33) Él la reconoció y exclamó: -¡Es la túnica de mi hijo! ¡Alguna mala fiera lo ha devorado! ¡Ciertamente Iosef [José] ha sido despedazado!
(34) Entonces Iaacov [Jacob] rasgó sus vestiduras, se cubrió con cilicio y guardó duelo por su hijo muchos días.
(35) Todos sus hijos y todas sus hijas fueron para consolarle, pero él rehusó ser consolado. Y decía: -¡Enlutado descenderé hasta mi hijo, al Sheol! Y su padre lo lloraba.
(36) Pero los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, funcionario del faraón, capitán de la guardia."
(Bereshit / Génesis 37:12-36)

Seamos breves en la enseñanza.

Iosef al igual que sus hermanos fueron personas reales, hijos de Iaacov, cabezas de tribus de Israel.
Pero también pueden ser tomados como tipos de personalidad, características del ser, actitudes cotidianas, tuyas y mías. 

(12)
Los hermanos de Iosef fueron a apacentar el ganado, a dedicarse a las cosas del cuerpo, a lo básico, a lo absolutamente terrenal. Esto no tiene nada de malo, ni de pecaminoso, ni de erróneo. A diferencia de las religiones que condenan al cuerpo, que lo demonizan, nosotros podemos darnos cuenta de que somos cuerpo, en tanto vivimos en este mundo. Sin cuerpo no tendríamos existencia terrenal, por tanto estaríamos incapacitados de cumplir aquello para lo cual hemos sido creados por Dios. Por tanto, al cuerpo que somos hay que respetarlo, conocerlo, amarlo, cuidarlo. Por supuesto que no es el cuerpo lo principal, pero tampoco un objeto para desconsiderar o maltratar. De hecho, es obligatorio ser sumamente cuidadosos con nuestro cuerpo, con lo que somos materialmente. Si bien las religiones y algunas sectas tratan de empobrecer el cuerpo, restringirlo e incluso castigarlo, porque lo ven como cuna del deseo, centro de las pasiones, culpable de los males, en realidad la santidad no se encuentra en estas acciones y doctrinas, sino justamente todo lo contrario.

(13-14)
Pero, como dijimos, no somos solamente cuerpo y enfocarse únicamente en él es un error.
Por lo cual la conciencia, Iaacov/Israel, intenta tomar contacto.
Envía a Iosef, que estaría simbolizando la percepción, los sentidos (materiales y el espiritual) puestos al servicio de la comprensión e inteligencia.

(15-17)
Lo que percibimos es lo que nos vincula con nosotros mismos, con el prójimo, con el entorno.
Cuando tenemos dificultades en la percepción, estamos en problemas para comprender, comunicarnos, integrarnos.
Muchos inconvenientes en tu vida se ocasionan por estos obstáculos en la percepción.
A veces nos sentimos perdidos, como si no estuviéramos integrados con nosotros mismos. Tal como si un vértigo se apoderara de nuestro pensamiento y no hiciera sentir desconectados, desconfigurados. A veces aparecen aquellos que nos orientan, que pasan por nuestros caminos y nos dan una mano. Gente que queda anónima, tal vez perdidos en la nube del olvido, pero que allí hicieron su aporte.
Como si cada ocasión sirviera como un nuevo ladrillo en la tarea de construir una personalidad integrada, una multidimensionalidad armonizada.
Debes saber que mientras vivimos en el exilio personal, desconectado de ti mismo, es difícil que puedas ser alegre, vivir en paz, con plenitud.

(18-20)
La percepción está en procura de encontrarse con sus partes, tal como vimos.
Pero, algo no está bien.
Desde dentro se recibe una orden extraña: “acabemos con el soñador”.
Matarlo antes de que llegue.
Actuar maliciosamente, con engaños, para entramparlo y desaparecerlo.
Se elaboran excusas.
Se inventan justificaciones.
El EGO está al mando y no quiere perder su dominio. Está cómodo en su sitial de salvador, de dios, de amo, hará lo que pueda para eliminar aquello que pueda alterar su patético reinado.
Hundirá en el fondo de algún pozo a la percepción, de esa forma la conciencia no tendrá forma de conectarse y desintegrar el reino del EGO.
El EGO trama contra el ser.
Es extraño, porque el EGO es parte de la persona, destruir a la persona es destruirse, pero el EGO no razona, está en un ámbito pre-racional. Se maneja con otro sistema, otras prioridades, otros valores. Si debe destruir a la persona, a sí mismo, lo hará, sea para seguir siendo el salvador, el redentor, el dios. Pero el EGO no es unívoco, también hay conflictos en él. Por supuesto que esto genera conflictos enormes para la persona, pero así somos…

(20-22)
Pareciera que el EGO es tendencia a la muerte, por los modos que usa, por los extremos a los que llega, por los mecanismos destructivos que emplea.
Pero esencialmente el EGO es predisposición hacia la vida, porque supervivir es la tarea original y natural del EGO.
Es nuestro mecanismo instintivo para sobrevivir, para reaccionar cuando no hay tiempo de razonamiento, ni de reflexión, ni de valorar opciones. Es el mecanismo innato de supervivencia.
Que luego se transforme en un tirano, que ocupe lugares que no debe, que nos someta a torturas constantes, ya es otra cosa.
El EGO, cuando nacemos es nuestro primer amigo y luego nos sigue acompañando hasta el último aliento. Pero ya no como un verdadero amigo, sino como un aprovechador.

(23-24)
El EGO se las apaña para quitarnos nuestro rostro y ponernos antifaces. Vamos actuando como actores en una obra de teatro, creyéndonos el personaje que actuamos, en lugar de encontrar nuestra esencia y ser la persona que estamos capacitados para ser.
Se nos quita nuestra identidad para darnos otras, falsas, pero que terminan siendo adoptadas como propias.
Al final, también somos esas máscaras, porque es lo que vamos siendo y haciendo, aunque en el fondo no se alineen con la identidad espiritual que somos.
La salud consiste en armonizar nuestras facetas, no en expulsar las máscaras, sino integrarlas y hacerlas sintonizar con nuestra esencia espiritual.
Pero, no es fácil. De hecho, la mayoría cae en el pozo, se sumerge en la oscuridad, queda encerrado en su celdita mental, llena de prejuicios, de cosas no comunicadas, de falsedades, de deseos inconfesables, de dolores reprimidos, de sueños vanos, de… sumergidos en un pozo, allí nos encarcela el EGO.
El hombre sigue vivo, pero no lleva una vida de plenitud, no consigue el shalom.
Está preso, esclavo del EGO.
Por supuesto que las excusas nacen a cada rato para esquivar el tremendo dolor, por supuesto que la amargura está a la orden del día, así como las mentiras y los engaños.
Es que estamos presos en celditas mentales, pequeñitas, oscuras, apenas alumbradas, encerrados por mandatos, preconceptos, creencias erróneas, en un pozo en el desierto y sin agua.
Es una muerte en vida, una vida vacía, sin sentido.

(25-29)
El vacío existencial no se llena con comidas, ni con diversiones, ni con payasadas, ni con religiones, ni con lemas, ni con activismo político, ni con muros del Facebook o vanidades del Twitter.
Habrá bailes, drogas, música, desenfreno, deportes, películas, sexo, bailes, prédicas desde el púlpito, congregaciones religiosas, fiestas, títulos, trofeos, dinero, fama, pero puro vacío, nada con un sentido verdadero.
Hasta que se alza la vista y se da cuenta de que nada de esto sirve.
Pero el EGO no se inmuta por la falta de sentido. La trascendencia no es su objetivo de vida.
La celdita debe ser decorada para aparentar libertas. Pero jamás ser libre, porque la libertad marea, da miedo, desconcierta.
Mejor esclavizarse, hacerse adicto, ser fan, ser religioso, ser parte de un grupo o de la masa, perderse en la inconciencia del colectivo, en la fantasía del poder de un dios o salvador.
Nos llenamos de cosas, compramos, perseguimos títulos, buscamos fama, formamos familias, nos llenamos, nos llenamos, pero seguimos vacíos, porque no es la armonía entre nuestras dimensiones la que existe, sino meramente ilusiones de plenitud.

(29-30)
La angustia existencial nos alumbra en esos raros instantes que sentimos que nuestra vida es sin sentido.
¿Qué hacer?
¿Terapia?
¿Píldora mágica del psiquiatra?
¿Brujería?
¿Religiones?
¿Comprar cosas?
¿Destruir?
¿Suicidio?
¿Qué hacer?
¿Seguir viviendo?
¿Cambiar? Pero… da muchísimo terror cambiar, hasta solo de pensar ya uno se deja vencer por la impotencia.

Es como estar rasgado, como sentir por un momento la desconexión.
¿Y luego?

(31-36)
Pero…. ¡no!
Se suele decantar por seguir en la mentira, por seguir en un tétrico baile de disfraces.
La esclavitud se acrecienta.
El dolor se hace constante.
Uno inventa excusas, justifica, los pretextos se suman, pero no se hace lo que es necesario para ser libre.
Otros tienen la culpa, es el destino, Dios es malo, la vida es injusta, aquello y lo de más allá, todo vale para adormecer la conciencia, embotarla, reducirla a escombros.
Y así vivimos, pasamos por la vida, hasta la tumba.

Bien querido amigo, éste ha sido el relato que quería compartir contigo, junto a la modesta interpretación desde el punto de vista de lo que acontece en nosotros.
El párrafo no ha dado respuestas ni soluciones.
Es un capítulo oscuro, opresivo.
¿Cuándo veremos la puerta que da paso al retorno, al fin del exilio, a la salud integral?

Si Dios quiere, lo estudiaremos en otra ocasión.

Si te gustó, si no te gustó, si tienes algo positivo para aportar, me encantaría leerlo y compartirlo aquí debajo, en los comentarios.

Pasa un excelente día.

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