Lleno de vacío

Nietzsche dijo: “La actividad constante es el refugio de quienes temen encontrarse consigo mismos”.

Antes de analizar la frase, corroboremos algo acerca de la fuente.
Como sabemos, es bueno tomar la sabiduría de donde se encuentre, sea de un idólatra, un religioso, una persona espiritual, de quien sea. Lo importante es reconocer la sabiduría, evaluar la idoneidad del emisor, y adquirir comprensión para aprovechar todo aquello que es beneficioso.
No le podemos pedir a Nietzsche, ni a Gandhi, ni a Chopra, Luther King, sabiduría espiritual, ellos no la tienen, no es de los sabios de las naciones del mundo el terreno del liderazgo en materia espiritual.
Estos cuatro que mencione como ejemplo tuvieron/tienen luces y sombras, muchas sombras, especialmente en lo que a sintonía con su propia identidad espiritual y herencia correspondiente, y sin embargo sus dichos pueden ser citados, siempre y cuando tengan algún valor práctico.
No son maestros de espiritualidad, aunque las masas consideren a más de uno como tales, sino tan solamente gente inteligente, con experiencia, con lecturas y vivencias que tienen algo para compartir.
Ese algo no cuenta con carácter de espiritual, aunque ellos o sus seguidores así lo crean, pero sin embargo pueden poseer un valor que empleados correctamente sirven para encaminar bien.
En la cita con que comenzamos tomamos la sabiduría acerca del ser humano, de nuestras fallas, de nuestra huida para no afrontar el sentido trascendente.
Sobre esto podemos prestar atención a Nietzsche y considerar sus palabras a la luz de lo que conocemos y valoramos como correcto.

Nos encontramos excusas a cada rato para seguir presos del EGO.
Desde que vamos adoptando como propia la vivencia de las máscaras del Yo Vivido, cada vez menos nos conectamos con nuestra esencia, con nuestra pureza interior.
Cada vez más atareados, ajetreados, entre-tenidos, ociosos y aburridos, justificando las mil horas de trabajo, las dos mil frente a los jueguitos en un monitor, las cada vez más pastosas horas ante la pantalla con un partido ignoto de algún deporte que no practicamos pero que bobaliconamente vemos mientras engordamos.
Sumamos amigos a nuestra cuenta en la red social, pero ni sabemos quienes son.
Corremos detrás del peso/bolívar/sol/dólar/euro para el sustento, cuando debiéramos decir que es para el sustento de los políticos, pastores, traficantes, comerciantes desalmados, multinacionales, etc.
Nos sumergimos en mares de mp3, tubes, streams, tuits, chats, etc.
Tal vez hablamos con alguien, pero son monólogos, sordos que conversan de cualquier cosa para pasar el rato sin conocerse, ni uno al otro, ni uno a uno.
Estamos fatigados, dormimos pero no descansamos, vacacionamos pero no nos relajamos, amamos pero mirando el reloj, nos hacemos viejos y somos vacíos pero llenos de cosas, grupos, nombres, redes, nadas…
Completamos agendas a nuestros hijitos, quienes desde antes del amanecer hasta bien salidas las estrellas no paran de una actividad a otra, de un curso a otro, de un entrenamiento a una clase particular, hasta que se encierran a chatear,  masturbarse soñando en nada, mensajearse, adoctrinarse frente al canal “infantil” de turno…
Somos apurados para llegar al cementerio, vacíos, ridículos, religiosos, creyentes, ateos, viciosos.
Y las mujeres, doble presión reciben, aún hoy.
Que la casa y el trabajo, que la ocupación laboral y que los chicos, que ser bella y ser experta, que ser prostituta y ser santa, que… una vida de apariencias, de fracasos maquillados, de exigencias desmesuradas.

Sí, tenía razón el teutón hace tantos años, el refugio –ficticio- en la actividad desenfrenada, en el no parar, en el no detenerse a auto conocerse, en vivir en ignorancia.
Al tiempo que Gandhi decía: "Todo lo que hagas en la vida no tendrá importancia, pero de todas formas tienes que hacerlo".
Seguramente que el sentido que tenía al decirlo era otro, pero lo podemos aplicar a la idea que estamos analizando: hagas lo que hagas, eso que te resulta tan importante, eso que te crees que debes hacer sino el mundo se detiene, no vale de nada, se lo comerán los gusanos… pero igual tienes que hacerlo.
¿Por qué?
Porque te han mandatado así tus padres, tus amigos, tus jefes, la sociedad, tu cónyuge, tu religión, la tele, tu mismo.
Y tienes que hacerlo, para llenarte de actividades, para asilarte en el correr sin pausa, no sea cosa que te pares un rato y te vayas a encontrar a ti mismo…

Nos fragmentamos, nos quebramos, nos hundimos, jadeamos de cansancio, padecemos, estamos exiliados de nosotros mismos.
Nos buscamos afuera, nos vemos en espejos, en videos, esperamos que otro nos diga que somos buenos, lindos, merecedores de paz y satisfacción.
Pero no está afuera la respuesta.
Tampoco adentro, al menos no en el adentro ese tan superficial de los gurúes y clérigos.

No está en la meditación al estilo oriental.
Ni en rezar en iglesias.
Ni en terapias psicológicas.
Ni en retiros seudo espirituales.
Ni en bailoteos místicos.
Ni en vestirse de forma curiosa.
Ni en repetir frases de supuestos iluminados.

Quizás esté en aprender a no vernos como imprescindibles, al tiempo de tampoco vernos como impotentes.
Estaría en el término conocido como humildad.
Ser quien uno es, sin desprecio, sin vanagloria.

Está en recorrer el camino de conocer el Yo Auténtico, desbloquear la luz interior, dejar fuera de foco al EGO.
Asumir la propia identidad espiritual, multidimensional.
Está en vivir acorde al legado primordial de cada uno.
Está en des-aprender, detenerse, analizar, cotejar, corregir, arreglar.

Tienes mucho que aprender.
Tienes mucho que dejar de hacer para empezar a ser.

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Recordé la teoría del dr. Erich Fromm que sostenía que el hombre se llenó de impotencias y soledades cuando se «separó» (separeidad), primero del reino animal (conquistó el habitad para luego hacer el suyo propio), y luego de otros yugos (religiosos, políticos, etc). Cada separación de dio libertad pero a la par de la terrible impotencia y terrores insoportables. También recordé lo escrito hace unos años en este sitio, sobre la barrera entre la Conciencia y la Esencia del ser humano: El Ego (o más bien, la sobrelimitación de su función natural). Metafóricamente pareciera ser ese tipo de cáncer que… Read more »

A usted More por el artículo.

La cita completa es: «…Entre la conciencia y la esencia se interpone una barrera formada por el EGO, con sus máscaras multiformes, con sus apetitos normales pero que cuando exceden el límite se convierten en problemas…»

El link de la cita es: http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/el-deseo-como-apego-a-la-idolatra

Delallel

Llegué a esta enseñanza, debido a un desprecio por unos dichos en cierto libro del mismo autor. Uno en el cual menciona sobre un «instinto judío», que «hicieron de sí mismos una antítesis de las condiciones naturales…»,»…guiados por la cordura suprema del instinto de conservación»(?), peor aún «la historia de Israel es inestimable como la historia típica…», bla bla… Entre otras tantas ideas que no me interesa mencionar.

Sin embargo nuevamente veo que tengo aún mucho por aprender.
Me permití ya compartirlo.
Gracias.

Delallel

Quizá una falta de comprensión. Ahora estoy terminando de hojear el libro y me he fijado que se basa en un cierto sacerdocio judío para criticar en mayor parte los cimientos del cristianismo. Quizá otro día lo vuelva a leer con mayor precisión. Talvez me cuesta aceptar que justifique al cristianismo y sus máscaras basándose en opuestos de otra ideología. No sé… No entiendo los fines, por ejemplo, de este párrafo: «Los judíos son el pueblo más singular de la historia mundial, puesto que puestos en el dilema de ser o no ser, prefirieron, ser a cualquier precio; este precio… Read more »

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