Lo que no recordamos

Festejamos algunas cosas en Pesaj, entre las cuales la libertad.
En particular la de aquellos antepasados hebreos, quienes fueron liberados por el Eterno hace 3330 años atrás, poco más o menos.

Pero, ¿te preguntaste alguna cómo pudieron los israelitas llegar a su condición servil?
Porque ellos eran libres e hijos de  libres.
Eran personas de alcurnia y nobleza, entre los cuales se contaban poetas y guerreros, sabios y obreros, gente de diversa condición pero todos sin excepción libres.

La respuesta la encontramos en unas breves palabras en la Torá, las que luego fueron amplificadas por el relato de los Sabios de las generaciones.
Concentrémonos en las de la Torá:

«He aquí, el pueblo de los Hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros. Procedamos astutamente con él para que no se multiplique; no suceda que, en caso de guerra, también se una a nuestros enemigos, luche contra nosotros y se vaya del país.’»
(Shemot/Éxodo 1:9-10)

Los antepasados cayeron en un pozo, en apariencia sin fin, a causa de la astucia del faraón, el cual preparó trampas hábiles para que tropezaran y se mantuvieran en el fango, y más abajo también.
No recurrió a la violencia ni a la segregación, en esto tampoco fue parecido a los nazis.
Ni siquiera se llenaba de ira y odio en sus discursos populistas.
Más bien, al contrario.
Elogiaba a los judíos, distinguía sus virtudes, los llenaba de orgullo.
Cosa que acariciaba el ego de los antepasados.
Entonces, ronroneaban como gatitos mimosos a la espera de más aprobación externa, el aplauso del rey, el grupo que te valora.
Con esto la conciencia se iba desenfocando, atrapada cada vez más por el EGO (que no es lo mismo que el ego).

Sus virtudes se estaban esfumando, apocándose su vida por seguir sendas que les eran ajenas.
El exilio ya había comenzado, aunque todavía no doliera ni siquiera fuera notado.

Hinchados de vanidad no advertían que estaban dentro de una máquina de moler carne, y los próximos eran ellos.
Cuando se enteraron, ya fue tarde, estaban siendo picados y no tuvieron manera de zafar.

Más de dos siglos de esclavitud, iniciada por el afán del EGO de ahuyentar todo rastro de sentimiento de impotencia.
De tanto huir de ella, se cae en ella.
Es una ley universal.

Pasaron las generaciones y el recuerdo de la buena vida de libertad ya no siquiera estaba como memoria.
Era solamente un pequeño rastro, una alegoría breve en los cuentos de los viejos.

Sin embargo, la NESHAMÁ no puede ser esclavizada ni atrofiada.
Ella sigue reclamando que el hombre lleve su Yo Vivido a reflejarla.
Ella sabía de la promesa Divina, la cual se pondría en marcha muy pronto, culminando con la festividad que ahora estamos disfrutando.

Las enseñanzas deben ser para aplicar en nuestra vida cotidiana.
¡Aprovéchalas!

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Jonathan Ortiz

Mi pais se ve tan reflejado en la historia de Egipto. Un sujeto vino y endulzó con su discurso a sus ciudadanos hasta que los esclavizó y estos se olvidaron lo bueno que era ir a un supermercado y tener varias marcas de algun producto en lugar de hacer colas de hasta 7 y 8 horas por un kilo de harina a precio «justo».

Saludos y pronta y completa curación para su hermano Efraim.

Gracias

Jonathan Ortiz

Si, muy extraño eso de permitir que sea el EGO de otros el que nos diga qué pensar, hacer y aceptarlo sin siquiera tomarse la tarea de evaluar.

Quizas si el ser humano aceptara cumplir los mandamientos que le corresponden sin cuestionar tanto le estaria dando un mejor uso a ese aspecto del EGO.

Jonathan Ortiz

Jag sameaj Moré!

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