Un humilde ayuda que ayuda

Recibí y con permiso comparto:

Shalom, jajam Yehuda Ribco.
Mi nombre es …..
No tengo el gusto de conocerlo en persona, pero respeto mucho su trabajo y deseo contarle algo de mi vida:
Allá por el año 2004 tuve una experiencia mientras leía el salmo 127:3 («He aquí herencia del Eterno son los hijos. «).
Sucede que mientras estaba leyendo dicho salmo literalmente tuve una visión (no estaba durmiendo, estoy seguro), es como si me hubieran transportado a otro lugar, donde me veía a mí mismo caminando en un sendero, el cual, al final del camino se dividía en dos caminos, uno a la derecha y otro a la izquierda.
En ese momento es como que regresé nuevamente al cuarto donde me encontraba leyendo el libro de Tehilim.
Debo aclarar en este punto dos cosas:

1.
– Yo no era converso, aunque ya estaba consciente de la veracidad de la Torá.
2.
– Yo tenía una preocupación muy seria en el sentido de que desde muy pequeño tenía una sensación de que nunca tendría hijos.

Obviamente fue impactante para mí que precisamente al leer el salmo 127:3 tuve dicha visión, la cual compartí en aquella ocasión vía e-mail con usted, jajam, y usted me interpretó lo siguiente (a grandes rasgos): «El sueño significa que debes decidir uno de dos caminos, o el camino de la Torá, viajando a Jerusalem y estudiando en una Yeshivá para que, con dicho estudio instruyas a los hijos que tengas y a los alumnos que tengas.
O, decides ir por el otro camino (sin Torah) donde seguramente no tendrás hijos de ninguna manera.
» Bueno, sucedió que omití decir que ni siquiera era yo converso en ese momento, por lo que cuando leí dicha interpretación me reí de mi mismo imaginándome haciendo tal viaje, pues no tenía ni la más mínima idea de con quien dirigirme o qué hacer al respecto.
Vamos, ni siquiera pertenecía a algún grupo de personas que buscaran convertirse, así que insisto, no tenía idea de cómo hacer una conversión, y resultaba algo fantástico siquiera imaginar dejar todo, mi trabajo, mi madre y hermanos por una aventura así.
Vale, sucedió que unos días después de recibir su interpretación, jajam, me dirigí a mi trabajo (yo trabajaba de noche), pero antes de salir de casa tuve un presentimiento muy fuerte de que iba a morir ese día…es algo que jamás he vuelto a sentir, baruj H’.
Tan fuerte fue dicho sentimiento que decidí hacer un juramento (si es que en calidad de gentil hay algo así), pero le dije al Creador del universo: Boré ‘Olam, si me salvas de morir esta noche y me permites vivir y tener hijos, te juro que buscaré la manera de convertirme al judaísmo, viajaré a Jerusalem y estudiaré Torá para enseñarla a mis hijos.
Cuando llegué a mi trabajo sentí un enorme alivio, pensando que ya no había peligro, continué con mi trabajo normal y tomé un vehículo de la empresa para trasladarme a otro sitio donde continuaría mis labores.
A eso de las 4 de la mañana, mientras manejaba, fui impactado por otro vehículo que viajaba a exceso de velocidad (sus conductor viajaba ebrio).
El impacto resultó de mi lado, donde yo iba manejando (era un vehículo compacto).
Solo recuerdo que al ver las luces del automóvil acercándose a mí (todo en cámara lenta) alcancé a gritar ¡Di-s…! mientras me aferraba al volante.
Cuando abrí los ojos observé el desastre, mi vehículo completamente despedazado.
Lo primero que hice fue sentir mi cabeza y buscar heridas, pero ni una sola.
Baruj Hashem, de aquel accidente solamente hubieron pérdidas materiales.
Cuando llegué a casa ese día, dormí hasta tarde.
Recuerdo haberme despertado a las 5 de la tarde, y lo primero que pensé fue en ir a rentar una película.
Cuando venía caminando de regreso, pensé en el juramento que hice y me dije «es demasiado casual todo esto, debe ser una gran casualidad y nada más».
Justo en ese momento escuché el rechinido de llantas de un vehículo que sobre la calle patinó y se subió hasta la acera donde yo caminaba.
Dicho vehículo no me atropelló, y fue cuestión solamente de uno o dos centímetros.
En ese momento ofrecí mis disculpas al Creador por no haberle agradecido antes y reiteré mi juramento.
Unos dos años después ya estaba haciendo mi conversión y arreglando papeles para hacer Aliyá.
En efecto llegué a estudiar a una yeshivá en Jerusalem (Torah Ore) donde era Rosh Yeshivá Rab Pinjas Scheinberg, en un jelek latino.
Pero eso no es toda la historia, pues estaba pendiente el tema de boda y de los hijos.
Sucedió que ya desde México (antes de la conversión) me había sometido a una intervención quirúrgica debido a un problema que amenazaba directamente con mi fecundidad, y eso solamente agravó a mis ideas que desde la niñez tenía, que no tendría hijos.
Pues bueno, mientras estaba en Jerusalem empecé a tener nuevamente problemas al respecto.
Fuí atendido por un doctor que Baruj Hashem detectó cuál era mi problema realmente.
Se trata de un problema muy raro en el mundo, es decir, afecta a muy pocas personas, pero dicho problema afecta directamente a la fecundidad de quienes lo padecen.
En mi caso fue atendido a tiempo, y me impactó mucho que el doctor me dijera: «Lo más seguro es que en México no hubiesen diagnosticado tu problema acertadamente o lo hubiesen hecho ya muy tarde.
» Jajam, usted me recomendó viajar a Jerusalem y tomar el camino de la Tora, lo hice y Baruj Hashem tengo Torah, tengo una bella mujer y dos hijos.
» Muchas gracias, que el Eterno le bendiga y cumpla sus proyectos para éxito y bendición.

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Jonathan Ortiz

Intersante historia. Los consejos del Moré han sido determinantes en la vida de muchos de nosotros. Yo comencé a hacer plata (no tanta como quisiera) gracias a que un dia el Moré me dijo «haz plata, no hay nada de malo en eso».

Jonathan Ortiz

Claro, primero Dios.

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