A su tiempo…

Hay un conocido pasaje de Ieshaiau/Isaías, referido a la revelación de la Era Mesiánica, pero que podemos emplear para aprender una actitud y un comportamiento importantes para nuestra vida diaria.
Dice el profeta de la Verdad:

«El más pequeño equivaldrá a mil; y el menor, a una nación poderosa. Yo, el Eterno, a su tiempo la apresuraré.‘»
(Ieshaiá / Isaías 60:22)

Al respecto de las últimas palabras, en el Talmud encontramos el siguiente mensaje:

«Dijo Rabí Alexandri: dijo Rabí Iehoshua ben Levi: está escrito «en su tiempo» y está escrito «la apresuraré». Si son meritorios, entonces «la apresuraré»; si no son meritorios, entonces «a su tiempo«.
(TB Sanhedrin 88a)

Esta misma explicación repite el famoso intérprete Rashi para alumbrar el verso del profeta.

Sin embargo, el exégeta Radak in situ nos amplía:

«… hay que explicar esto como que cuando sea su debido tiempo, la apresuraré«

Entonces, podemos aprender dos cosas, como te dije que son útiles para la vida diaria.

Hay ocasiones en las cuales los méritos personales y/o colectivos, el actuar con bondad y justicia acorde a los preceptos del Eterno, permiten eludir obstáculos que de otra forma se interpondrían en el camino.
Así pues, de seguir un cauce normal se tardaría más, pero usando el «acortador de caminos» a veces se consiguen logros más rápidamente.
Por tanto, aquello que parece un atajo, como hacer trampas, mentir, robar, engañar, faltar a los preceptos de la Torá, en realidad no acercan la meta verdadera, sino que empantanan el camino y obstruyen el paso.
Pero, aquello que parece más complicado, actuar con bondad, ser justo, acatar los mandamientos, etc., ciertamente sirve para desanudar problemas y aplanar montes de inconvenientes.

La segunda enseñanza es: tener paciencia, hay un tiempo para todo y cuando éste llegue, entonces los procesos resultarán en lo acordado.
Por más que uno se intranquilice, grite, insulte, presione, de vueltas alrededor, la plantita alcanzará su tamaño de acuerdo a su ritmo y las condiciones del medio.
Por más que uno anhele que la gestación sea de una semana en lugar de 40, bendito si el alumbramiento es a su tiempo y no antes.
Por tanto, por más que quieras el cambio positivo en alguien, aquel que quieres mucho, no depende de ti cuando será el tiempo del cambio, sino que depende de los procesos internos de la persona, de sus circunstancias, de variables que tú no controlas.
Si te comportas neciamente, aunque tu finalidad sea positiva, si presionas, manipulas, demandas, amenazas, exiges, fuerzas, impones, te enojas, insistes sin respetar al otro, quiebras los limites de la tolerancia del prójimo, no alcanzarás el mérito de apurar aquello que tanto esperas y es positivo.
Aprende a tener paciencia, como dijera el más sabio de los hombres, «hay un tiempo para cada cosa» (Kohelet / Predicador 3) y ningún provecho obtiene aquel que se afana pretendiendo quebrar los límites.

Así pues, cuando ves a tu padre, madre, hermano, amigo, etc., que no apela a la teshuvá, que sigue obstinado por su camino, tú puedes tenderle la mano, pero no arrancarlo a la fuerza.
Tú puedes mostrarle amablemente el camino, pero no verlo por él.
Tú puedes hacer tu parte, y esperar con paciencia y sumo respeto a que él haga la suya.
Tenlo presente, aunque te exasperes, aunque te impacientes, aunque creas que la insistencia terca obtiene su rédito, debes saber que respetar los tiempos del otro vale oro.

Llegará el tiempo, o no, de que el otro camine con paso más firme por la senda del Eterno.
Pero obligarlo de malos modos no te servirá de mucho, y quizás te convierta en alguien detestable a sus ojos y de quien no admitir consejo (aunque éste sea bueno).

Claramente que si el otro está por pisar el vacío de un pozo, es tiempo de que saltes a rescatarlo, sin esperar a que él quiera o no.
Pero, cuando de conductas de vida se trata, no hay magia, ni la buena voluntad que haga mover montañas.

Está en ti ser persistente, amable, respetuoso, paciente y hacer tu parte.
Y, cuando las señales sean evidentes de que es llegado el tiempo, no lo desaproveches, no lo dejes pasar, acéptalo cuando llegue.

A su tiempo, todo a su tiempo.


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