CAPITALISMO E IDOLATRÍA
Este es un escrito que llega desde un país calificado como “rico” está
escrito desde España, la comunidad catalana y la ciudad de Barcelona. Hoy, 6
de enero es “día de Reyes”. Según la tradición que se sigue del Nuevo
Testamento, como punto final a las fiestas navideñas, es tradición ofrecer
regalos a los miembros de la propia familia, especialmente a los más
pequeños. Los escaparates relucen repletos de todo tipo de artículos que no
necesitamos pero deseamos y de espolear nuestro deseo se encargan los
especialistas en marketing. Sabido es que el deseo se enciende cuando se
detecta una carencia y si la carencia no existe la maestría está en
generarla. Quien esto escribe trabajó un año entero como comerciante y sabe
bien de que habla.
El mecanismo es el siguiente: “Seguro que Ud. No lo sabe pero le falta algo
esencial, algo sin lo cual su vida no tiene ningún sentido ni valor”. El
interlocutor normalmente escucha, con paciencia primero con interés después.
La seducción está en marcha, y el futuro comprador se instala en la creencia
de que su vida, sin el artículo ofertado es... ¡imposible! La venta está
lograda.
El segundo paso es “fidelizar” al comprador. Una vez ha comprado lo que no
necesita hay que impedir que se plantee porqué se ha conducido tan
estúpidamente, hay que impedir por todos los medios que se lo plantee, hasta
que se haya generado la adicción al producto. Una vez en este punto, el
cliente está conseguido y será fiel durante tiempo. No está mal, es una
forma de vida pero esto no es un mundo sino un supermercado. Y en este
universo de compra-venta seguro que nos falta siempre... alguna cosa. La
frustración perpetua está asegurada, el pozo está creado, veamos ahora con
qué lo llenamos.
Hace unas semanas repasaba el Génesis, cayendo en la cuenta de que la figura
denominada “Serpiente” fue... el primer comerciante. Adán y Eva, creados
perfectos, sólo tienen una prohibición: comer del Arbol del Conocimiento del
bien y del mal, por lo demás eran perfectamente felices, nos cuenta el
Tanaj.... hasta que vino alguien que les insinuó que quizás no lo eran,
quizás les faltaba alguna cosa.... y les generó un deseo, sintieron una
carencia dentro de si y los hechos siguientes ya los conocemos.
Así sucede con la mayoría de los niños y adultos del privilegiado primer
mundo, todo lo tenemos pero más deseamos. Y el deseo es insaciable, surge
como un vacío que debe ser llenado a toda costa. Los escaparates lumínicos
espolean esta voracidad, padres e hijos involucrados en la fiebre consumista
compran lo que pueden y más, las tarjetas de crédito sacan humo a mayor
gloria de los bancos y la rueda del comercio sigue sin parar. Es el día de
“Adoración al Niño”. Y pregunto ahora.... ¿de qué “niño” estamos hablando?
¿Qué es exactamente lo adorado?
Hace unas décadas la dictadura de este país, hermanada con la Iglesia
Católica, emitió un programa televisivo que se llamaba “Reina por un día”.
España salía poco a poco de la guerra y la pobreza después de tres años de
guerra fratricida, el sueño era tener tres platos de comida, un techo y
cierta seguridad. Ahora bien había otro tipo de sueños, el sueño de tener...
todos los deseos cumplidos.
Así se escogía una niña pobre (nunca supe como se sorteaba el “honor), de
entre tantas hijas del pueblo y se la coronaba... Reina por un día. Durante
este día la niña pobre tenía la potestad de satisfacer todos sus anhelos...
y el mensaje era televisado en directo, hasta todos los hogares. Podemos
imaginar la cantidad de envidia, celos, rencor, deseo, injusticia que
generaba en los corazones infantiles que no habían sido escogidos. Recuerdo
aquellos años con vergüenza ajena y Televisión Española también, dicho por
ellos mismos. Hoy en “día de Reyes” no puedo dejar de acordarme y de pensar
que los niños son también ahora “Reyes por un día”.
La reflexión es la siguiente: Mientras sigamos prestando oídos y
respondiendo internamente a este tipo de seducciones, no encontraremos el
camino hacia la salud y la armonía social. El engranaje económico del mundo
contemporáneo está vertebrado en una sociedad de compra-venta que adora al
“niño”, al “dinero”, al ”consumo” o a cualquier cosa que se le ponga por
delante, hasta límites vergonzosos. Básicamente es una sociedad idolátrica
que explota las carencias personales donde se consumen juguetes, cultos,
ideologías, sectas, o cualquier cosa que pueda pagarse con dinero o con
dedicación, mientras la otra mitad del planeta desfallece de hambre, cosa
harto sabida, y de tan sabida, ignorada, no nos vayan a estropear la comida
del día festivo estos aguafiestas.
No soy judía sino gentil pero conozco el relato del diluvio universal, tal
era el nivel de corrupción al que se había llegado como humanidad. Y cada
vez que veo un arco iris sobre mi cabeza debo recordar que el Eterno tiene
paciencia infinita con sus hijos pero que todo tiene un límite... ¿Hemos
pensado que a lo mejor también nosotros somos “Reyes por un día” y estamos
viviendo una ficción de la cual despertaremos dolorosamente?
Saludos desde España
María.
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