Claves: Moisés, Moshé, Israel, Tierra, Prometida, conquista, afincamiento, Josué, Iehoshúa, líder, guía, jefe, conductor, pecado, castigo, retribución, santidad

Shalom.
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Está escrito:

"En aquel tiempo supliqué al Eterno, diciendo:
'Oh Señor Elokim, Tú has comenzado a mostrar a Tu siervo Tu grandeza y Tu mano poderosa. Porque, ¿qué dios hay en los cielos o en la tierra que haga como Tus obras y como Tus proezas?
Te ruego que yo también cruce y vea aquella buena tierra que está al otro lado del Jordán, aquella buena región montañosa y el Líbano.'
Pero el Eterno se había indignado contra mí por causa de vosotros y no me escuchó. El Eterno me dijo: '¡Basta! No me hables más de este asunto."
(Devarim / Deuteronomio 3:23-26)

La mente simple (como la nuestra en ocasiones) halla en el último párrafo una recriminación dolida y vindicativa: Moshé se queja contra el Pueblo, ya que por ellos quedará fuera de su amado ideal... vivir en la Tierra de Israel.
Y Dios aparece como un estricto juez, casi sanguinario, que reprime y acalla en una aguda orden.
Ay, en ocasiones ¡cuán lejana de la realidad resulta la descascarada literalidad!

Veremos que hay varias respuestas un poco más refinadas, de las que le daré solamente éstas:

• Moshé era el líder necesario y positivo para dirigir desde la opresión de Mitzraim/Egipto y hasta las puertas de la Tierra Prometida/Israel, pasando por la Revelación en Sinaí y la conducción y educación durante el peregrinar por el desierto.
  Pero, como jefe en la tarea de asentarse en la Tierra, no era el que hubiera servido apropiadamente a los designios del Eterno, y al bienestar de la Nación.
  Era imprescindible la presencia de otra cabeza, de una dirigencia diferente. Dirigencia que quedó a cargo de Iehoshúa/Josué, por decisión de Dios.
  Y como el Pueblo estaba acostumbrado al liderazgo mosaico, era indispensable que Moshé no acompañara al Pueblo al ingreso a la Tierra, pues de haberlo hecho así, la conducción de Iehoshúa hubiera tenido menoscabo, y el Pueblo habría andado perplejo y sin dirección precisa.
  El Eterno puso una cabeza, y sólo una, por una buena razón: para que haya una única decisión que se toma y se implementa.
  Por lo tanto, al buen guía le queda vedado el paso a la Tierra de Israel, para no perjudicar a sus dirigidos.
   

• La altura espiritual de Moshé fue, es y será insuperable.
  Ninguno de los hijos de mujer ha llegado (ni llegará) a los niveles de comunicación y proximidad con el Eterno a los cuales llegó nuestro primer rabino (Moshé).
  De modo similar, la Tierra de Israel posee una cualidad de santidad que supera ampliamente a la del resto de las tierras.
  Si Moshé hubiera ingresado a la Tierra de Israel, de inmediato hubiera dado inicio a la Era Mesiánica (de paz, prosperidad, bienestar, plenitud y trascendencia), y eso hubiera sido desastroso pues la humanidad aún no estaba madura como para vivir tal era de esplendor.
  Por lo tanto, el justo no recibe permiso para ingresar a la Tierra Prometida, para no acarrear dolor al resto de las personas.
   

• Está también el famoso relato del golpe a la roca para que manara agua, en lugar de hablarle (si no la recuerda léala en Bemidbar / Números 20:12).
  Allí el Eterno sentencia: "Luego el Eterno dijo a Moshé [Moisés] y a Aarón: –Por cuanto no creísteis en Mí, para tratarme como santo ante los ojos de los Hijos de Israel, por eso vosotros no introduciréis esta congregación en la tierra que les he dado." (Bemidbar / Números 20:12).
  Al parecer, el más humilde y elevado de los hombres (Moshé) también pecó (como cualquier hijo de mujer), por lo cual, el Eterno le retribuyó (castigó dirían los niños) en esta vida, para que su vida eterna fuera plena y sin tachas.
  ¿No vale más una eternidad de gozo indescriptible que un instante fugaz de miseria y desconsuelo?

Le he dado algunas ideas y opciones, medite y estudie.

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Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom

 Yehuda Ribco