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 Lic. Prof. Yehuda Ribco (Tishrei 17, 5763 - 23/9/02)

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BeShem H' El Olam


 Respuestas a Preguntas
// Deidad // Ética // Elegido

   ¿Cuestión de creencia o fe?

Claves: Dios, Hashem, creencia, fe, religión, judaísmo, judío, duda, crítica, pagano, idólatra, ateo, mandamiento, precepto, acción, sentimiento, idea, mito, fantasía

judíos preguntas respuestas mashiaj hamashiaj fiestas jaguim shabat shabbat rezos plegaria Dios Pregunta: Hola tengo ciertas preguntas para hacerle:

¿Sigo siendo judío si no creo completamente en la existencia de Dios?

...

Muchas gracias por todas sus atenciones,

Mehir Sch.
México

(Deben incluir en todos sus mensajes para nosotros su nombre completo, el nombre de la ciudad y país donde vive)

Shalom.
Gracias por participar.

¿Acaso humanamente existe la creencia absoluta?
A lo máximo que podemos aspirar, si de creencias se trata, es a mantenernos estables y armónicos en ellas, sorteando los naturales altibajos.
Digamos entonces que la creencia absoluta es un estado ideal, uno que se alcanza tras cuantiosa voluntad y dedicación.

Debemos recordar que "fe" y "creencia" son conceptos antagónicos.
Fe, es la ceguera irracional que se aferra a fantasías (y raras veces a hechos), más allá de cualquier interés en la lógica y la razón.
Creencia, es la confianza que se adquiere merced al esfuerzo por descubrir lo que se oculta detrás de lo aparente.
La fe se apoya en el sentimentalismo volátil y la respuesta impensada.
La creencia se fundamenta en la razonada emotividad, y se construye por medio de filosas preguntas y edificantes acciones.
La fe exige absoluta sumisión silenciosa.
Pero, cuando se desarrolla la creencia, se acrecienta la confianza voluntaria en el Eterno.

Por lo tanto, sin dudas que hay personas que manifiestan fe absoluta: los fanáticos, los religiosos, los extremistas, los que se aferran a los absurdos y temen enfrentar la vida con sus gustos y displaceres.
Pero, la creencia absoluta, como mencionamos, es un estado ideal, difícil de alcanzar.

En el judaísmo tradicional no hay mucho espacio para la fe, pues ésta es apropiada para la idolatría, que todo responde con mitos y dogmas, mientras nada permite cuestionar ni criticar (pues la fe desaparecería).
En el judaísmo tradicional se alimenta el tesón por la práctica de los preceptos, por el estudio exhaustivo de Torá, por el inquirir sin vergüenzas, por incluso enfrentar a Dios en pos de desentrañar lo que es Justo y Verdadero (lea un ejemplo en Bereshit / Génesis 18:22-33).

Claro, sabemos que el intelecto humano es finito.
Sabemos que hay infinidad de aspectos que nos superan; algunos de los cuales serán descubiertos o comprendidos con el avance del conocimiento y la exploración; pero otros permanecerán velados por siempre para nosotros.
Lo que más impenetrable es, y que jamás nadie podrá descifrar, es la esencia de Dios.
Es decir, comprender lo que Dios es, está absolutamente por fuera de nuestras capacidades actuales y futuras (lea Iyov / Job 36:26).
Por lo tanto, si el conocimiento acerca de Dios es imposible, ¿no hay espacio para que nuestra mente y corazón duden acerca de la existencia de Dios?
Por supuesto que lo hay, y por supuesto que así es como Él ha querido que fuera. Pues, si llegara a sernos posible saber a ciencia cierta (y sin atisbos de dudas) acerca de Su existencia, ¿nos quedaría opción para ejercer nuestra voluntad y albedrío; o estaríamos sometidos a la esclavitud de sentirnos bajo el total dominio de Dios?
Como Dios nos quiere libres, nos ha dotado de infinidad de herramientas, y de notables limitaciones, la más notable es conocer Su esencia. (Incluso en la Era Mesiánica, época de conocimiento general de Dios, no penetraremos con nuestro intelecto ni siquiera la puntita de la esencia divina.)

Por lo tanto, a Dios no Le agrada pero tampoco sorprende que hayan personas que están dubitativas acerca de Él. (En este texto estoy usando lenguaje humano para referirme a Dios, pues no encuentro otra manera de expresarme, pero Dios no sufre de sentimientos).
Tampoco Le sorprende que haya algunos que Lo nieguen (lea Iyov / Job 36:5).
Estas dudas razonables no alegran al Eterno, pero tampoco son lejanas a lo que las personas somos.
Por lo cual, es claro que el judío que duda acerca de Dios sigue siendo judío. Incluso más le digo, quizás esta duda no sea otra cosa que un camino alternativo para finalmente toparse con Dios (lea Iyov / Job 42:5).

Pero, lo que absolutamente Dios rechaza, y con persistencia lo ha hecho notar en Su Torá, es la infidelidad, la falsedad, la idolatría (lea Devarim / Deuteronomio 11:28).
Tal es el enorme pecado de la persona que habiendo nacido judía yerra y va tras dioses ajenos (Ieshu/Jesús, religiones africanas, orientales, espiritualismo, etc.).
Pues, con el acto de adherirse a alguna deidad ajena, corta su vinculación con el judaísmo, pierde sus derechos como judíos; pero, especialmente, está obscenamente rebelándose contra Dios (lea Iyov / Job 36:13).

Por lo tanto, el judío ateo, o el agnóstico, o el que duda, mientras no adore deidades ajenas (a veces el credo ateísta es una religión disfrazada), sigue siendo parte de la familia judía.
El que tiene fe en otra deidad, ya no lo es (mientras permanezca sumido en su prostitución).

Hay otra razón para esta disparidad de criterios (entre dudoso e idólatra).
¿Recuerda lo que mencionamos más arriba acerca de la "fe" y la "creencia"?
Pues bien, el idólatra ha hallada las respuestas en la fe, en la necedad que lo ciega, y lo amarra para que no desarrolle su potencialidad positiva. El que adora dioses ajenos se convierte en una piedra estática, sin avanzar, y cayendo.
Mientras que el que duda y cuestiona racionalmente, está en búsqueda de "creer", aunque ¡no lo quiera creer! Está en el camino de ser una mejor persona, mientras no atente contra los mandamientos que el Eterno ha ordenado (aunque no cumpla los atinentes a la relación con Él). Pues, no hay persona buena, sino personas que van mejorando, y personas que van en sentido contrario.

En resumen, lo que un judío (cualquier persona en realidad) hace, es muchísimo más vital y trascendente que aquello que piensa y siente (en verdad, estos dos suelen ser productos secundarios de las acciones). Por lo cual, aquel que duda sobre la existencia de Dios, mantiene su condición de judío.
Claro está, para alcanzar niveles de altísima calidad humana, es imprescindible que a los actos positivos en relación al prójimo se le añadan las acciones que tienen como objetivo vincularnos estrechamente con el Eterno.
Cuando ambos planos se conjugan con armonía y exquisitez, se abre la puerta para la emuna shelema -la creencia plena-, que ya describimos al comienzo de este texto (lea Tehilim / Salmos 101:6).

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Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom

 Yehuda Ribco

email: comentario@serjudio.com?subject=Rap1481


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