Claves: Padre, madre, hijo, relación, vínculo, familia, paz, bienestar, armonía, pensamiento, sentimiento, amor, respeto, educación, ejemplo, guía, modelo

Shalom.
Gracias por participar.

Sobre la relación de hijos a padres algunas cosas ya hemos escrito, por lo que le solicito que si ese es su interés, busque en la sección denominada "Relaciones".

Si es entre padres e hijos, le diré ahora algunas pautas que nuestros Maestros enseñan.
Ante todo, los padres no sólo tienen la misión de procrear hijos, sino también de criarlos, tal como nos fuera ordenado:

"Elokim los bendijo y les dijo: ''Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla" (Bereshit / Génesis 1:28).

Cuando los padres han cumplido fielmente este mandato, y han sabido encaminar a sus hijos por las sendas correctas, que son aquellas que nos hacen plenamente humanos, se puede decir que se han asociado con Dios para traer al mundo hijos a imagen y semejanza de Dios, tal como está escrito en nuestra Torá perfecta:

"Cuando Adán tenía 130 años, engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Shet" (Bereshit / Génesis 5:3).

Esta crianza se consigue con mucho esfuerzo y dedicación, tal como se precisa para hacer florecer lo más bello de un jardín; tal como es indispensable para que un diamante en bruto reluzca con su máximo esplendor.
Pues, biológicamente procrear hijos no es una tarea compleja, está marcada en nuestros genes, es parte de nuestra naturaleza simple. Pero, hacerlos crecer en virtudes y valores, es decir, permitirles desarrollar aquello que nos distingue como humanos, es una tarea para personas que son verdaderamente valientes y fieles, aunque no siempre sean sabias y entendedoras. Por lo cual, es imprescindible que los padres/educadores se apoyen en aquello con lo que se puede contar:

"...David, mandó a su hijo Shelomó [Salomón] diciendo:
...Tú, esfuérzate y sé hombre. Guarda lo que el Eterno tu Elokim te ha encomendado, para andar en Sus caminos y guardar Sus estatutos, Sus mandamientos, Sus decretos y Sus testimonios, como está escrito en la Torá de Moshé [Moisés], para que tengas éxito en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas..." (1 Melajim / I Reyes 2:1-3).

Claro, los padres también pueden equivocarse, es algo natural que esto suceda. El reconocer los errores, y el trabajar para superarlos, es una parte del crecimiento (personal de ellos, y de sus hijos). Por esto, los padres deben darse cuenta de sus limitaciones, y sostener con vigor aquello que sin dudas puede ser beneficioso para sus hijos:

"Así aprópiate (hijo mío) de la sabiduría para tu alma. Si la hallas, habrá un porvenir, y tu esperanza no será frustrada."
(Mishlei / Proverbios 24:14)

Uno de los errores más frecuentes, es el de preferir a un hijo sobre otro. El de no actuar con equidad y justicia, o el de pensar que a cada uno de los hijos les corresponde exactamente las mismas cosas. Para no caer ante este obstáculo, se nos ha señalado:

"No muestres preferencias por alguno de tus hijos, sino que trátalos a todos con justicia" (TB Shabbat 10b).

¿Qué es justicia?
Para responder, veamos uno de los dichos de nuestros Sabios:

"'Bendito aquel que obra con justicia todo el tiempo' (Tehilim/Salmos 106:3). ¿Acaso es posible obrar con justicia permanentemente?, preguntaron nuestros Sabios. Dijo Rabbí Eleazar: 'Esto se refiere a aquellos que alimentan bien a sus hijos mientras son pequeños'. Rabbí Ieoshúa opina que esto se refiere a los que educan huérfanos en su hogar y los cuidan hasta que se casan." (TB Ketuvot 50a).

Como vemos, una de las definiciones de la justicia es tratar correctamente a los hijos, darles lo necesario para su desarrollo. Y al mismo tiempo es no desconocer las necesidades y sufrimientos de los que no han sido beneficiados por la vida.
Justicia es equilibrio que promueve mayor armonía.
Y es por eso que es uno de los principios básicos que se le instruye al hijo, no por medio de sermones o pláticas, sino especialmente por el ejemplo personal:

"Y en cuanto a ti, si andas delante de Mí como anduvo tu padre David, con integridad de corazón y con rectitud, haciendo todas las cosas que te he mandado y guardando Mis leyes y mis decretos, entonces..."
(1 Melajim / I Reyes 9:4-5)

Algo que se opone al crecimiento de la persona, y por lo tanto al rol apropiado que los padres deben cumplir respecto a sus hijos; y que además es otro de los errores frecuentes, sobre el cual se nos ha advertido, es la falsedad, incluso la involuntaria. Ha sido indicado:

"Nunca digas a un niño: 'Te voy a dar algo', para luego cambiar de parecer. Porque así le estás enseñando a mentir" (TB Sucá 46b).

Para apartarse aun más de la mentira y los hábitos perjudiciales, es básico ser constantes en instruir, guiar y edificar (las vidas) en familia:

"Escucha, hijo mío, la disciplina de tu padre, y no abandones la Torá [instrucción] de tu madre; porque diadema de gracia serán a tu cabeza y collares a tu cuello." (Mishlei / Proverbios 1:8-9).

Y, sin dudas, más allá de la instrucción y buenos deseos que se tiene, el respeto por la identidad e individualidad del hijo es valiosísima, tal como vemos:

"El padre debe esperar a que su hija tenga la edad suficiente para que le declare con qué hombre ella desea casarse" (TB Kidushín 41a).

Si esta relación dispar (en la cual los padres deben ser honrados y respetados sin tapujos, pero que contempla la consideración por cada uno de los miembros de la familia) ha sido correctamente desarrollada, los frutos se ven:

"Que veas a los hijos de tus hijos. ¡La paz sea sobre Israel!" (Tehilim / Salmos 128:6).

¿Qué quiere decir este versículo?
Que la paz para una nación se consigue exclusivamente cuando abuelos, padres e hijos se reúnen en concordia y comparten con deleite el tiempo de estar juntos.
Y como vimos, esto se consigue con trabajo, amor, fidelidad a los mandamientos de Dios, estudio de Torá (que es lo que algunos erróneamente llaman Antiguo Testamento), respeto, atención, paciencia y muchas, muchas ganas de ser generosos y no egoístas.

Quedaría muchísimo por añadir, pero para un primer encuentro es suficiente.

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Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom

 Yehuda Ribco