Claves: Mal, ojo, Talmud, ensalmo, amuleto, jamsa, mano, cinco,
rojo, cinta, muñeca, neore, ain, hara, modestia, conducta, Iosef, pez,
superstición, maldición, bendición, juicio
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Shalom.
Gracias por participar.
Para empezar, una pequeña precisión.
El judaísmo cree en Dios, no en cosas o personas.
Por lo cual, no "creemos en el mal de ojo".
Así que, permítame reformular su pregunta: ¿La creencia en el "mal de ojo"
está dentro del marco del pensamiento del judaísmo?
Y la respuesta es: sí, se lo conoce como ain hará.
Para la mentalidad animista, o para aquel que
no ha indagado en las fuentes del judaísmo, el ain hará puede
resultar una superstición, o superchería; sin embargo veremos que no lo es.
Es importante conocer al respecto, porque incluso está tratado por la
halajá -normativa judía-, cuando sabemos que nuestros legisladores no
pierde tiempo y energías en ensoñaciones o vanidades.
Las palabras que mejor se asocian para
comprender que es ain hará son: celos y envidia por una
parte, y ostentación por la otra.
Veamos cómo suele ser el velocísimo circuito
del mal de ojo:
-
Reconozco (conscientemente o no) en otro lo
que (siento que) me está faltando (realmente o imaginariamente).
-
Sufro por ese sentimiento de carencia.
-
Entonces me apeno por sentirme desprotegido
y en estado de injusto desamparo. Por lo cual siento que Dios es injusto,
o que comete errores; ya que me parece que no reparte los bienes con
equidad.
-
Y desacato la orden de la Torá de no desear
insanamente lo del prójimo (Shemot / Éxodo 20:14).
-
Y escojo no empeñarme por mejorar en lo
personal (consiguiendo algo parecido a lo que el prójimo tiene, o dándome
cuenta de lo afortunado que soy con lo que ya poseo).
-
Por lo que instantáneamente deseo (a
sabiendas o no) el perjuicio del otro.
-
Y esto le afecta, pues estamos todos
vinculados, todos ligados espiritualmente, y cada acción, omisión, palabra
y silencio posee sus repercusiones (más o menos visibles). Sin dudas que
las palabras, y los pensamientos fuertes, así como las acciones afectan a
lo que nos rodea, sino, ¿cómo explicar que la Torá prohíba maldecir; o que
sea muy positivo el desear bendiciones al prójimo?
Esta idea de la vinculación entre el ser y el cosmos, y de las influencias
recíprocas a todo nivel, no es de la Torá solamente, actualmente la
ciencia también la acepta y la enseña.
Lo que desencadena este circuito es la
desmedida ostentación de aquello con lo que el Eterno nos ha bendecido.
Utilizar un bien que nos ha sido divinamente otorgado para provocar un
injusto sufrimiento, inmediatamente elimina el derecho a gozar de ese bien.
Una de las razones es que estamos dando pie para que desde la Corte
celestial se nos juzgue acorde con el grado de alarde. Cuanto más nos
pavoneamos, a mayor rigor en el juicio nos hacemos merecedores.
Pero además, con nuestra conducta inmodesta estamos también poniendo un
obstáculo delante de un ciego, causando así en alguien desprevenido
que peque o se equivoque. Lo que sin dudas repercute negativamente en
nuestro saldo con el Todopoderoso, lo que trae como consecuencia una
probable disminución en el bien que se nos concede.
Como verá hasta ahora es todo muy racional,
así también lo es el antídoto protector contra este mal cotidiano:
-
No hacer innecesaria ostentación de nuestras
virtudes y bendiciones. Es decir, andar por la vida con modestia,
honestidad y virtud.
-
No provocar en otros el sentimiento de
envidia o celos. Es decir, poseer un temperamento apacible y una actitud
de humildad y de real interés por el otro.
-
Agradecer a Dios, porque reconocemos que
nuestro bien proviene de Él. Es decir, no presumir, especialmente por lo
que no nos corresponde.
Hay otras protecciones menos
racionales, y que personalmente considero como (casi) inútiles, y algunas
rayanas en la superstición aberrante (de la cual hay que apartarse, ver
Levítico / Vaikrá 19:26):
-
El jamsa, que es la obra de
orfebrería en forma de mano, que habitualmente tiene un ojo en su palma.
Éste es un amuleto bastante frecuente entre los judíos orientales,
cuyo significado y origen se pierde en las nebulosas de los pueblos pre-israelitas.
En ocasiones se lo conoce con el nombre de "mano de Miriam".
-
Una cinta roja anudada en torno a la muñeca
o alguna prenda de vestir de color rojo.
-
Decir bli ain hará o kein aine ore
que en hebreo e iddish significan: sin mal de ojo. Esto si es
mencionado como un ensalmo, es una práctica errónea. Lo correcto es
utilizarla a modo de plegaria recordatoria, pues con ella hacemos presente
que es merced al Cielo que tenemos un bien, y es para hacer el bien que lo
tenemos.
-
El Talmud, (a partir de Bereshit / Génesis
49:22) nos enseña una frase para usar como protección: "Soy de la simiente
de Iosef, que no es afectado por el mal de ojo". Tampoco esto es un
encantamiento mágico, sino que nos sirve para recordar el ejemplo de Iosef
el hijo de Israel, quien habiendo alcanzado las cumbres de la gloria, la
fama y el poder en Egipto, y pudiendo vengarse de aquellos que lo habían
dañado gravemente; prefirió en cambio comportarse con modestia, con
respeto, y aprovechando para la edificación las bendiciones con las que el
Eterno le había iluminado.
Para finalizar, reitero lo ya dicho.
El más efectivo remedio contra el mal de ojo es comportarnos
con modestia, con bondad hacia el prójimo, y reconociendo sinceramente a
Dios por las bendiciones que gozamos.
Otras fuentes: Bereshit / Génesis 16:5 y 42:5,
con Rashi in situ.
Shemuel / Samuel 1,18:9.
TB Berajot 20a; Bava Batra 141a; 2b.
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Iebarejejá H' - Dios te bendiga,
y que
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Yehuda Ribco |