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Shalom.
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El Eterno ordenó que los sacrificios y ofrendas fueran elevados exclusivamente desde el lugar que Él escogiera, tal como fuera dicho: "llevaréis al lugar que el Eterno vuestro Elokim haya escogido para hacer habitar allí Su Nombre todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, la ofrenda alzada de vuestras manos, y todas vuestras más selectas ofrendas votivas que hayáis hecho al Eterno." (Devarim / Deuteronomio 12:11).

Mientras Dios no hizo conocer el sitio, ni se edificó el santuario allí, los hebreos tenían la potestad de elevar ofrendas en donde quisieran (que no fuera dedicado a idolatría, o tendiente a ella).
Pero, desde que el rey Shelomó/Salomón erigiera el Beit Mikdash -Casa del Santuario, o Templo-, en el preciso sitio que Dios indicara a su padre el rey David (2 Divrei Haiamim / II Crónicas 6:6), todos los otros parajes quedaron vedados. Tal como comprobamos: "el Eterno se apareció a Shelomó [Salomón] de noche y le dijo: Yo he escuchado tu oración y he elegido para Mí este lugar como casa para los sacrificios." (2 Divrei Haiamim / II Crónicas 7:12).

Mientras hubo Templo en Israel, los procedimientos relativos al mismo se llevaron a cabo fielmente (con mayor o menor éxito, dependiendo de muchos factores).

Pero, con la fatídica destrucción del Templo y de la santa ciudad de Ierushalaim/Jerusalén, en el año 70 EC, a manos de las hordas romanas, los servicios rituales fueron imposibles de cumplirse.
Esta dolorosa omisión no fue por indolencia o falta de buena voluntad de los judíos, sino por la imposibilidad material, ya que no había Templo; y por si fuera poco, la soldadesca romana y los traidores dentro del Pueblo, acechaban para capturar a los que desearan enarbolar la bandera de la independencia y la fidelidad al Pacto eterno.

Con honda pena y consternación nuestros benditos Sabios y líderes populares (los llamados fariseos) comprobaron que los esfuerzos por mantener al Pueblo vivo y fiel a la Tradición (es decir, a Dios y a su identidad nacional) podrían verse fatalmente obstaculizados a causa de la falta del Templo, por el yugo de Roma, y por la proliferación de diversas agrupaciones sediciosas y traidoras al judaísmo (rebeldes a Dios y a la esencia de lo que es bueno).
¿Qué hicieron entonces los nobles maestros?
Reforzaron la muchas veces centenaria práctica de rezar de forma ordenada y fija, y le dieron mayor relevancia que la que tenía hasta ese momento.
De esta manera, fortalecieron la realidad de las palabras del profeta: "volved al Eterno. DecidLe: Quita toda la iniquidad y acéptanos con benevolencia; en lugar de vacunos te ofrecemos [el fruto de] nuestros labios." (Hoshea / Oseas 14:3).
Y vivieron en carne propia los cantos del salmista: "Yo estoy afligido y dolorido. Tu liberación, oh Elokim, me ponga en alto. Alabaré con cánticos el Nombre de Elokim; Lo exaltaré con acciones de gracias. Esto agradará al Eterno más que sacrificios de toros o de novillos que echan cuernos y pezuñas." (Tehilim / Salmos 69:30-32)

Así pues, el servicio del corazón (el rezo) tomó prestado el sitio de (alguno de) los sacrificios y ofrendas. (La mesa, nuestro momento de comer, también pidió prestada la relevancia del Altar).
Pero, para no olvidar los servicios del Templo, y para recordarlos con añoranza, a diario los mencionamos y describimos sucintamente en los rezos. Si no podemos ofrecerlos, al menos nuestra intención es pura y acorde a lo que el Eterno expresará en Su Torá.

Algún día, cuando el Eterno así decida, en la Era Mesiánica, Israel volverá en paz y seguridad a toda su santa tierra, Ierushalaim será reconocida indudablemente por todos como heredad de Israel, y el Mikdash será reconstruido. Entonces, quizás, los servicios de sacrificios y ofrendas ordenados en la Torá serán otra vez ofrecidos desde allí. Tal como fuera primeramente anunciado: "cruzaréis el Jordán y habitaréis en la tierra que el Eterno vuestro Elokim os hace heredar, y Él os dará reposo de todos vuestros enemigos de alrededor; y habitaréis seguros." (Devarim / Deuteronomio 12:10), y se continúa con el versículo que trascribimos al comienzo de este texto.

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Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom

 Yehuda Ribco

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