Shalom.
Gracias por participar.
No sé si la palabra más apropiada sea "aborrecer",
que es la que usted utiliza.
Veremos en el correr de este texto el verbo más propicio.
Ante todo preguntémonos: ¿son los samaritanos
miembros del pueblo de Israel?
La respuesta es sí pero no.
Para comenzar NO son descendientes de nuestros patriarcas, sino que
provienen de otras naciones; es decir, su vinculación con el judaísmo
es a través de la conversión (en masa) a las
costumbres de Israel.
Pero, no fue una conversión total, formal, debidamente consolidada, de esas
que permite al converso abandonar sus viejas prácticas idolátricas y
creencias erróneas, para abocarse con fidelidad a lo que el Eterno exige de
los israelitas.
Sino que fue una conversión parcial, motivada por intereses del
momento, carente de sinceridad y falta del deseo ferviente por ser miembro
de la Familia de Israel. Además, fue patrocinada por personas israelitas de
nacionalidad, pero que eran sacerdotes de idolatría mezclada con Torá. Por
lo cual, ¿cuánto de Verdad podían destilar sus extrañas enseñanzas a los
paganos en vía de ser conversos?
¿Qué valor tiene un título de miembro de Israel, cuando no se lo ha
adquirido por la vía legal, ni motivado por la sinceridad, ni acatando lo
que debe ser acatado por un miembro de Israel?
(Por ejemplo, si yo como uruguayo emigro a su país (España),
pero me introduzco como turista, y trabajo ilegalmente, y no me interesa
mucho el destino de la nación española, y más tarde me vinculo con alguna
organización clandestina que me vende el pasaporte Comunitario... ¿soy
realmente un español? Y mis hijos nacidos en la península de padres
uruguayos, ¿lo serán? Y si además nos convertimos en avales del terrorismo
anti-español, ¿cómo nos consideraría usted?)
El peligro de estas conversiones parciales
es que un gentil queda disfrazado como israelita, pero esencialmente
no lo es.
Entonces, por fuera parecen ser miembros de Israel, pero al escarbar un poco
en lo esencial, nos encontramos con un gentil.
A raíz de esta doble personalidad comienzan a emerger conflictos,
primero los propios, de identidad personal: ¿quién soy, y qué soy?
Luego se evidencian los problemas con aquellos que son verdaderos judíos
(el remanente de los Hijos de Israel) y que sostienen
con firmeza su patrimonio nacional y cultural, por lo cual no pueden
permitir que los ajenos quieran imponer su ideología extraña en el seno del
judaísmo.
Y ésta es una lucha intestina, pues la cultura extraña no se presenta como
un invasor extranjero que planta su bota sobre Israel, al cual es posible
identificar y combatir activamente. Sino que actúa como un virus,
infectando con ajenidad desde dentro, ocultamente y sin demostraciones
virulentas... hasta que finalmente se hace patente el perjuicio, cuando
quizás ya es demasiado tarde para remedios simples.
¿Cómo sabemos que éste es el origen de los
samaritanos?
Pues, porque tenemos el FIEL relato en 2 Melajim / II Reyes 17:23-41.
Los primeros samaritanos eran extranjeros de diversas regiones
asiáticas, llegaron a nuestras tierras involuntariamente, pues fueron
traídos por el conquistador imperio Asirio, en su genial y perverso plan de
transplantar poblaciones para apagar probables focos de insurrección
nacionalista.
Así como las inmensas masas de los israelitas de Samaria (las
famosas Diez Tribus Perdidas) fueron dispersados entre las posesiones
asirias, extranjeros fueron ubicados en la Samaria desolada.
Con el paso del tiempo, los extranjeros se transformaron en intrusos
advenedizos, que pretendieron adueñarse y poseer derechos a la tierra a la
que fueron transferidos, cuando los verdaderos herederos estaban
imposibilitados de reclamar su derecho (en esto, pueden ser
considerados como un prototipo de los así llamados palestinos).
Por ser personas idólatras, tenían la creencia de que cada territorio tiene
su divinidad. En el caso de Samaria sería el Dios de Israel.
Por lo cual, NO por amor a Dios, sino por temor a Sus castigos si es que no
lo adoraban como ellos suponían que a Él agradaba, quisieron adquirir para
sí la religión de los habitantes de esa tierra. Es decir, quisieron
sumar a sus creencias idolátricas las creencias y prácticas de Israel.
Como mencionamos fueron instruidos por deficientes maestros, pero además
ellos estaban confundidos y pasmados por las costumbres y creencias hebreas,
básicamente trastornados por la Torá, que tiene un mensaje tan radicalmente
diferente a lo que era (y es) común entre los
idólatras.
Por eso, hicieron lo que habitualmente hace el obtuso: trata de que el
universo encaje dentro de sus moldes, en lugar de adecuar los moldes.
(Algo así como el carpintero bruto que todo arregla a
golpe de martillo).
Sumergidos en su religiosidad pagana no comprendiendo nada de nuestra
historia (de los judíos y levitas, único remanente de los
Hijos de Israel), y mucho menos del Deseo expresado claramente por
Dios en lo referente a Su Torá, y el vínculo que el hebreo debe tener hacia
ella (y sus preceptos).
Así que no existe tal pureza en las prácticas de los samaritanos,
dado que es una mezcolanza de antiguo israelismo, con mucho de
prácticas paganas, aderezado con numerosas invenciones surgidas de su propia
historia y del deseo por acomodar la Historia a sus ideas.
Le reitero que la historia esta contada claramente en el Tanaj, léala por
favor. Si usted confía en Dios, sabe de la veracidad de los textos que el
Tanaj ofrece. Y si no confía, puede indagar en libros confiables de
Historia.
Ahora bien, es indudable que los que desean
ser fieles al Eterno no pueden aceptar que el intruso quiera imponer sus
reglas, sea que el intruso venga de fuera, o esté viviendo dentro de casa.
Así que los judíos fueron duros defensores de su identidad, de su cultura,
de su patria, en resumen, de lo que hace de los judíos una nación entre las
naciones. (Uno de los ejemplos de esta terquedad
positiva lo recordamos por estos días, cuando en Januca celebramos la
victoria de la cultura de los judíos sobre el yugo de la poderosísima
cultura de los helenos ocupante de Yehudá. Otro de los ejemplos, es el
absoluto rechazo a las ideas de los amantes de Ieshu/Jesús que quieren
transformar a los judíos en adoradores de falsas deidades.)
En tanto que los samaritanos eran el quiste de idolatría y falsa pertenencia
a Israel, y que luchaban abierta o clandestinamente contra la existencia y
cultura de los israelitas. Con el correr del tiempo entre los samaritanos se
hizo evidente que debían destruir a los judíos y al judaísmo, al menos por
dos motivos (sin dudas que hay más): para erradicar a
los verdaderos dueños de la tierra de Israel; y para eliminar la evidencia
de su origen y sistema de vida bastardeados.
Tome usted un ejemplo en el capítulo cuarto del libro de Ezrá / Esdrás, o
también el cuarto capítulo pero del libro de Nejemiá / Nehemías. Léalos por
favor y preste atención a los métodos facinerosos de los líderes samaritanos
(cualquier similitud con los así llamados palestinos, no es
mera coincidencia).
Entonces, ¿cómo no oponerse radicalmente a aquellos que quieren intoxicar la
Tradición de Israel? ¿Cómo no poner un límite preciso entre lo que es de
acuerdo al Deseo de Dios, y aquello que no lo es? ¿Cómo no luchar por
preservar la propia identidad ajada y manoseada por los extranjeros? ¿Cómo
no perseverar para mantenerse con vida ante el ataque infiel?
Si algún judío llegó a aborrecer a los
samaritanos (tal como está contado que el amoroso
Ieshu/Jesús lo hacía), es una cuestión de genio personal y no algo
que sea compartible.
Pues, una cosa es aborrecer y otra bien distinta es tener en claro el
peligro que alguno representa para la propia existencia y actuar en
concordancia a este conocimiento.
¡Qué distinta sería la historia de los
samaritanos (esos que se afincaron en nuestra tierra
tras el exilio de los hebreos a Asiria) si hubieran buscado
sinceramente al Dios de Israel, y la concordia con los que hubieran sido sus
hermanos mayores, los judíos!
¡Qué distinto todo si en lugar de fantasear acerca de purezas raciales,
hubieran reconocido con humildad su origen, y deseado beber mansamente de la
Torá!
Quiera el Eterno pronto traer Luz a la vida de
los confundidos, extraviados y apartados. Amén.
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Iebarejejá H' - Dios te bendiga,
y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco |