Claves: Juego, jugar, video,
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padres, educación, límites, respeto
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Shalom.
Gracias por participar.
No es una irreverencia contra Dios el
esparcirse, jugar, pasar momento de distensión y gozo saludable.
Es más, es imprescindible que la persona aproveche esos momentos de ocio
para vigorizarse y tomar impulsos para continuar caminando por el camino del
Bien.
Por su parte, la estricta represión y supresión de aquello que es
placentero, termina resultando en afectaciones más o menos severas de la
salud física, mental, emocional, social y espiritual de la persona.
Así que, el juego y el esparcimiento no solamente no son vanidad, sino que
son indispensables en la caja de herramientas del que desea ser fiel
a Dios, al prójimo y a sí mismo.
Claro, como con todo, hay que tomar en cuenta las limitaciones.
En esta ocasión le mencionaré cuatro:
-
De edad.
No es lo mismo el niño pequeño que su vida es juego y su tarea es jugar para
ir conociendo el mundo y su ser, que el joven o el adulto que deben jugar
en tanto viven con consciente responsabilidad el mundo externo e interno.
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De tiempo.
No vivir pegado al monitor, al game-cube o lo que sea.
Sino pasar un rato de diversión y luego retomar el trabajo de ser
activamente mejores.
Porque, un momento de distracción provechosa es una bendición, pero
dilapidar el precioso tesoro de la vida -el tiempo- es la más tontas de las
pérdidas.
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De contenido.
No dedicarse a actividades que estén prohibidas, o puedan ser un tobogán
para ellas.
Por lo tanto, dependiendo de las características del esparcimiento, nada hay
que sea reprochable.
Es decir, si el videojuego es de actos de violencia irracional con evidentes
conexiones que distorsionan el sano contacto con el mundo real
(por ejemplo, los juegos (que no son tales) de matar
ancianos, judíos, turcos, etc.), obviamente que son prohibidos, no
por faltarle el respeto a Dios solamente, sino también por instruir en el
odio y lo reprochable.
-
De adecuación.
Si tus padres, maestros, alguien importante para ti, te piden que les des
una mano, o hagas tu tarea, o te dediques a otra cosa (y
siendo sinceros tú sabes que a veces ellos están en lo correcto),
entonces corresponde que dejes el juego para ocuparte de lo que es tu
menester.
Tienes derecho a jugar y divertirte, así lo ha estipulado Dios; pero también
tienes deberes de los que eres responsable.
Así que mi apreciado, el jugar con
limitaciones razonables es positivo y no una vanidad o un pecado.
Si este texto le ha sido de provecho, no
olvide que este sitio se mantiene gracias a SU colaboración
económica. No cierre su mano, y abra su corazón bondadoso.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga,
y que
sepamos construir Shalom
Yehuda Ribco |