Shalom.
Gracias por participar.
Maimónides en su Mishné Torá, Hiljot Teshuvá
capítulo 6, basado en el Talmud, claramente enseña que la bejirá jofshit
(libre albedrío) es la capacidad humana de elegir entre tov vará,
el bien y el mal.
Así pues, en nuestra Tradición la libertad de elección es la decisión
independiente y voluntaria para actuar acorde a lo bueno, o en su contra.
Evidentemente que para ejercer efectivamente
esta capacidad natural humana se precisan cuatro elementos indispensables
(si falta o falla un elemento, la capacidad natural no se
desarrolla, y por lo tanto la libertad de elegir "es menos libre"):
-
Estudio de Torá profundo y acorde con las
enseñanzas tradicionales. Pues, el camino al bien es el que la Torá declara
como tal; y lo malo es lo que en la Torá está declarado así.
Prestemos atención: "Mira, pues; yo pongo hoy delante de vosotros la
bendición y la maldición:
la bendición, si obedecéis los mandamientos del Eterno vuestro Elokim que yo
os mando hoy;
y la maldición, si no obedecéis los mandamientos del Eterno vuestro Elokim,
sino que os apartáis del camino que yo os mando hoy, para ir en pos de
dioses ajenos que no habéis conocido."
(Devarim / Deuteronomio 11:26-28).
Es muy claro el mensaje que Moshé expone ante el Pueblo: "¿Quieren la
bendición, el bien? Entonces cumplan con los mandamientos.
¿Buscan la maldición?
Entonces desconozcan los preceptos y vivan según antojan. Anden por sus
caminos, y no por los del Eterno. Eso es lo malo."
Aquel que menos Torá ha estudiado, menos capacidad de elegir libremente
tiene, pues, ¿cómo elegir cuando no se conocen las opciones reales?
-
Capacidad intelectual intacta, que permita
distinguir nítidamente en la realidad que creamos/experimentamos, para saber
aplicar con sabiduría lo que la Torá exige para que hagamos.
Esta capacidad incluye la honestidad intelectual que incesantemente busca
con sinceridad e integridad el encuentro con la Verdad, y que no se
avergüenza por reconocer sus errores pasados o limitaciones, en pos de
superarlos.
Aquel que no se ha cultivado intelectualmente, ¿cómo elegirá prudentemente?
¿Acaso el menos cultivado no suele dejarse llevar por las opiniones
pasajeras, por las modas, por los líderes que los someten (ya
que ellos se dejan someter)?
Distinto ocurre con el que entrena constantemente su intelecto, ya que está
perfeccionando la herramienta básica que le posibilitar tomar decisiones
trascendentes.
Lo dijo el más sabio entre los hombres: "Fuente de vida es el
entendimiento al que lo posee, pero el castigo de los insensatos es la misma
insensatez."
(Mishlei / Proverbios 16:22)
-
Humildad, modestia.
El saber que no se está siempre en posesión de la verdad; que no siempre
tenemos la respuesta justa; que estamos a merced del error; nos abre las
puertas para ascender espiritualmente, y a no limitarnos a eso que somos.
Aquel que se aferra en su orgullo, y desconoce sus carencias, y desprecia
sus logros; es como si se encerrara en un alto castillo, suponiendo que
ningún daño sufrirá.
Pero, para el vanidoso está dicho: "La soberbia de tu corazón te ha
engañado a ti que habitas en las hendiduras de la peña, en tu morada
elevada; a ti que decías en tu corazón: '¿Quién me hará caer a tierra?'
Aunque remontes vuelo como águila y entre las estrellas pongas tu nido, de
allí te haré descender, dice el Eterno."
(Ovadia / Abdías 1:3-4)
Así pues, el orgulloso se obtura su capacidad de elegir libremente entre el
bien y el mal, pues presume estar siempre en posesión del bien, sin aceptar
siquiera dudar al respecto. Y por esto, incurre en el camino negativo,
atrayendo para su vida maldición y muerte.
-
Confianza en el Eterno, y seguridad en que Él
es un Maestro veraz y un Juez estrictamente justo, pero que es
misericordioso con el que se arrepiente sinceramente.
Como aprendemos: "El que está atento a la palabra hallará el bien, y el
que confía en el Eterno es bienaventurado."
(Mishlei / Proverbios 16:20)
Cuando se desconfía del Eterno, y de Su revelación en Sinai con la entrega
de la Torá (escrita u oral), la persona entra al
terreno del subjetivismo, es decir, a la dimensión en la cual todas las
opiniones son igualmente valiosas, igualmente verdaderas. De esta forma, lo
que enseñó el sabio Aristóteles en el área de la ética, es igualmente
valioso que las leyes de Nüremberg de los malvados nazis, e igualmente
valioso que los decretos de Amán, e igualmente valioso que la tesitura de
vida de Mahatma Ghandi, e igualmente valioso que las leyes mosaicas, e
igualmente valioso que lo que doña Rosa (mi vecina)
opina acerca de lo que está bien o mal...
Pues, ¡no es así!
Habiendo un Dios que es uno y único, y que ha revelado la legislación que
emana de Su sabiduría perfecta, entonces, ESA es la ley que hay que seguir,
la que indudablemente declara lo que está acorde al bien y lo que no lo
está.
El salmista lo cantó así: "Los juicios del Eterno son verdad; son todos
justos."
(Tehilim / Salmos 19:10)
Bien estimada señora, espero que teniendo en
cuenta estos fundamentos imprescindibles quede claro que no todos los
humanos ejercen al máximo su capacidad natural del libre albedrío.
Para no irnos a ejemplos extremos y mortales (ni Hitler, ni
Arafat, ni otros de esta calaña), le ruego que pensemos un instante
en un buen señor que pasa sus varias horas de ocio sentado
frente al televisor, y que absorbe la cultura que la misma irradia. Su mundo
gira entorno a la TV, y su vida se construye con los valores televisados.
Al momento de tener que enfrentarse a decisiones trascendentes, de aquellas
que ponen en juego el libre albedrío: ¿cuánta independencia tendrá?
Por último, en el material que usted me envió
(y que le agradezco por darme la oportunidad de leerlo, y
aprender alguna cosa de él), se menciona que el pasaje: "he puesto
delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición.
Escoge, pues, la vida" (Devarim / Deuteronomio 30:19), tiene como
objetivo enseñarnos que el libre albedrío trata acerca de elegir entre la
vida y la muerte, y no entre el bien y el mal.
Esto es correcto, de acuerdo a lo que los comentaristas clásicos de Torá
enseñan.
Pero, no es todo lo que el pasaje está reclamando de nosotros.
Leamos con atención:
"Llamo hoy por testigos contra vosotros a
los cielos y a la tierra, de que he puesto delante de vosotros la vida y la
muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas,
tú y tus descendientes, amando al Eterno tu Elokim, escuchando Su voz y
siéndoLe fiel. Porque Él es tu vida y la prolongación de tus días..."
(Devarim / Deuteronomio 30:19-20)
Demos una explicación rápida.
Llamo hoy por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra:
así como el Eterno creó al comienzo de la Creación los cielos y la tierra,
también Él estipuló desde ese momento lo que considera bueno y lo que es
malo. Y, así como cielos y tierra permanecen y no varían antojadizamente,
las leyes el Eterno son invariables, precisas.
de que he puesto delante de vosotros: Dios permite que escojamos, es Él
que nos pone en situación de poder optar. Y toda elección, para ser
considerada como tal, necesariamente debe ser tomada libremente y
voluntariamente; de lo contrario, ¡no es una elección!
Así pues, elegir es estar desarrollando lo potencial que el Eterno nos
entrega.
la vida y la muerte, la bendición y la maldición: la Torá utiliza un
recurso estilístico habitual, la reiteración de un concepto utilizando
expresiones sinónimas, o semejantes. Vida es bendición, es lo que representa
el bien; muerte es maldición, lo que representa el mal.
¿De dónde sabemos que el bien está vinculado a bendición y que el mal está
vinculado a maldición?
Si leemos unos pocos versículos antes, obtenemos la respuesta: "Mira,
pues, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal, con
el fin de que ames al Eterno tu Elokim..."
(Devarim / Deuteronomio 30:15-16)
Así pues, escoger vida es escoger bendición, es ansiar el bien.
Andar por sendero de muerte es maldición, es caer en mal.
Escoge: es una orden, ya no es sólo una sugerencia. Dios nos exige que
escojamos, que elijamos los pasos que daremos. Esto es un imperativo que nos
obliga a ser responsables, estudiosos, apegados a la Torá, cumplidores de
mandamientos.
¿Por qué es tan importante escoger entre el bien y el mal?
Pues, porqué es lo que Dios demanda de nosotros, para que alcancemos una
estatura que podamos llamar "humana".
Y, porqué es lo que fundamenta el sistema de justicia perfecta con la cual
el Eterno nos juzga.
Y, porqué es lo que hace que el bien que recibimos de parte de Dios, no nos
sea de humillación, y si de deleite.
pues, la vida para que vivas, tú y tus descendientes, amando al Eterno tu
Elokim: la vida no es respirar, comer, beber, dormir, divertirse,
reproducirse. Vivir queda definido en la Torá como "amar al Eterno".
¿Cómo se Lo ama? Pues:
escuchando Su voz y siéndoLe fiel: estudiando Torá, cumpliendo Sus
preceptos, estando atento a las enseñanzas de los Sabios de Israel. ¡Eso es
vivir! Lo otro, (respirar, comer, reproducirse, etc.)
es simplemente pasar por la vida.
¿Qué diferencia a un suicida de uno que está de paso por la vida?
Pues, que el suicida ha cerrado toda puerta para su desarrollo espiritual,
ha cortado los lazos con la vida, con la bendición, con el bien.
Pero, el que está pasando por la vida sin vivirla (pues no
está sirviendo al Eterno, tal como Él exige de cada cual), siempre
está en la posibilidad de retornar a la senda que Él ha declarado como
buena.
Porque Él es tu vida y la prolongación de
tus días: el servicio al Eterno es la vida para el ser humano, tanto en
Este Mundo como en el Venidero.
Por eso hace un tiempo habíamos enseñado que en el Tanaj se suele hablar de
dos tipos de muerto: uno es el que ha fallecido, que ha dejado de respirar y
de interactuar con el mundo. El otro, es el que está apartado de Dios.
Espero que mis palabras, tomadas de los Sabios
de Israel, le sirvan para continuar sus preciosos estudios de Torá, y para
que fortalezca su amor por el cumplimiento de los mandamientos.
Si este texto le ha sido de provecho, no
olvide que este sitio se mantiene gracias a SU colaboración
económica. No cierre su mano, y abra su corazón bondadoso.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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