Shalom.
Gracias por participar nuevamente.
En una misiva anterior usted exponía que tenía
la creencia de que ciertas afecciones extrañas que aquejaban a su esposa
eran a causa de los nombres de ella.
Rápidamente, hace un par de días,
respondí a esa consulta, indicándoles claramente que ambos nombres
(Salamet y Azazel) difícilmente podrían ser origen de
padecimientos (Como mencionamos, si es que Salamet tuviera un
origen hebreo, su traducción estaría vinculado a "Pacificar"; en tanto que
en hebreo Azazel remite a algo fuerte y salvaje. Absolutamente para
nada se relacionan estas palabras ni con un falso dios crucificado, ni con
un inexistente jefe de demonios).
Es más, en general suponer afecciones de origen peculiar debería ser
de las últimas hipótesis a tomar en cuenta (primero hay que
desechar causas orgánicas, luego psíquicas, ambientales, circunstanciales,
etc.; finalmente tras un largo proceso científico/técnico de descarte, se
llega a la presunción de un afectación de índole espiritual).
Por esto, en aquella respuesta también declaré mi extrañeza ante su
pensamiento de que las enfermedades inexplicables de su esposa se
debieran a los nombres de ella.
Recién ahora, con ésta su segunda carta, se me
aclara un poco más el panorama.
Ya que, ¿cómo no haberme sentido perplejo ante su planteo inusual, cuando
son ustedes los inocentes que han sido atormentados por pensamientos
extraños a causa de la ignorancia y superstición de un "sacerdote"?
De porqué oso tildar al mentado sacerdote de ignorante rezumado y
supersticioso, no lo diré ahora, pues no quiero perder tiempo con lo que es
banal y ocioso.
Me parece mucho más urgente dedicarme a explicarles a ustedes algunos
aspectos acerca de la salud y la enfermedad, desde una perspectiva holística,
y haciendo hincapié en lo espiritual.
Espero que si leen y comprenden medianamente el texto que expondré a
continuación, rápidamente desecharán las sandeces aberrantes con las que
fueron aleccionados por el sacerdote (tanto en el
plano de las enfermedades inexplicables, como en el de la teología
y la fe religiosa) y entonces comenzarán a hallar un poco de paz,
lejos de las aguas venenosas que destilan las palabras del sacerdote
y sus similares.
Seis son los niveles de curación, que se
corresponden con las dimensiones espirituales:
Dimensión espiritual |
Nivel de
curación |
Nefesh (Energía vital) |
Medicina |
Ruaj
(Ánimo) |
Psicología |
Neshamá (Espíritu) |
Meditaciones |
Jaiá (Unidad en la diversidad) |
Luz de la Torá |
Iejidá (Unidad transpersonal) |
Curación divina |
Etzem HaNeshamá (Esencia
espiritual) |
Milagro |
Pasemos a explicar brevemente cada uno de los
niveles.
Nefesh
Éste es el nivel del médico que ha estudiado y se ha entrenado
mediante el ejercicio de su profesión académica (occidental u
oriental, universitaria o tradicional).
El técnico experto en este nivel es el que sabe emplear las herramientas de
su oficio para proveer al cuerpo de curas, o de prevenirlo de enfermedades,
que se vinculan con este nivel de salud/enfermedad.
El médico practicante de su arte/ciencia no suele tener noción de que sus
manipulaciones sobre el cuerpo físico tienen estrecha relación con el
nefesh de la persona, sin embargo, esta inadvertencia no van en desmedro
de la efectividad de las prácticas positivas.
Ruaj
Sobre este plano de la salud/enfermedad trabajan los
especialistas en salud mental, especialmente los psicólogos, y todos
aquellos técnicos que no ejercen su arte/ciencia por medio de la
administración de drogas o prácticas que manipulan directamente el
organismo.
Su efecto se produce por diversos canales, por ejemplo mencionemos algunos:
sugestión; toma de conciencia; reaprendizaje; reformulación de objetivos;
desensibilización, catarsis, etc.
Es decir, la numerosa gama de herramientas a disposición de los técnicos en
salud mental, en sus diversas corrientes, ramas, escuelas, cosmovisiones,
etc. (también se pueden sumar las técnicas de manipulación
de la energía vital, tales como el Reiki, Bioenergética, etc.).
Varios maestros de Cabalá emplean métodos de sugestión denominados
segulot, que sirven como mecanismos para influir sugestivamente en el
paciente en procura de que éste ejerza modificaciones en su organismo,
conducta o percepción de la realidad. Sobre esto está escrito: "Envió Su
palabra y los sanó; los libró de su ruina" (Tehilim / Salmos 107:20).
Vemos que, si bien su campo de acción no es
directamente el cuerpo, sus efectos pueden derivar en mejorar o restaurar lo
corporal (y por ende, su mal uso puede perjudicar no sólo la
psique, sino también el físico).
Como es fácil de advertir, en este plano
(en el cual las emociones, lo inconsciente, las fuerzas
dormidas de la personas, la poderosa imaginación, etc. son puestas en
movimiento por medio de sugestiones), es que la superchería
(sacerdotes, chamanes, manosantas, curanderos, magos, etc.)
suele abundar y atentar contra la libertad, el crecimiento, la salud y vida
de los que son afectados.
Es también aquí donde suelen prosperar los fetichismos y otros paganismos
(pastores sanadores, sacerdotes carismáticos, vudú, vidas pasadas,
exorcistas, etc.), que se
alimentan de atrapar incautos. A veces hasta operan satisfactoriamente en lo
que a sanaciones se refiere, pero dañan horriblemente el vínculo eterno
entre el individuo y Dios. Por lo cual, el remedio resulta peor que la
enfermedad. Sobre sujetos extraviados/extraviadores por el estilo ha sido
declarado: "En cuanto a vosotros, lo recubrís todo con mentira; todos
vosotros sois médicos inútiles" (Iyov / Job 13:4).
Neshamá
En este nivel operan las meditaciones dirigidas a encontrar al
Eterno.
Pueden ser aquellas emanadas de los rezos establecidos en el sidur
-libro de rezos-, o las que maestros de Torá indiquen al paciente
para que emplee en su fortalecimiento o sanación.
Un ejemplo lo encontramos en el salmista: "Oh Eterno, Elokim mío, a Ti
clamé, y me sanaste" (Tehilim / Salmos 30:3).
Para que las operaciones en este nivel sean
efectivas, es imprescindible contar con un trabajo previo en el estricto
cumplimiento de los preceptos, y especialmente un gran entrenamiento en
tzedaká -donación de dinero a obras de bien.
Ayuda en mucho también el contar con un caudal importante de conocimiento de
Torá, y de constancia en su estudio.
Como es evidente, el técnico experto es un
maestro judío de Torá, experto en Cabalá práctica o profundo guía en Torá y
Tradición, que pueda conducir prudentemente, con humildad, y bondad al
paciente en su búsqueda del Eterno, que es el curador de toda carne.
Por supuesto que el rezo con sentido, toda
plegaria emitida con pureza de corazón y de acuerdo a las normas
correspondientes, tiene un grado de efecto positivo en este plano de
curación.
Jaiá
En este nivel el sanador y el paciente son uno y el mismo.
Pues, para hallar el camino en esta cura el paciente debe involucrarse en el
estudio de Torá, al punto de hacer de ella su vida.
Los pocos que logran esto, encuentran que de la Torá se irradia energía que
vivifica el ser, y lo energiza en todos sus aspectos.
La mayoría de nosotros, que no alcanzamos el
grado de adhesión superior a la Torá, tenemos abierta la posibilidad de
adentrarnos en su estudio y contemplación.
Y si bien quizás no alcancemos a percibir su influjo positivo, sin dudas que
lo estamos recibiendo.
Es evidente que aquel que dice estudiar
seriamente Torá, debe cumplir estrictamente con los mandamientos que en ella
se encuentran.
Tal como está declarado: "Éstos, pues, son los mandamientos, las leyes y
los decretos que el Eterno vuestro Elokim ha mandado que os enseñara, para
que los pongáis por obra ... Son para que temas al Eterno tu Elokim, tú con
tu hijo y el hijo de tu hijo, guardando todos los días de tu vida todas Sus
leyes y Sus mandamientos que yo te mando, a fin de que tus días sean
prolongados." (Devarim / Deuteronomio 6:1-2).
(Atención: si el motivo por el
estudio y el cumplimiento de los preceptos no es para servir lealmente a
Dios, sino que se lo hace por algún otro interés, no se está actuando del
modo que permite obtener mayor bendición como consecuencia del acto
positivo.
Es una paradoja, ya que aquel que no busca el beneficio, es el mayor
beneficiado.)
Es de notar que en ocasiones no se produce una
cura milagrosa, una sanación visible y mensurable en el cuerpo del
afectado; pero es que el la cura se ha producido en plano espirituales y
trascendentales, reservando las energía vivificadoras para el deleite en el
Mundo Venidero, y no derrocharlas en Este Mundo pasajero.
(Debemos recordar que el ser individual, incluso el mayor buscador de Dios,
nace para fenecer, es el tiempo entre ambos sucesos lo que acumula frutos
que serán gozados en el Mundo Venidero).
Iejidá
En este plano un colectivo de personas puras, adeptas a la Torá
y fieles al cumplimiento de los mandamientos, aúnan sus esfuerzos de
plegaria, caridad, buenas obras, para lograr la restauración de un enfermo
individual, o de un colectivo. Tal como aprendemos: "Se convertirán al
Eterno, quien atenderá a sus súplicas y los sanará." (Ieshaiá / Isaías
19:22).
Aquí ejerce una poderosa influencia el total desprendimiento generoso, y la
plena confianza en el Eterno, de los que se vinculan para estimular el
mejoramiento del necesitado.
De modo similar al plano anterior, en
ocasiones la cura se dirige a lo que no es percibido por nuestros sentidos
físicos, sino que restablece la pureza del espíritu para que goce del
deleite del Más Allá.
Tal por ejemplo es lo que acontece cuando un grupo de fieles verdaderos oran
y pronuncian mizmorim/salmos en beneficio del que agoniza.
Un caso particular de este nivel es el
tzadik, que vive desprendido de su ego, y por tanto incluso
solitariamente puede lograr el efecto de un colectivo de justos congregados,
tal como se narra acerca de nuestro mayor Maestro: "Entonces Moshé
[Moisés] clamó al Eterno diciendo: -¡Oh Elokim, sánala, por favor!"
(Bemidbar / Números 12:13).
Etzem HaNeshamá
Este es el plano el milagro, de la obra de Dios sin mediación
humana.
Del suceso que sirve para reconocer la Presencia de Dios insuflando de vida
al mundo, tal como leemos: "Ved ahora que Yo, Yo Soy, y conmigo no hay
más dioses. Yo hago morir y hago vivir; Yo hiero y también sano; no hay
quien pueda librar de Mi mano." (Devarim / Deuteronomio 32:39).
Bien, hasta aquí la breve descripción de los
niveles de curación.
¿Cuáles, pues, son los pasos aconsejables en el caso de ustedes
(y en
el de cualquier padecimiento)?
-
Primero, que los expertos en medicina
descarten toda posibilidad de afecciones orgánicas.
-
Si no es en lo físico el campo para resolver
el problema, o si las afecciones del organismo tienen un origen o fuerte
vinculación en lo emocional, en lo subjetivo, entonces es menester pasar al
segundo nivel de atención.
Es aquí cuando deben andar con extremo cuidado, para no ser perjudicados por
maliciosos o ignorantes que mediante sus extraviadas manipulaciones los
enferme aún más (como lamentablemente creo que ha ocurrido
cuando tomaron como valedero el diagnóstico aberrante del mentado
sacerdote).
-
Si las dos categorías anteriores no han
resuelto los padecimientos, es menester recurrir a los maestros idóneos en
Torá, para que les instruyan acerca de meditaciones, oraciones, etc.
-
Si la que padece es una persona judía, debe
involucrarse vitalmente en el estudio de Torá.
Y sea judío o gentil, debe poner mayor énfasis en el adecuado cumplimiento
de los mandamientos que les corresponde cumplir (7 con sus
derivados los gentiles, 613 con los decretos rabínicos los judíos).
El motivo para el cumplimiento de los mandamientos debe ser puro, es decir,
con la intención exclusiva de servir fielmente al Eterno, pues si se cumplen
con otro motivo, entonces el resultado positivo es de menor poder
restaurador.
-
Conseguir que un grupo de fieles judíos,
estudiosos de Torá y cumplidores de preceptos, se reúnan y junten sus ruegos
implorando al Eterno por una justa curación.
-
Como último paso, si todo lo anterior parece
no resultar, queda simplemente confiar en el Eterno, y aguardar si Él
enviará su milagrosa curación.
(Es obvio que en cada uno de
los niveles es menester depositar la confianza en Dios, y la seguridad en
que todos Sus actos son justos).
Ruego al Eterno por ustedes para que pronto
encuentren la senda para recibir Su bendición, lejos de los idólatras,
supersticiosos y engañosos. Verán que cuanto más apartados de creencias
erróneas estén, más paz percibirán en sus vidas (incluso a
pesar del indeseable sufrimiento del cuerpo se puede hallar paz si se está
en la Senda correcta).
Quedo a sus órdenes.
Si mi modesto trabajo aquí presentado le ha sido de
bendición, no
olvide que este sitio y su autor se mantienen gracias a Dios, que en parte
canaliza Su bondad a través
de la colaboración económica de
los lectores.
No cierre su mano, y abra
su corazón bondadoso para ser parte de la Obra del Eterno.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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