Shalom mi amigo apreciado.
Cada vez que me da la oportunidad de darle una modesta mano, no puedo dejar
de agradecer por participar.
Leyendo sus palabras me vino a la mente el
nombre "Avraham", quien fuera el primero de los patriarcas hebreos.
Permítame que le cuente algo, que
probablemente no le habrán contado en la escuela dominical.
Avraham nació en una familia de idólatras,
peor aún, de fabricantes de tallas religiosas, de repartidores de santas
biblias.
En una civilización de fieles a las deidades que no son Dios, peor aún, de
rebeldes activos contra Él.
En un mundo en el cual extendidamente se veneraba como principal, de una
galería de divinidades, a un falso dios milagrero que se decía que había
nacido de una madre virginal, quien reclamara ser la encarnación del
"Espíritu Santo", quien fuera muerto en una cruz para salvar a sus esclavos,
y quien viviera luego en espíritu como deidad suprema (todo esto ¡1800
años ANTES de la Era Común!).
Avraham vivía en este mundo regido por la religión de Nimrod, por el brazo
de Nimrod, por las leyes dogmáticas de Nimrod, por la cruz de fuego de
Nimrod.
Y sin embargo, a pesar de tener todas las cartas en contra, a pesar
de que era impensable, a pesar de los pesares: Avraham pudo ser el
primero en encontrar al Eterno por sus propios medios, gracias a sus
desvelos e investigaciones.
Con mucho esfuerzo intelectual y de voluntad, Avraham se despojó de los
adoctrinamientos fanáticos que lo obligaron a mamar en su hogar, en su
vecindario, en su iglesia, en su trabajo, entre sus camaradas, en
todos lados.
Avraham se desvistió de la santurronería del paganismo, para quedar en la
desnudez espiritual de los puros e inocentes.
Avraham fue el primero, ya que hasta entonces no había surgido de entre los
hijos de Noaj/Noé uno que no temiera razonar acerca de las doctrinas de fe;
ni que no se asustara por enfrentar a las falsas verdades establecidas;
ni que no se paralizara por cuestionar las verdades religiosamente
implantadas;
ni que prefiriera la inseguridad del buscador de la Verdad antes que
tranquilidad de la ceguera de la fe;
ni que no le atemorizara reconocer que lo que estaba percibiendo a su
alrededor no era más que las asquerosas mentiras que la religión del dios
muerto en la cruz representaba.
Pero, no se imagine a nuestro patriarca como
un Superman que todo lo dañino le resbalaba.
Le dolía el dolor, como a cualquier persona.
Oh sí, Avraham temía por su vida, por su salud. Pero más apreciaba estar en
la senda del Bien eterno, anhelaba profundamente andar por el camino de los
que buscan la Verdad, y por lo tanto rechazaba la idea de ser uno de los que
se quedan en el hostal de la falsedad.
Y, también le preocupaba el bienestar de sus queridos, sus padres, hermanos,
primos, amigos, conocidos, de la mucha gente que él estimaba.
Por esto, prefirió enfrentar las torturas que Nimrod y sus sacerdotes le
propinaban, con tal de sacar de la idolatría a sus queridos, con tal de
rescatar, de la entre los espiritualmente muertos, a los que él amaba.
Prefirió la bofetada de su padre, el escupitajo de su tío, el repudió de sus
viejos amigos de iglesia; si con ese desprecio inmerecido el trataba
de sacarlos de la muerte insensible que los estaba devorando.
Oh sí, Avraham, temía y dudaba si actuar o no; se cuestionaba si gritar la
falsedad de la religión del hijo de la supuesta virgen, o si quedarse en
casa susurrando plegarias al Dios que él buscaba y sentía vivo en su ser.
Oh sí, la vida de Avraham no era fácil, no lo era...
Tal como no lo es la vida del que desea ser
fiel al Eterno en nuestros días, cuando otras idolatrías son las que
atormentan la pureza espiritual de las personas.
Cuando otros paganismos, tan idénticos al de Nimrod (pues son
sus herederos) oprimen a las personas con sus amenazas de infiernos,
y promesas de ilusorios paraísos.
Está en cada uno de nosotros la decisión.
Si nos adaptamos a las vestiduras del paganismo, y entonces somos fanáticos
de las religiones, de las sectas, de los pastores, de los mesías.
O si nos atrevemos a desnudar nuestro espíritu, para estar entonces en
disposición del Eterno, Quien nos recubrirá con Su manto de Luz, con Su
palabra siempre verdadera, justa y de paz; con la que proviene de Sus
enseñanzas en la Torá.
Pero, es imprescindible que cada uno de
nosotros nos desvistamos de los harapos de la idolatría, de la
falsedad, de la fe.
Él hace milagros, ¡cómo no! Por lo tanto, si Él quisiera destrozaría las
sucias coberturas de las religiones, despedazaría las tallas idolátricas que
se aferran en nuestras mentes y corazones.
Pero no es ese el camino que Él prefiere para nuestro bien.
Él nos ha dado las herramientas para que nosotros construyamos nuestro
propio milagro.
Él nos ha dado los utensilios necesarios para quitar la pesada oscuridad del
mal, de la idolatría, y que nos empecemos a arropar con Sus vestiduras de
belleza y esplendor. Luego de que nosotros empecemos, Él se procurará de
ayudarnos, ¡así ha sido siempre!
Las herramientas de sastrería espiritual que Dios nos ha regalado se
llaman Torá y mandamientos.
La Torá para los judíos; y las enseñanzas de Torá por medio de maestro
judíos idóneos para los gentiles.
Los 613 mandamientos y los decretos rabínicos para los judíos; y los siete
preceptos universales con sus derivados para los gentiles.
Le reitero, no es esperar a que suceda el
milagro de la vuelta a Dios, como se consigue que uno mismo, y el
prójimo, realmente encuentre al uno y único Dios.
Es trabajando constantemente, sin desmayo, sin desesperanza, sin desvíos,
por perfeccionarnos, por salir del equívoco para introducirnos en aquel
terreno misterioso que Dios desea que conquistemos, el terreno misterioso
que se llama "nuestra espiritualidad", la verdadera Tierra Prometida que
vive en nuestro ser. (Relea el versículo Bereshit / Génesis
12:1 con lo que le he explicado hasta ahora en este texto, y verá cómo las
viejas palabras de la Torá tienen un sentido fresco y novedoso, vital y de
compromiso con la vida).
Es esforzándose cada día por superar nuestros propios errores y pecados, y
esforzándose cada día por ayudar al prójimo a no caer en la letrina
espantosa de la idolatría.
Avraham lo pudo hacer, se rescató a sí mismo y rescató a algunos de sus
allegados y vecinos, tal como leemos: "Avram [Abram] tomó a Sarai su
mujer, a Lot su sobrino y todos los bienes que habían acumulado y al alma
que hicieron en Jarán [Harán]; y partieron hacia la tierra de Canaán..."
(Bereshit / Génesis 12:5). Junto a Avraham su esposa, su sobrino y "el
alma que hicieron"; ¿qué quiere decir esto? ¿Acaso hicieron almas? La
respuesta está en lo que le he enseñado: las almas que hicieron significa
aquellos que gracias al trabajo de Avraham pudieron quebrar las cadenas
horribles de la esclavitud espiritual, zafaron del odio disfrazado de amor
que es el mensaje del dios crucificado, y que gracias a sí mismos y a
Avraham pudieron renacer, es decir, ser como almas nuevas,
puras, intocadas, desvestidas de los vistosos oropeles de la falsedad.
A veces algunos de los que son rescatados,
tropiezan, y vuelven a la miasma letal del error, pero que eso no se
transforme en motivo para dejar de lado la nunca alcanzable meta de ser
fieles a Dios, y amantes de Su Verdad.
Y que tampoco esta inseguridad sirva como excusa para promover en usted un
espíritu misionero, fanático, extremista, absolutista, opresor de las
divergencias. Pues cuando es el ejercicio del poder y de la ceguera lo que
mueve a la persona a su conversión, tarde o temprano el espíritu se
enferma, padece y se retuerce. Algunos así aquejados buscan la
liberación, como le aconteció a usted, como sucedió con Avraham... otros,
lamentablemente, se acostumbran a la enfermedad y a los aparentes
beneficios secundarios de la misma, y luego se hacen ellos en activos
militantes de la fe.
En resumen, mi caro amigo Salvador, un camino
similar al que usted está recorriendo, ya ha sido recorrido por el primero
de los monoteístas racionales, por el patriarca de los adeptos al Uno y
Único.
El que lo identifique con un héroe de la Verdad, es como para sentirse
halagado y en un compromiso, el compromiso de ser responsable por el
bienestar en su vida y la de los suyos que acepten seguirlo en su camino a
la Tierra Prometida.
Y, ¡qué ventajas tiene usted sobre el primero de los fieles!
Usted ya tiene todo el legado que el judaísmo y que los noájidas han
recibido del Eterno y que preservado para bendición del que anda por sus
sendas.
Recuerde, y tómelo para usted, lo que el Padre
dijo al padre espiritual de Sus fieles: "No temas, Avram [Abram]. Yo soy
tu escudo, y tu galardón será muy grande." (Bereshit / Génesis 15:0).
Si mi modesto trabajo aquí presentado le ha sido de
bendición, no
olvide que este sitio y su autor se mantienen gracias a Dios, que en parte
canaliza Su bondad a través
de la colaboración económica de
los lectores.
No cierre su mano, y abra
su corazón bondadoso para ser parte de la Obra del Eterno.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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