Claves: Ropa, vestido,
vestimenta, moda, cubrir, pudor, recato, sobriedad, sensualidad, ánimo,
conciencia, sentimiento, Génesis, Bereshit, Adán, Eva, Serpiente, pecado,
consideración, respeto, cuerpo, desnudez
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Shalom.
Gracias por participar.
Apreciada mía, tanto hombre como mujer
(seamos judíos naturales o por conversión, así como los gentiles)
debemos vestir con pudor y recato; y de acuerdo a nuestro género.
Estas son las reglas básicas en cuanto a la vestimenta (de
donde se derivan otras varias que en otra oportunidad publicaré).
Por lo cual, en principio no queda prohibido el uso de prendas cómodas,
bellas, que realcen prudentemente la imagen, que expresen los estados de
ánimos, etc.
Piensa en esto por favor.
Si la ropa que se está llevando, lo que cubre o descubre, se convierte en
centro de atención del prójimo; ¿nos valoran por lo que realmente somos, o
por la sensualidad que podemos estar significando a la mirada del otro?
¿Es un elogio ser desnudada mentalmente por la mirada lasciva de un
desconocido; o es una pequeña violación de tu persona?
Y si por tu parte depositas gran importancia en tus vestimentas, y te
consideras más o menos bella de acuerdo a las mismas, ¿qué imagen mental
tienes de ti misma, cuánto te aprecias realmente?
En verdad el tema que preguntas aparenta ser
superficial, pero sin dudas que la ropa es un accesorio que hace a la
personalidad, y reviste gran complejidad (por lo cual apenas
si estamos dando un pequeño bosquejo con esta respuesta).
Te pido que recuerdes cuál fue la primer prenda de vestir... ¿recuerdas?
Miremos en la Torá y encontramos a Adam y Javá/Eva que recién han comido del
fruto del árbol del conocimiento, de pronto comienzan a ver el mundo de una
manera diferente; se contemplan y ya no se ven como hasta hace un rato: "Y
fueron abiertos los ojos de ambos, y se dieron cuenta de que estaban
desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron ceñidores."
(Bereshit / Génesis 3:7).
Se reconocieron desnudos, y no toleraron esa visión.
¡Sorprendente! Ya que un par de minutos antes, cuando aún no habían
trasgredido la única prohibición que Dios le impuso, estaban tan desnudos
como ahora, pero no se avergonzaban al contemplarse, al verse sin máscaras,
tal como leemos: "Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se
avergonzaban." (Bereshit / Génesis 2:25).
Pero, cuando comieron del fruto del árbol prohibido algo cambió.
Ahora las máscaras eran imprescindibles, el ocultarse se hizo constitutivo
del ser humano; ¿sabes por qué? Pues, porqué la persona se descubrió
limitada, desvalida, pecadora, débil, mortal. Y en el reflejo del otro, de
aquel que se le parecía, percibió similares cosas.
Ya el humano no toleraba más a su prójimo tal cual esté es en realidad, ni
tampoco soportaba ser visto en su desnudez (espiritual y no
sólo corporal).
A partir de aquel momento, uno es uno y sus máscaras, sus disfraces, sus
ropajes (reitero, espirituales y físicos).
A partir de aquel momento la vestimenta es un recurso para demostrar quién
uno es, al tiempo de ocultarse de la mirada ajena ¡y de la propia!
Ah, apreciada, el acceder al conocimiento del
bien y del mal apartó a nuestro primeros antepasados de la contemplación de
la Verdad (Irmiá/Jeremías 10:10).
A partir de entonces las modas, gustos, apariencias, pareceres han poblado
la tierra.
Para poner orden al respecto, el mismísimo
Dios vistió a Adam y Javá al expulsarlos de Edén, tal como leemos: "Luego
el Eterno Elokim hizo vestidos de piel para Adán y para su mujer, y los
vistió." (Bereshit / Génesis 3:21).
Dios les cambió los vestidos hechos a las apuradas y de hojas, por otros de
cuero confeccionados por Su mano.
Dios les dio entonces un renovado significado a la reciente invención de la
vestimenta. Primero, que la ropa sea para la edificación de la persona, y no
para hundirla en la vanidad o en la avidez (ya que Dios se
apiadó de Sus criaturas dándoles vestimentas apropiadas para las condiciones
del mundo que poblarían, nos enseña a ser generosos con el necesitado).
Segundo, que las ropas cubran aquello que deben cubrir, pero que permitan
exteriorizar lo compartible.
Precisamente en estas dos significaciones
encontramos el primer fundamento para las vestimentas honorables para la
persona: que sirvan para edificación personal y del prójimo; y que sirvan
para ocultar lo secundario en tanto se resalta lo principal.
Creo que como una primer respuesta es
suficiente, si Dios permite quizás continuaremos más adelante.
Si mi modesto trabajo aquí presentado le ha sido de
bendición, no
olvide que este sitio y su autor se mantienen gracias a Dios, que en parte
canaliza Su bondad a través
de la colaboración económica de
los lectores.
No cierre su mano, y abra
su corazón bondadoso para ser parte de la Obra del Eterno.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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