Shalom.
Gracias por participar.
Recomiendo a los lectores
que
lean este texto previo que trata sobre la temática del poder de la magia.
En el relato previo a la Salida de los hijos
de Israel de Egipto, se nos manifiesta la real dimensión de la magia,
hechicería, artes secretas.
Es nula comparada con el dominio del Eterno sobre Su creación.
Y cuando tiene sus efectos materiales, hasta cierto punto son relativos a la
fe que se deposite en ella.
Procedamos a ver como Dios la desenmascara,
para el que está atento, y nos demuestra que no son más que un pálido y
riesgoso reflejo de lo que se puede alcanzar por el camino del Bien y la
Verdad.
Tomemos el primer ejemplo:
"Fueron, pues, Moshé [Moisés] y Aarón al
faraón, e hicieron como el Eterno les había mandado: Aarón echó su vara
delante del faraón y de sus servidores, y se convirtió en una serpiente.
El faraón también llamó a los sabios y a los hechiceros, y también ellos,
los magos de Egipto, hicieron lo mismo con sus encantamientos.
Cada uno echó su vara, las cuales se convirtieron en serpientes; pero la
vara de Aarón se tragó las varas de ellos."
(Shemot / Éxodo 7:10-12)
Pareciera como si los magos con sus
encantamientos pudieran emular a los puros emisarios del Eterno con sus
prodigios.
Sin embargo... ¡la vara de Aarón se tragó las varas de ellos!
¿Sabe lo que significa?
Pues, que la vara de Aarón metamorfoseada en serpiente, ¡realmente fue una
serpiente y no un mero espejismo!
Se produjo un hecho fuera de los marcos de la naturaleza, pues lo inanimado
cobró vida, y lo que era un objeto se transformó instantáneamente en otro.
Por su lado, los hechiceros de Faraón con sus ensalmos hicieron hacer creer
que habían logrado similar transmutación, pero, no fue más que ilusionismo y
destreza escénica, que cuando fue confrontada a la luz de la verdad,
desapareció.
Luego, rápidamente fue el tiempo de las plagas
que el Todopoderoso envío sobre Egipto.
Durante las dos primeras los magos y adivinos parecieron emular con destreza
los milagros de Dios, pero, llegó la tercera plaga, con la cual:
"Los magos también intentaron hacer piojos
con sus encantamientos, pero no pudieron. Había piojos tanto en los hombres
como en los animales.
Entonces los magos dijeron al faraón: -¡Esto es el dedo de Elokim!"
(Shemot / Éxodo 8:14-15)
Ahí quedó bien claro el límite que divide
poder de Dios, y poder ilusorio de las artes mágicas.
Los magos pueden aparentar al punto de que para el ojo del espectador la
ficción se vive como realidad. Es más, mediante sus artes pueden hacer
creer, sugestionar, al grado en el cual los efectos de la magia son reales y
concretos (a veces, muy pocas veces pueden estar manipulando
con sus artes energías que no fueron aún estudiadas y descritas por la
ciencia actual, pero esto es en el 0,0001% de las ocasiones, ¡con suerte!). Pensemos en los gualichos, embrujos, maldiciones, que
afectan al que cree en ellos, pero ni roza al que entiende que el poder de
los brujos es tan limitado como la fe que uno deposite en ellos.
Pero, el poder de Dios es ilimitado y lo único que lo limita es Su Voluntad.
Cuando la inutilidad real de los brujos se
hizo patente, Faraón ya no recurrió a ellos, puesto que en una plaga
subsiguiente:
"El faraón envió observadores..."
(Shemot / Éxodo 9:7)
El corazón endurecido de Faraón no era tonto.
Entendió que estaba jugando con un poder que excedía infinitamente
cualquier cosa que él, magno gobernante y del poderoso imperio podía hacer,
sea de modo natural, se de modo artificioso.
Por eso envía observadores, y no magos para replicar el poder que sabe que
no podrá copiar.
Cuando ya la fe en los brujos y su brujería desaparece de los corazones de
sus seguidores, caen las máscaras de autoridad que usaban, y quedan al
desnudo sus miserias y debilidades:
"Y los magos no podían estar en presencia
de Moshé [Moisés] por causa de las úlceras, porque los magos tenían úlceras,
como todos los egipcios."
(Shemot / Éxodo 9:11)
¡Esplendida imagen! (A pesar
del dolor que nos causa pensar en el sufrimiento de los inocentes entre los
egipcios).
Los magos dejaron de ser los amos ocultos de Egipto, y fueron puestos en el
nivel que les correspondía: eran como todos. Ya no eran mensajeros de falsas
deidades, ni señores de fuerzas misteriosas. Ya no eran pregoneros de los
dioses milagreros, ni esclavistas de los que caían bajo su influjo maligno.
Ahora eran egipcios, personas, sufrientes.
¿Qué fue de la gloria de Egipto?
¿Qué quedó del poder de los alumnos de Hermes?
¿Qué se puede oponer a lo que Dios determina?
Cuando cayó la mentira de la superstición, de
la idolatría, de los milagritos de sanadores, de brujos endiosados; Faraón
por primera vez reconoció que también él, el primero de su pueblo, el hijo
de Ra, era un humano desvalido a merced del Todopoderoso. Y por eso confesó
y suplicó a viva voz:
"He pecado esta vez. El Eterno es el justo;
yo y mi pueblo somos los culpables."
(Shemot / Éxodo 9:27)
¿Dónde quedó la destreza de los hechiceros?
¿Dónde el desparpajo insolente de los fetichistas?
¿Dónde los malabarismos de los seguidores de los dioses y las fuerzas
ocultas?
Pero, como el corazón enfermo de idolatría y
ambición es duro, no valen de muchos las admoniciones, las sabias
advertencias, las pruebas de su error.
Y así, se provocan nuevas desgracias, aún aferrados a la maldición de la
falsedad.
Cuando eso ocurrió, el que era amo intocable de Egipto, el que era tenido
por hijo de un dios, el que era maestro en artes mágicas, el Faraón es
interpelado por sus siervos (cosa impensable hasta ese
momento en el imperial Egipto):
"Entonces los servidores del faraón le
dijeron: -¿Hasta cuándo ha de sernos éste (Moshé) una trampa? Deja ir a esos
hombres para que sirvan al Eterno su Elokim. ¿Todavía no te das cuenta de
que Egipto está destruido?"
(Shemot / Éxodo 10:7)
¿Todavía no te das cuenta de que Egipto está
destruido?
Faraón, ¿en qué estás pensando que sigues paralizado en la fe en tus
amuletos, estatuas y encantamientos?
Faraón, ¿hasta cuándo sufrirás y sufrirán otros por tu afecto irracional por
la mentira de la superchería, de la religión rebelde contra Dios, de la
fascinación en los poderes de la alquimia y otras seudo ciencias?
Faraón, ¿qué precisas para despertar a la verdad?
A todo esto, hace rato que los magos de la
corte han desaparecido del mapa.
Pareciera que hace centurias, pero fue sólo ayer, que los brujos se
regodeaban con el embeleso de su supuesto poder; y ahora, ¿qué fue de ellos?
¿Qué fue de los centenarios magos, sacerdotes y prelados de falsas deidades?
¿Qué fue de ellos?
Bien, hasta aquí el breve repaso sobre los
magos de Faraón.
Creo que ha quedado claro que en la Torá se les reconoce su poder, que como
dijimos más arriba, es tan fuerte como la fe que se deposita en
ellos.
Ahora pasemos a lo que usted menciona del
libro de Tobías.
Realmente no lo he leído, pues no está dentro del canon de escrituras
consagradas, y por algo no lo está.
¿Sabe por qué?
Pues, porque contiene algo que contradice fundamentalmente la verdad de la
Torá.
Como no lo he leído no le puedo indicar qué es... pero, eso de hígados y
corazones como recetas para expulsar demonios me suena una buena razón para
desechar el libro por supersticioso, y con evidente tendencia a la
idolatría.
Si bien, he de reconocer bajo las enseñanzas
de Maimónides, que algunas recetas que parecerían brujerías en realidad son
rudimentos de la ciencia medicinal, las afamadas tisanas.
Por ejemplo, todas esas recetas curativas o preventivas de la salud que
incluyen ajo y que se pudiera pensar que son recetas mágicas; realmente son
prescripciones surgidas del conocimiento popular, de la experimentación pre-científica.
Algunos terminan por adscribirle poderes mágicos, otros reconocemos su poder
natural.
En resumen, ni brujos, ni alquimistas, ni
prestidigitadores, ni sacerdotes de religiones, ni falsas deidades
crucificadas, ni iluminados chamanes, ni otros de similar índole son los
maestros que ayudan al verdadero crecimiento de la persona; en todo caso
ayudan a promover sugestiones que surgen del interior del sugestionado.
Estas sugestiones podrían resultar positivas, pero a la postre terminan por
afectar grandemente y en contra a las víctimas de la superstición.
El camino para sacar a relucir lo mejor de
cada uno es muy claro: estudio de Torá y cumplimiento de preceptos. Y a esto
se le suma las enseñanzas no supersticiosas, ni de cariz religioso, emanadas
del conocimiento popular y especialmente del científico.
Porque... ¿prefiere confiar en Dios y Sus
enviados; o en la superchería y sus brujos/sacerdotes?
Viendo el destino de Faraón y sus siervos, ¿qué le parece lo más
racional?
Si mi modesto trabajo aquí presentado le ha sido de
bendición, no
olvide que este sitio y su autor se mantienen gracias a Dios, que en parte
canaliza Su bondad a través
de la colaboración económica de
los lectores.
No cierre su mano, y abra
su corazón bondadoso para ser parte de la Obra del Eterno.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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