Shalom.
Gracias por participar.
Hay un principio en nuestra santa Tradición:
ein somjin al hanes - no nos confiamos en
(que suceda) un milagro
Incluso en el Beit HaMikdash -santo
Templo en Ierushalaim/Jerusalén- en el cual Dios realizaba a diario diez
milagros (Avot 5:5), regía este principio cardinal
(al respecto vea Pesajim 64b) de no depender de los milagros.
(En uno uso general, este principio es útil para no ponerse en riesgos
innecesarios, suponiendo que la divina mano vendrá a nuestro socorro).
Podemos dar al menos dos motivos para este
desprendimiento emocional respecto a la ocurrencia de hechos que alteran el
lógico suceder de los acontecimientos:
-
Crecer y construir en lugar de
permanecer como lactante
Aquel que deposita ciegamente su fe en la ocurrencia de milagros, se
priva de actuar positivamente en procura de alcanzar aquello que está a su
alcance de forma natural.
Por ejemplo, si Dios permite que existan oculistas y oftalmólogos, y que la
ciencia de la óptica se desarrollara al punto de existir correctivos para
alguno males de la visión, ¿yo tengo que depositar mi fe en que
un milagro inexplicable me dará mejor visión, o concurrir a un técnico en la vista y
proceder con lo que corresponda hacerse para fabricar mi milagro
personal?
Evidentemente, que Dios quiere que seamos Sus socios en cada ocasión
(ver Bereshit / Génesis 2:15), incluso en la
construcción de milagros. (Y reitero, el tzadik
reconoce en los anteojos recetados por el oculista la mano milagrosa
de Dios, en tanto que el de escasa confianza en Dios maldecirá a los que
acuden a técnicos y les acusará injustamente de rebelarse contra Dios, pues
los tontos esperan sentados a que caiga un milagro maravilloso del Cielo).
En un tiempo, a comienzos de la humanidad, Dios proveía directamente, cual
madre solícita de aquello que las personas precisaban para su crecimiento.
Pero, llegados a la madurez como sociedad, Dios nos reclama que actuemos
maduramente, que trabajemos, que nos solidaricemos, que seamos parte activa,
que construyamos; por nuestro bien, el bien de nuestros semejantes y para
gloria del Padre.
El que espera el milagro, y no participa en su gestación, actúa como un
bebe de pecho, no creativo, pasivo, carente de ánimo, intelectual y
emocionalmente lejano de Dios, sorbiendo indiscriminadamente y sin
agradecimiento lo que algún otro produce, desperdiciando su potencial y
despreciando el divino llamado para crecer y trabajar. El que espera el
milagro, sin asociarse a su producción, debería sentirse humillado y
avergonzado, tal como leemos: "Él (Dios) es quien te sustentó (40 años)
en el desierto ... con el propósito de humillarte y probarte..."
(Devarim / Deuteronomio 8:16).
-
Amar a Dios realmente y confiar en Él
Aquel que vive únicamente en la esperanza de
los milagros salvadores, y no se molesta en cumplir con la parte que le corresponde, es un
presuntuoso y su vida debe ser bastante amarga.
Presuntuoso: por creer que el Todopoderoso es su servidor, y que Él debe
correr a saciarle, proveerle y brindarle todo aquello que en verdad es su
obligación personal conseguir. Debería entender que Dios es el Amo, y que somos
nosotros Sus siervos, nosotros los que debemos trabajar para Su gloria, y no
al revés.
Presuntuoso, por creer que él sabe mejor que Dios, aquello que es bueno y
beneficioso.
Presuntuoso por esperar, en lugar de trabajar en lo que está a su alcance
hacer.
Su vida debe ser bastante amarga: porqué, como humanos que somos
estamos limitados a lo poco que podemos percibir de la Realidad. Por tanto,
esperamos milagros y acontecimientos sorprendentes, y los esperamos, y los
esperamos... sin embargo, la Sabiduría infinita de Dios ha decidido que no
es bueno que recibamos aquello que tanto estamos esperando... ¿A dónde irá a
parar la confianza y creencia en Dios de aquel que espera y espera y espera
graciosamente un milagro, y éste (por nuestro bien)
nunca llega?
¿Cuánto ama y sirve al Eterno la persona que de Él espera premios, milagros,
servidumbre?
¡Cuánta amargura y angustia al ver que el tiempo pasa, y el milagro tan
esperado no ocurre!
Así pues, la idea es que en lugar de esperar, mejor participar.
Trabajar, hacer lo que está a nuestro alcance hacer.
Avanzar desde nuestro lado del túnel, para encontrarnos con la ayuda que
Dios nos provee desde Su lado del túnel.
Ser partícipe en la gestación de los milagros, no porque Dios precise de
nuestro esfuerzo al ser Él impotente, sino que debemos asociarnos a Él pues ¡eso es lo que Dios nos pide!
("Pedid y se os dará", es una maldición que emana de la
idolatría y que es presentada como lema de piedad).
Tomemos un ejemplo, entre numerosos, del Tanaj:
"Entonces una mujer, que fuera esposa de
uno de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo: -Tu siervo, mi
marido, ha muerto. Tú sabes que tu siervo era temeroso del Eterno, pero el
acreedor ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos suyos.
Y Eliseo le preguntó: -¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa.
Ella respondió: -Tu sierva no tiene ninguna cosa en casa, excepto un frasco
de aceite.
Él le dijo: -Ve y pide prestadas vasijas de fuera, de todas tus vecinas,
vasijas vacías; no pidas pocas.
Luego entra, cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos, y vierte el
aceite en todas esas vasijas. Y cuando una esté llena, ponla aparte.
Ella se apartó de él y cerró la puerta detrás de sí y de sus hijos. Ellos le
traían las vasijas, y ella vertía el aceite.
Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo:
-Tráeme otra vasija. Y le respondió: -No hay más vasijas. Entonces el aceite
cesó.
Luego ella fue y se lo contó al hombre de Elokim, quien dijo: -Anda, vende
el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos vivid de lo que quede."
(2 Melajim / II Reyes 4:1-7)
La familia del profeta fallecido estaba en una
situación monetaria calamitosa.
Y la viuda acude al profeta Elishá/Eliseo, pues sabe que él está siendo un
canal activo de bendición, de milagros.
Y vemos que Elishá no hace un pase mágico, y de pronto la cuenta de banco de
la señora se incrementa. O los acreedores desaparecen, o la mujer halla un
boleto de la lotería premiado.
Elishá exige que la mujer ponga de su parte, que brinde lo que ella puede
dar.
Y entonces, sólo entonces, acontece el hecho maravilloso, el milagro
(de Dios).
Mientras la viuda y los huérfanos proveían su parte, el milagro se mantenía.
Pero, cuando dejaron de traer vasijas, la canilla del aceite milagroso se
cerró.
Pues, Dios no suele hacer milagros gratuitos, ni acontecimientos que parecen
alterar el curso de la naturaleza, si la persona se queda esperando y
esperando y des-esperando por un milagro...
Otro ejemplo, más breve:
"He aquí, Yo estaré delante de ti allí
sobre la peña de Joreb. Tú golpearás la peña, y saldrá de ella agua, y el
pueblo beberá."
(Shemot / Éxodo 17:6)
¿Dios no podía abrir la peña para que de ella
manará buena agua?
¿Dios precisaba del golpe de Moshé sobre la roca para extraer el agua?
¿Dios precisaba siquiera de la roca para quitar la sed de Su pueblo?
¡Ni siquiera precisa Dios del agua para extinguir la sed del sediento!
Sin embargo, Dios empleó a Moshé, su vara, la roca, los ancianos del
pueblo...
¿Por qué?
Pues, porque a Dios agrada que el Hombre se asocie en Su obra...
¿Quiere usted un milagro?
-
Claramente, rece e implore por percibir
que está recibiendo lo mejor del Todopoderoso.
-
Imperiosamente póngase a cumplir con los mandamientos que Dios le exige,
sino ¿cómo esperar la gracia de Él, Su Luz?
-
Y póngase a hacer lo que pueda por hacer del milagro una realidad, que ya
Dios se encargará de proveer lo que Él considere justo, bueno y apropiado
para usted y el prójimo.
Podría entonces usted preguntar: 'Si es
así, si yo tengo que trabajar y poner el hombro en la empresa, ¿cómo habré
de saber que estoy siendo favorecido por un milagro?'
Y la respuesta: en el lenguaje del tzadik ni siquiera existe la palabra "milagro",
pues para él cada suceso, cada instante es un milagro (vea Julin 24a, Taanit
23a).
Además está dicho "sod haShem leireav" - "Dios
se da a conocer a aquellos que Le reverencian"
(Tehilim /
Salmos 25:14) (ver Sotá 4b, 10a;
Nidá 20b), que entre otras cosas significa: el justo reconoce la
intervención divina en todo acontecimiento, sea extraordinario o
aburridamente cotidiano.
(El hecho maravilloso, entre otras cosas se diferencia de los
malabarismos de la brujería o de la sugestión supersticiosa, pues provoca en
el receptor perceptivo el agradecimiento a la persona usada como canal del
milagro, pero indudablemente hace emerger la adoración y exaltación
exclusiva de Dios: "Cuando Israel vio la gran hazaña que el Eterno había
realizado contra Mitzraim / Egipto, el pueblo temió al Eterno, y creyó en el
Eterno y en su siervo Moshé [Moisés]." (Shemot / Éxodo 14:31). Si tras
un hecho sorprendente, una sanación milagrosa por ejemplo, el
receptor alaba y adora a otro que no es Dios, estamos en presencia de
idolatría lisa y llana).
En resumen: el justo reconoce en todo momento que hasta lo que consideramos
natural, es realmente un milagro.
El resto de nosotros, debemos esforzarnos para percibir lo bueno detrás de
los velos que intentan desvanecerlo.
Si mi modesto trabajo aquí presentado le ha
sido de bendición, no olvide que este sitio y su autor se mantienen gracias
a Dios, que en parte canaliza Su bondad a través
de la colaboración económica de
los lectores.
No cierre su mano, y abra
su corazón bondadoso para ser parte de la Obra del Eterno.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le
son fieles servidores,
y que
sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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