Claves:
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judío, judaísmo |
Pregunta:
Estimado y apreciado Yehuda Ribco:
Referente a berajot, porque a veces incluimos "elokenu melej haholam" y
otras veces no. Ejemplo, bendicion de la manzana (haetz) o bendicion de
bizcocho (mezonot), asi como otras tantas. Acaso D-os no es siempre "nuestro
D-os Rey del Universo?.
Que pase buenas fiestas de Succot.
Elías B.
Melilla, España
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REGLAS,
gracias.)
|
Shalom,
gracias por escribir.
Hay tres tipos básicos de berajot
-bendiciones-:
-
Las que son parte de un rezo.
-
Las que se hacen al disfrutar de algún bien,
generalmente
mundanal (comida, bebida, aromas agradables, etc.).
-
Las que prologan el cumplimiento de algún
mandamiento que inminentemente se cumplirá (revestirse con
Talit, atarse los Tefilín, elevar el Lulav, etc.).
Ahora veamos cómo se diferencian por su
estructura:
-
Rezo: En éstas se pronuncia shem
(ata Hashem) pero no maljut
(Elokeinu melej aolam).
-
Gozo: En éstas se pronuncia shem y
también maljut.
-
Cumplimiento: En éstas se pronuncia shem,
maljut y también se añade asher kidshanu bemitzvotav
vetzibanu.
¿Qué implica cada una de estas secciones de la
berajá?
-
Cuando empleamos el shem, el Nombre,
nos estamos vinculando con el Eterno de una manera íntima, amistosa,
cercana. Lo tuteamos y sentimos Su presencia como una realidad familiar y
amorosa.
-
Con el uso del maljut, la Majestad,
reconocemos la inmensa diferencia y separación esencial que existe entre el
Rey de reyes y nosotros, meros mortales. Ya no nos vinculamos con el
Todopoderoso con la familiaridad y el tuteo del shem, sino que
teñimos nuestras palabras de solemnidad, de reverencia temerosa.
-
En este tipo de bendiciones, añadimos las
palabras "Quien nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado".
Estas palabras incluyen tanto la cercanía como la lejanía, es una fina
mixtura de amor y temor. Un amor que nos lleva a sentirnos santificados, y
al mismo tiempo el temor de estar cumpliendo órdenes que nos son impuestas
por una autoridad superior y poderosa.
¿Por qué?
-
Cuando estamos rezando, tal y como
corresponde, estamos y debemos sentirnos completamente ante la Presencia del
Eterno, desnudos de mente y abiertos de corazón, dispuestos a ofrecer
nuestras alabanzas, a rogar por nuestros bienes y a reconocer lo que se nos
ha otorgado. Aquel que reza como corresponde, está compenetrado en su
relación sagrada con el Eterno, y por eso lo siente cercano, familiar, pleno
de amor.
Siendo así, nos atrevemos discretamente a tutearlo, a tratarlo con
respetuosa intimidad.
-
Al gozar de algún bien material, estamos
dichosos de que Él nos haya bendecido con el bienestar, por eso lo tratamos
con cercanía. Pero al mismo tiempo es nuestra obligación pedir permiso para
hacer uso de lo que no es nuestro, en última instancia. Por lo cual, es lo
apropiado que percibamos al Eterno amoroso, pero al mismo tiempo
restrictivo, dueño del universo y todo lo que en él hay, y pidamos reverente
permiso y no solamente nos mostremos agradecidos.
Por una parte Él se nos revela, pero al mismo tiempo es un insondable
secreto pleno de majestuosidad y grandeza.
Al gozar de un bien mundano, lo mundano es lo que corresponde a lo revelado
(al shem), pero lo espiritual que se esconde
dentro, es lo correspondiente a lo majestuoso (el maljut).
Hay ciertas bendiciones de este tipo que a primera vista no parecen ser
sobre objetos mundanos, como por ejemplo la bendición que realizamos por la
Torá. Sin embargo, cuando analizamos finamente descubrimos el hecho de que
la Torá es lo revelado y secreto al unísono, lo que vincula excelentemente
lo espiritual con lo mundanal.
Por otra parte, dentro de esta categoría de bendiciones se halla la que se
hace cuando uno se entera de la muerte de un familiar cercano
(daian haemet). En este caso, no se agradece por un gozo, sino
por que se está ante el máximo reconocimiento de la conexión que se
establece en vida, entre lo físico y lo espiritual, entre lo que se ve y
aquello que es un misterio.
-
Los mandamientos que Él ha conferido a Israel,
tienen varios motivos y beneficios, uno de los cuales es el lograr el
crecimiento espiritual, la santidad de la persona, en consonancia con la
Santidad del Eterno.
Por esto, al cumplir con un mandamiento agradecemos, pedimos permiso, y
también recordamos que tenemos la obligación no solamente de cumplir como
siervos con el mandamiento, sino también de que ese cumplimiento sea un acto
pleno de sentido, de santidad.
Espero haber satisfecho su sana curiosidad, y
que ahora pueda bendecir con mayor cavaná -intención,
sentido-, para su elevación y para gloria del Todopoderoso.
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Si le quedan dudas, hágalas saber.
Shalom.
Yehuda Ribco
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