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 Recibimos:
Estimado Morè Ribco:
Lo insto a continuar con su mision, ya que entiendo que es dificil hacer ver
la verdad en esta region llena de idolatria IMA, mi situaciòn es la
siguiente:
Estoy en un proceso de separaciòn de las costumbres idolatricas que por
"cultura" se me han inculcado, pero gracias al Altisimo, he encontrado el
camino que el ha trazado para los noàjidas, y deseo hacer el esfuerzo por
cumplir con su voluntad, ya que veo en el padre la luz que realmente
necesito para salir del vacio espiritual que me agobia desde hace mucho.
-Por el momento no he comentado con nadie acerca de la vida noàjida, por que
no soy la persona adecuada para eso. Por esto mismo pregunto:
¿Que hacer cuando la familia sigue en el desconocimiento de la verdad, que
esta verdad puede ser muy impactante para ellos, y que no se sabe como
reaccionaran si uno les comparte lo que Dios ha mandado y prometido para
todos?
Le agradezco de antemano por su respuesta, SHALOM.
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Shalom,
"¡Bendito el que viene en el nombre del
Eterno!" (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.
Deseo que reciba usted y todo lo suyo muchas
bendiciones y luz, como segura retribución por su noble decisión de
despojarse de la idolatría y por querer caminar por la senda de los justos y
fieles del Eterno.
Le agradezco también por sus buenos deseos y
ánimos positivos, es muy bueno sentirse acompañado en esta labor.
Quiera el Eterno que muchos más nos sumemos para sostener con firmeza los
valores y designios del Padre. Que sean miríadas los que se apartan del
infierno "mesiánico" (de cristianos que se hacen pasar por judíos), así como
de otras perversiones, es una de mis mayores aspiraciones.
Ahora pasemos a responder a su pregunta.
Esto es lo que ha consultado:
¿Qué hacer cuando
la familia sigue en el desconocimiento de la verdad, que esta verdad
puede ser muy impactante para ellos, y que no se sabe como reaccionarán
si uno les comparte lo que Dios ha mandado y prometido para todos?
Suponga que usted, su familia y un grupo de
amigos navegan en la inmensidad del océano, y de pronto naufragan. Logran
ponerse a salvo y por gracia divina alcanzan una costa. Recorren algunos
cientos de metros de la misma, y llegan a la notable conclusión de que han
arribado a una isla deshabitada, de clima agradable y con buenos alimentos.
Tras algunos cálculos, determinan que están lejos de cualquier ruta
comercial, lejos de cualquier centro poblado. Imposible que reciban allí
asistencia, siquiera un aventón hasta la civilización.
Saben que su vida deberá desarrollarse de ahora en más dentro de los límites
de esa isla. Como pueden se organizan. Como pueden fundan una precaria
aldea. Como pueden respetan un código legal sui generis. Como pueden se
hacen a la idea de una vida mezquina, aunque sin hambre. Como pueden viven,
muy lejos del ideal, muy cerca de la privación. Como pueden hacen tizanas y
mastican yuyos a la espera de sanar sus enfermedades. Como pueden... al
menos viven y se mantienen.
Usted es parte de esa sociedad, acepta sus dictados, tiene su precaria
choza, come su insípido guisado, respeta sus rudimentarias leyes. Pero se
siente pobre de espíritu, pues no encuentra nada en esa sociedad que le
sacie su hambre espiritual. Tan sólo algunas primitivas creencias,
intrincados rituales vacíos de verdadero contenido trascendente, fantasías
elevadas al grado de deidad y supersticiones a las que se reverencia.
Cansado de esta vida de insignificancias, arma un pequeño paquete con sus
cosas y se lanza a recorrer la isla, a escalar esas formaciones montañosas,
a ir adonde nunca nadie (de su sociedad de náufragos) había llegado antes.
Siente que en la búsqueda quizás tenga la satisfacción, algún encuentro con
Lo Trascendente. Y así comienza su peripecia, solo, acompañado por su ánimo
y su esperanza.
Luego de una travesía plagada de aventuras, que no viene al caso contar, se
topa con algo inesperado: la isla no es tan insular, sino que es una gran
península, muy salvaje y apartada pero que forma inseparable parte de un
poblado continente, lleno de vida, de riquezas materiales y bonanza
espiritual.
Su aspecto es andrajoso, es un extraño, desconoce usted el lenguaje, no
tiene documentos. Así que le resulta difícil encontrar asistencia. Pero, de
a poco va solucionando sus inconvenientes y descubre que esa sociedad es aún
mucho más rica (en lo terrenal y trascendental) de lo que suponía recién
llegado del desierto, la selva, la soledad y su rústica aldea de náufragos.
Piensa radicarse en esta sociedad, sabe que no le será fácil, pero
lentamente está tejiendo una red de apoyo y solidaridad que le posibilitan
crecer allí.
Pero, su corazón no puede, no quiere, olvidar a su familia, a sus amigos, a
aquellos que a pocos cientos de kilómetros, ahí nomás, padecen y se
extinguen espiritualmente.
Sin embargo, ¿cómo hacer para indicarles el camino a la salvación?
¿Acaso ellos no están cómodos y habituados a sus vidas de penurias?
¿Acaso ellos no están satisfechos con su menesterosa vida espiritual?
¿Acaso ellos acatarán las leyes de otros, en vez de seguir fieles a sus
propias invenciones?
¿Vale la pena perder el camino de retorno a esta sociedad paradisíaca por ir
a rescatar a aquellos que no sé si querrán venir?
En resumen, ¿para qué volver, si usted supone que su vuelta para orientarlos
hacia la Vida será dolorosa y finalmente un fracaso?
Pero, ¿serán las suposiciones correctas o excusas para no intentar algo que
es riesgoso?
Ahora, contésteme usted a mí, ¿qué haría usted
en ese caso?
Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.
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Moré Yehuda Ribco
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