Shalom,
"¡Bendito el que viene en el nombre del
Eterno!" (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenida nuevamente y gracias por enviarnos su interesante misiva.
Respuestas en su orden:
1- ¡De ninguna manera!
De ser necesario, realizo la denuncia correspondiente para que intervenga la
autoridad competente, de modo tal que se establezca el orden, el equilibrio,
la justicia y por consiguiente la paz.
Aunque, en ocasiones es provechoso buscar la
justicia de un modo alternativo, por ejemplo, haciendo sentir nuestra
oposición y disgusto ante el ataque, y procurando advertir y educar antes de
requerir la intervención de la autoridad. Esta manera de actuar es
aconsejable cuando el altercado se ha suscitado con algún familiar o
allegado, y se tiene la oportunidad de encaminar la cuestión de un modo
menos estricto pero igualmente efectivo.
Por otra parte, es también útil en ocasiones
no responder a las agresiones de otra persona, en tanto con esta tolerancia
no se arriesgue un daño mayor. Así, por ejemplo hemos enseñado en otras
oportunidades que cuando algún compañero de estudios o trabajo ofende de
palabra, lo útil es quedar callado, mientras la violencia no sea reiterada.
Pero, si se guarda silencio, y se mantiene una actitud de ecuánime serenidad
una o dos veces, generalmente el agresor se retira y no vuelve a molestar.
Pero, si las agresiones son demasiado fuertes desde el comienzo, o el
agresor es conocido por su conducta lesiva, o el agredido no tiene interés
en practicar este método, se DEBE poner en conocimiento de las autoridades
correspondientes la situación desagradable.
Por supuesto que el rigor de la justicia
se endulza con la misericordia, tal es y ha sido desde siempre el
concepto judío del equilibrio, de la armonía.
Pero, cuando alguien con sus acciones está promoviendo un desequilibrio
(peca, delinque, etc.), no se puede pretender que el orden se reestablezca
por sí mismo, pues esto no es así. La naturaleza no tiende al orden cuando
se ha desencadenado un caos. Es la persona la que debe actuar para detener
el desequilibrio y generar nuevamente la correcta estabilidad. Para esto
existe el arrepentimiento, la compensación, el castigo.
Por consiguiente, se deben seguir los pasos que la Torá ha dado para
conseguir la armonía, de lo contrario, el caos comerá la creación.
Preste atención:
"'Pero si el
impío se aparta de todos sus pecados que cometió, guarda todos Mis
estatutos y practica la justicia y la misericordia, ciertamente vivirá;
no morirá.
No le serán recordadas todas sus transgresiones que cometió; por la
justicia/misericordia que hizo vivirá."
(Iejezkel / Ezequiel 18:21-22)
¿Acaso es promover que haya arrepentimiento y
justicia de parte del agresor, cuando se le ofrece la otra mejilla para
golpearnos?
¡No!
Por el contrario, es darle al pecador más motivos para pecar.
Es odiarlo en grado sumo, puesto que no consigue encontrar el camino hacia
la justicia, hacia la restauración de lo que ha dañado.
Así pues, permitir que el agresor siga en su vía, sin presentarlo ante la
justicia, es un acto de rencor, en vez de un acto de misericordia.
¡Téngalo en cuenta!
En resumen, dar la otra mejilla no es de
ninguna manera lo que Dios quiere, puesto que Él ama el derecho y la
justicia; y cuando un agresor no solamente recibe el permiso de agredir,
sino que además se lo alienta a continuar agrediendo (presentando la otra
mejilla), es una actitud en directa oposición con la divina Voluntad.
Él ordena, sin cortapisas:
"Justicia,
justicia perseguirás, para que vivas"
(Devarim / Deuteronomio 16:20)
Aquel que desea vivir, y vivir a la Luz del
Eterno, promueve la justicia, pues sabe que es la única manera por la cual
se llega al imperio de la paz.
2- ¡De ninguna manera!
La halajá -normativa judía- no puede contradecir a la Torá, y en ésta se
estipula, por ejemplo:
"Cuando algunos
hombres peleen y uno hiera al otro con una piedra o con el puño, y éste
no muera pero caiga en cama; si se levanta y anda fuera apoyado en su
bastón, entonces el que le hirió será absuelto. Solamente le compensará
por el tiempo de inactividad, y se hará cargo de su curación."
(Shemot / Éxodo 21:18-19)
Advierta que no se habla de dar otra mejilla,
sino de castigar al culpable de los daños, de restituir lo que el agredido a
perdido, de hacer intervenir a los jueves, de detener la violencia por medio
de la justicia y la verdad.
La bizarra ideología de "al que te pega dale
la otra mejilla", es fruto de mentes afiebradas, carentes de amor por la
paz, por la justicia y la verdad. Gente que no se ha nutrido espiritualmente
con la Torá, sino con sus propios delirios, o peor, con el agua envenenada
de la idolatría. El evangélico Jesús, el supuesto autor de este dislate,
demostró una vez más su falta de equilibrio mental y espiritual, así como su
total desapego hacia la divina Voluntad.
Por otra parte, sus seguidores poco caso hicieron de esta aberrante prédica,
puesto que cruzadas, pogromos, inquisiciones, masacres, bellaquerías de
"mesiánicos" (cristianos disfrazados de judíos) y otras "bellezas" de su
historia (no tan antigua) no demostraron amar al prójimo hasta el
sufrimiento personal (cosa monstruosa ciertamente), sino una pasión
enfermiza por la sangre y el poder.
Como dijimos más arriba, los que sostienen el
"dar la otra mejilla", lo hacen por odio hacia el que los ha agredido, y no
por deseo de que prevalezca realmente la justicia, incluso para el agresor.
Es que... odio y caos derivan de todo lo que
se opone al Eterno, el Dios de Israel.
3- Ya lo he respondido.
Que prevalezca la justicia, que se obtiene mediante la verdad, y que con
ambas se alcanza la paz.
Si pega al que le pegó, no obtiene paz.
Si se queda desamparada ante el agresor, no obtiene paz.
Recurriendo a la justicia, con firmeza, con integridad, entonces se tenderá
a la paz1.
4- Dios NO pide anonimato, pide que se cumplan
cabalmente con Sus preceptos.
Si bien es cierto que hay diferentes grados para la caridad, y que uno de
los mejores es aquel en el cual el donante permanece anónimo, esto no debe
ser tomado como modelo inflexible en lo que refiere al resto de los
mandamiento. Ni tampoco como excusa para no cumplirlos.
Pues puede estar el pelafustán que diga: "Ah, como no lo puedo hacer en
secreto, entonces no lo hago".
Por supuesto que tamaña indolencia disfrazada de santidad, no deja de ser
pereza y rechazo de lo que Dios exige.
Dios SIEMPRE retribuye la buena obra, la buena acción, en tanto sea buena en
verdad. Se la haga en secreto o en público.
Por otra parte, ¿acaso debemos cumplir con los
mandatos de Dios para obtener premios?
¡Qué mentalidad infantil la del tal clérigo!
Se debe servir a Dios, solamente porque eso es lo que debemos hacer.
¿Qué es eso de andar especulando cuánto es el beneficio que se obtendrá por
hacer buenas obras?
¡Infame el que así procede!
Puesto que si hace eso con Dios, ¿acaso será capaz algún día de amar al
prójimo realmente, sin pedir nada a cambio?
A mí no me importa la recompensa que obtendré por mis actos, sino que me
importa hacer las cosas bien, porque eso es lo que el Padre me pide. Yo sé
que me beneficio, y beneficio a mi prójimo, cuando actúo con fidelidad a Sus
mandamientos. Yo sé que obtendré placer por el bien que he hecho y
prodigado, pero ESO no es lo que me mueve.
Lamentablemente, el clérigo de idolatría, así como tantos otros, son movidos
a actuar por miedo al castigo o por afán de lucro.
¡Qué pena!
¡Qué desperdicio!
Un consejo señora, traiga a su mama y resto de
familia y conocidos al lado de la Luz, en su caso, a la vida de pureza
siguiendo los mandamientos noájicos.
Trabaje con esmero para limpiar a su madre de lo podredumbre que le han
inyectado en las reuniones de rebeldes idólatras.
Acompáñela a este lado, al lado de la vida, la justicia, el amor, la paz.
¡Hágalo por favor!
5-Le insto a usted a que pregunte a ese
clérigo para que cite sus fuentes.
Si está difundiendo falsedad, como siempre hacen los clérigos de idolatría,
y mancilla el nombre de Dios e Israel, debiera tener la valentía como para
dar con precisión la cita de la "antigua halajá".
¿No le parece?
¡Hágalo por favor!
Tómese su tiempo, plántese en frente a este engañador y exija que demuestre
con hechos sus palabras, o que calle y que no siga publicitando su basura. Y
si lo sigue haciendo, como por desgracia supongo hará, que al menos no meta
en sus entuertos a lo que es santo.
De paso, háblele al clérigo de lo que debiera
hacer realmente para ser grato a ojos del Eterno, es decir, vivir con
fidelidad de acuerdo a los mandamientos para noájidas, apartado de todo
rastro de idolatría, con verdadera vocación de ayuda al prójimo y servicio
al Eterno.
Háblele sin miedos del paraíso verdadero que obtenemos los fieles al Eterno,
sin bravuconerías, sin falsedades, sin media-verdades. Confiésele el placer
de ser parte de los miembros de la Luz, y procure acercarlo también a él
para este lado, el lado de lo que es bueno.
Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.
Iebarejejá H' - Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.
-
1- Los
espantosos sucesos actuales en Medio Oriente son una muestra de
esto. El Estado de Israel toleró durante muchos años agresiones
físicas y morales en su contra, sin responder. Regaló sus
tierras y posesiones a los asesinos de sus padres, y de sus
hijos (¡Dios no permita!). Aguantó los continuos ataques de la
prensa malintencionada, sin responder. Soportó las vejaciones
por parte de la ONU, controlada por el imperialismo
árabe-musulmán, que no olvidemos es varias veces millonario en
petrodólares. En fin, no pudo, no supo, no tuvo cómo lograr que
la justicia prevaleciera, que los terroristas fueran
ajusticiados, que la verdad saliera a la luz y se sostuviera
dignamente. Finalmente la situación estalló, pues no se puede
dar indefinidamente la otra mejilla. Y ahora los mismos viles de
siempre, atacan al Estado de Israel por defenderse, por devolver
el golpe a quien durante años le ha golpeado. Ciertamente que
así estamos en guerra, y no en paz.
Cuando las naciones del mundo amen la verdad, busquen la
justicia, entonces se impondrá el reino de la paz.
Mientras tanto, el Estado de Israel soporta los maltratos varios
a los que se ve sometido, tímidamente responde tarde, y anhela
la paz.
Oremos por esto, y hagamos nuestra parte para lograrlo.
Aprendamos lo que realmente sucede, no nos dejemos manipular por
la prensa tendenciosa. Contemos a nuestros familiares,
allegados, amigos, colegas, etc. los hechos verdaderos.
Manifestemos nuestro deseo de justicia, nuestra lucha porque el
orden vuelva, y se expulsen las agresiones y a los que agreden.
Actuemos, por el Estado, por nosotros, por el mundo.
Puesto que si guardamos silencio, si seguimos el patético
consejo de dar la otra mejilla, el mal seguirá prevaleciendo;
los asesinos seguirán llamándose a sí mismos "movimientos
libertadores"; los malvados continuarán haciendo su trabajo:
sembrando mal.
La
venganza, tal como el rencor, son nocivas para la vida.
Pero la indiferencia e inacción también.
Construyamos la paz, con aquellos elementos que están a nuestro
alcance.
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