Bemidbar y Shavuot

Comienza con esta parashá el cuarto libro de la Torá, que es conocido en español como “Números”, en consonancia con los Sabios de la Mishná (Iomá Cap.7, Mishná 1), que lo designan “jumash hapekudím”.
Se denomina así pues los censos de población se repiten en varias ocasiones a lo largo del libro, informándonos de los números de los hijos de Israel en su conjunto, de acuerdo a su pertenencia tribal, y a las correspondientes familias principales.
Sin embargo, su nombre hebreo más corriente es otro, BEMIDBAR -“en el desierto”-, puesto que narra algunas de las peripecias que vivieron nuestros antepasados en los desiertos que median entre Egipto y la Tierra Prometida.

Al ir leyendo el libro podremos darnos cuenta de que ambos nombres se vinculan con fuerza, puesto que la estadía y travesía de los israelitas por el desierto requería de una ingeniosa administración y precisa disciplina, debiendo conocerse la cantidad puntual de vecinos para así hacer un uso provechoso de los recursos y proveer de una estructura satisfactoria al campamento. Esto en la visión general, pero en la particular podemos darnos cuenta de que cada israelita era precioso y por ello era contado con amor por Su Señor. A pesar de lo cual, conducirlos no resultaba una tarea sencilla, pues era un grupo numeroso, revoltoso, poco dispuesto a colaborar, acostumbrado a la queja y la esclavitud. Ciertamente les pesaba la libertad. No por casualidad el salmista los describe con inspirada precisión: «una generación porfiada y rebelde, que no dispuso su corazón, ni su espíritu fue fiel para con Elohim» (Tehilim / Salmos 78:8).

Sin embargo, el mismo salmista encuentra un importante motivo de elogio: “Dios estableció su testimonio en Iaacov y puso la Torá en Israel. Mandó a nuestros padres que lo hicieran conocer a sus hijos, para que lo supiese la generación venidera y sus hijos que nacieran, para que los que surgiesen lo contaran a sus hijos, para que pusiesen en Elohim su confianza y no se olvidaran de las obras de Elokim, a fin de que guardasen Sus mandamientos» (Tehilim / Salmos 78:5-7). ¡Esto sí lograron cumplir! Ellos guardaron y trasfirieron el testimonio de haber recibido la Torá y las Mitzvot, se encargaron de que fuera un tesoro familiar que se disfrutara y pasara de generación en generación. Tal vez ellos cumplieran torpemente con los preceptos, probablemente tropezaban a menudo con sus propios obstáculos mentales y emocionales, pero tuvieron la fortaleza y dignidad de educar a sus hijos en el camino del judaísmo, además de hacerles sentir la importancia de amar su identidad y transmitirla con fidelidad a las siguientes generaciones. Gracias a lo cual, ¡aquí estamos y seguiremos estando!

Quizás por ello no es casualidad que ésta sea la parashá que acompaña año tras año a la festividad de SHAVUOT, la de la Entrega de la Torá; oportunidad en la cual Hashem dio a conocer el regalo apreciado de Su Amor y Sabiduría (la Torá). Es el tiempo de la entrega de la Torá, pero el recibirla depende de cada uno.

Te deseo Shabbat Shalom umevoraj y todo lo bueno para ti y tu familia.
JAG SHAVUOT SAMEAJ, a partir del sábado a la noche y hasta el lunes al anochecer.

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