Mientras
vas
Está escrito en la parashá:
“... Nadie codiciará tu tierra mientras tú vayas tres veces al año
para presentarte delante de Hashem tu Elokim.” (Shemot /
Éxodo 34:24).
“Aquel estudioso de la Torá era reconocido por su conocimiento,
pero, principalmente por el amor intenso que tenía hacia el fiel
cumplimiento de las mitzvot –preceptos-, principalmente las
relativas al prójimo.
En una ocasión, el súbito ocaso lo sorprendió cuando estaba en camino a
una ciudad cercana, allí lo esperaban para que impartiera un poco de
claridad y comprensión.
Sin embargo, no podía continuar avanzando en la oscuridad de la noche,
por lo que decidió acampar en unas ruinas cercanas.
Mientras estudiaba, iluminado por los últimos destellos de un cabito de
vela, reconoció la presencia de un hombre que se escondía detrás de
unas paredes derruidas. Por su aspecto, por la actitud, por el pañuelo
que cubría parte de su rostro, creyó reconocer en él a un ladrón que
se aprestaba para asaltarlo. Por lo que, amablemente le pidió que se
aproximara. Y le dijo: ‘Supongo que estarás cansado, ven,
comparte conmigo lo poco que tengo para comer.’
Y el sorprendido hombre se acercó lentamente.
Luego de la pobre y silenciosa cena, el sabio agregó: ‘Quisiera que
aceptarás compartir conmigo el poco dinero que tengo...’ Y le entregó
casi todo lo que tenía en su bolsillo.
Tras lo cual, el hombre no aceptó el ofrecimiento para quedarse a dormir
en las cercanías, por lo que se despidieron amigablemente.
Bien temprano a la mañana, cuando el sabio se disponía a hacer la tefilá
-plegarias- vio que el hombre había regresado. Se lanzó a sus pies
y pidió perdón, devolviendo al sabio el dinero, mientras le decía:
‘Yo quería robarte anoche, incluso pensé en lastimarte si no
cooperabas... y tú, ¡tú te comportaste como un amigo, como un
hermano!’
A lo que respondió: ‘ Yo también te debo pedir perdón.
Anoche cuando te vi, pensé que eras un ladrón, entonces me dije: Ahorrémonos
el mal momento, no hagamos que además de robarme, me hiera o algo peor...
o que me despierte mientras duermo, robándome de esa forma algo más que
dinero... Le daré lo que tengo, y nos evitaremos ambos mayores problemas
y pecados.’
Y el hombre interrogó: ‘¿Y por qué me pides perdón,
si incluso en tu situación amenazada estabas pensando en mi beneficio?’
Y el tzadik –justo- dijo: ‘Por haber sido
egoísta y prejuicioso... pues, yo veía en ti a un malhechor, cuando en
realidad eres una persona en el camino de la teshuvá –arrepentimiento-,
que no sabes cómo encontrarla y encontrarte.’
Dicen que el antiguo mal viviente rehizo su vida, aprendió un oficio, y
que de tanto en tanto –cuando le pica las ganas de volver a las andadas-
recorre los caminos, buscando ladrones a los cuales invitar a una modesta
cena, y a compartir algo de lo que él aprendió una noche entre las
ruinas...”
Shabbat Shalom - Guemar Jatimá Tová - Jag
Sameaj les desea Yehuda Ribco
Destellos de la parashá
Por estar en Sucot, la lectura de la Torá se realiza de
una parashá especialmente indicada para la ocasión, que se encuentra en
el sefer Vaikrá / Levítico 22:26 – 23:44.
La lectura del segundo sefer, correspondiente al tercer día de jol
hamoed Sucot, está en Shemot / Éxodo (33:12 a 34:26).
Haftará en Iejezkel / Ezequiel 38:18 – 39:16.
La lectura correspondiente a
este Shabbat de jol hamoed Sucot, se centra en los moadim
–ocasiones para congregarse-, comúnmente llamadas “festividades”,
que son dictadas por la Torá.
Éstas son: Pesaj, Shavuot y Sucot; y, los Iamim Noraim.
(Mención particular tiene el Shabbat).
Ya que la Torá se encarga de reiterar su existencia y necesidad de
cumplimento, y además nos anuncia el carácter fundamental que revisten,
bien podemos preguntar: ¿por qué son tan importantes para el Pueblo de
Israel?
Varias podrían ser las
respuestas valederas.
Pero una la anuncia la Torá:
”... cada cosa en el día que corresponda.” (Vaikrá
/ Levítico 23:37).
Quizás, así podemos aprender que cada día tiene un valor en sí mismo.
De este modo, malgastar nuestro tiempo se convierte en la peor de las
inversiones. |