Para leer el Sefer Mishlé

Para leer el Sefer Mishlé

Por Shaúl Ben Abraham Avinu

Una de las muchas veces que he leído el Sefer Mishlé o como suele ser traducido con no mucha exactitud –al menos para mi gusto- el “Libro de los Proverbios”, llegué a establecer una reflexión que es la que a continuación presento y que inicié como una suerte de comentario que hice a los tres primeros pesukim (versos) que están escritos así en su original:

מִשְׁלֵי שְׁלֹמֹה בֶן דָּוִד | מֶלֶךְ יִשְׂרָאֵל

לָדַעַת חָכְמָה וּמוּסָר | לְהָבִין אִמְרֵי בִינָה

לָקַחַת מוּסַר הַשְׂכֵּל | צֶדֶק וּמִשְׁפָּט וּמֵישָׁרִים

Transliterados se leerían estos mismos versos así:

Mishle Shelomóh ben David, melej Israel

Lada’at jojmáh umusar lehavin ‘imre bináh

Lakajat musar hashkel tzedek umishpat umesharim

Por su parte la traducción que ofrezco es esta:

 

Paralelismos de Shelomóh, hijo de David, Rey de Israel.

Para conocer sabiduría e instrucción, para la comprensión de los discursos inteligentes

Para alcanzar la instrucción del entendimiento, justicia, equidad y rectitud.

¿Por qué estos tres versos? Porque en ellos (y ciertamente en el capítulo 1) Shelomó Hamelej (el Rey) cifra el objetivo de su libro. ¿Y cuál es dicho objetivo del Sefer Mishlé? Por lo que he llegado a estudiar en él y en las fuentes clasicas que lo explican y dilucida es conectarnos con la profundidad de la Toráh y para ello Shelomó empleó mashalim como un recurso didáctico para ayudar a que el intelecto humano vaya generando conexiones con el Intelecto Divino; sin embargo se debe aclarar que de acuerdo a los grandes jajamim los mashalim que rey Shelomóh escribió fueron redactados en un nivel impresionante de sabiduría celestial denominado ruaj hakodesh (Cf. Moréh Nebujim tratado II, Cap.), el espíritu de santidad que recibe diez nombres de acuerdo a la tradición (Abot de Rabí Natan 34:10.) y uno de ellos es precisamente el de mashal, mientras que los otros son: melizá (metáfora), hidáh (enigma), dibur (discurso), amiráh (dicho), hatafáh (predica), sivuy (mandato), massá (vaticinio), nebuá (profecía) y jizayon (visión).

La palabra mashal se puede traducir al español como proverbio, refrán, comparación o sátira; como sea la idea general que expresa el hebreo es que se trata de un dicho de sabiduría que opera a través de comparaciones expresadas de manera enigmática en las que se establece o iguala cosas que están desconectadas en nuestra percepción ordinaria con el fin de vigorizar al koaj dimión (poder de imaginación) de manera adecuada, lo cual es un prerrequisito para la adquisición del nivel de nebuá; en otras palabras en Mishlé el rey Shelomóh busca que el lector comprenda que todo está unificado y que, gracias al poder del lenguaje, se puede identificar el dominio de HaShem sobre toda la creación, por eso la raíz de mashal puede leerse también como moshel (gobernador, jefe) o como móshel (poderío), idea que se manifiesta en este mundo en aquel que se hace rey, pero un rey en el sentido profundo: es decir aquel que posee moaj (cerebro) leb (corazón) y koaj (poder), idea que se mantendrá a lo largo del libro y que es confirmada por los Tanaim cuando afirmaron que el fuerte es aquel que se domina así mismo (Pirke Abot) y, de igual modo, expresan esta idea de muchas maneras valiéndose de los mashalim para que el entendimiento capte su profundidad y por eso llegan a ser parte integral del Talmud dónde se desarrollan a manera de pequeñas narraciones que comprenden buena parte de los materiales hagádicos que buscan ilustrar los dictámenes halájicos.

Desde estos versos y hasta el cuarto, Shelomóh declara explícitamente el propósito de Mishlé, diferenciando los niveles que comprenden el estudio y la práctica de la Torá (Cf Rashí comentario al mismo verso). Conocer la sabiduría implica unirse a ella, haciéndola su compañera; pero esto no es un camino simple, pues la sabiduría no es un asunto de intuición y sólo puede ser aprendida de la Toráh de Dios, por profecía, o por la enseñanza de los jajamim (Cf. Malbim, comentario al mismo verso). Esto es así porque la sabiduría es una asunto superior que permite contemplar la unidad de todas las cosas y por eso, para el beneficio de este mundo, hay que llevarla a la practica en términos del musar, que es ética en tanto que coordinación de todas los atributos personales para un fin muy concreto: hacer todo para el bien de la creación; en otras palabras si jojmáh es el alma, musar es el cuerpo; con musar hacemos que todo se integre en nosotros y para los otros.

Luego de esto podemos dedicarnos a la comprensión, es decir al discernimiento de cuestiones profundas que hay que contemplar a fin de dilucidar un tema en su justa medida; por ella diferenciamos y damos distinción a las cosas, de modo tal que todos y cada uno sientan su respectiva particularidad, tal y como HaShem por medio del nombre Elokím hizo cada obra de la creación (Cf. Bereshit 1:14 ); de igual manera hay que tratar todos los discurso inteligentes para saber distinguir la intención de quien los emite, si provienen de la buena inclinación o por lo contrario, de la mala, o del EGO.

Cuando provienen del lado del bien los discursos promueven el acercamiento al Creador y a su Toráh haciendo que los corazones hagan teshuvá y tikun; por el contrario los otros tipos de discurso promueven la autoglorificación, negando la importancia del examen del alma, y conduciendo a quienes les prestan atención a la ignorancia, una de las más gruesas de todas las klipot. El primer tipo de discurso está ejemplificado en las palabras de Moshéh que habló con dureza al pueblo a fin de llevarlo al Creador a través de las sendas de la Toráh, sendas que el mismo ya había recorrido. Mientras los discursos de falsedad están ejemplificados en Nemrod (y desde luego el Faraón), quien cazaba almas incautas esclavizándolas para su propio beneficio, prometiéndoles un conocimiento que el mismo no había alcanzado por su maldad (Cf Rashí a Bereshit).

Precisamente y contrario a esto, Mishlé es, tal como he llegado considerar, una guía fidedigna para poder curar todas esas ideas con el bálsamo de la Toráh. Que sirvan estas cortas palabras para poder leerlo con ánimo, entendimiento y corazón.

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Shaul Ben Abraham

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Yehuda Ribco

un estupendo texto de introducción al libro y al conocimiento, que se continué! gracias

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