De cuenticos Mahometanos y otras infamias

De cuenticos Mahometanos y otras infamias

Primera Parte
Por Shaúl Ben Abraham

Millones de personas en el mundo se consideran musulmanas, más exactamente, y en guarismos, 1,522,813,123. Lo interesante es que para muchos de ellos éste abultado dato constituye una prueba de que esa religión es necesariamente verdadera. Yo cuestiono esa cifra con mis típicas preguntas: ¿cómo no van a hacer mayoría si se mata y persigue a cristianos, se expulsa a judíos y yazidies, bahaís y drusos de los países árabes y en cualquier punto terrestre en el que son mayoría? ¿Cómo no van a tener rápido crecimiento si es una religión ultraproselitista a la que uno se convierte en cinco minutos tras haber aceptado el Corán sin examinarlo y decir bobaliconamente que Alá es su versión de dios y Mahomá el supuesto profeta? Así cualquiera. Yo, que no creo en el argumento de las multitudes, considero que no por ser más los moscos debemos entonces comer desperdicios. La comparación podría ser odiosa para algunos, en especial para los moscos que cumplen con su sagrada labor biológica, pero así como es dañina la descomposición física lo es más la espiritual, pues al ser la más grande de las dimensiones humanas es la que más afecta a las demás.

Deshagamos pues ese argumento falaz comprendiendo un poco como llegó ese número a asociarse con la doctrina proclamada por el caravanero con ínfulas de profeta: Mahoma. Y no es que ser caravanero sea malo o desdiga de sus capacidades, sino que el daño está en ser Mahoma o Muhammad, para ser fonéticamente más exactos con el árabe. Cualquiera que revise su historia, sin prejuicios religiosos, se dará cuenta con facilidad del carnaval de infamias que llenarían los días de lo que sería su biografía.

Pregunto: ¿Ha llegado a ser el Islam la religión mayoritaria por las vías de la paz y del acercamiento a la espiritualidad? Y si eso fuera así, ¿eso probaría que es efectivamente la verdad? Partamos de otra pregunta, para contestar esa: ¿es el Corán un libro revelado por Dios? Si usted le pregunta a un musulmán le dirá que sí por la sencilla razón que a éste se lo enseñaron por un método de adoctrinamiento a partir de un razonamiento circular muy típico en la historia del fanatismo religioso que dice que algo es verdadero porque en sus libros sagrados se dice que es verdadero. Y así como Mahoma dice, una y mil veces que la revelación que recibió es auténtica y quedó plasmada en el Corán, de igual modo Joseph Smith –por dar un ejemplo entre los miles de líderes sectarios-, el fundador de La Iglesia de los Santos del último día, dice lo mismo. Estos inflados a profeta, que tenían mucho en común por polígamos y mentirosos van afirmando sin razón alguna cosas que pretenden que se crean porque sí, porque ellos lo afirmaron. Smith, por ejemplo, escribió en su Libro de Mormon lo siguiente:

Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo” (Moroni 10:4).

Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo… y enseñan a todos los hombres que deben hacer lo bueno” (2 Nefi 33:10)

Mahoma, por su parte, afirma muchas veces en el Corán cosas como estas:

Si dudáis de lo que hemos revelado a Nuestro siervo, traed una sura semejante y, si es verdad lo que decís, llamad a vuestros testigos en lugar de llamar a Dios. (2:23)

O,

Y cuando se les dice: «¡Creed en lo que Dios ha revelado!», dicen: «Creemos en lo que se nos ha revelado». Pero no creen en lo que vino después, que es la Verdad, en confirmación de lo que ya tenían. Di: «¿Por qué, pues, si erais creyentes, matasteis antes a los profetas de Dios?» (4:91)

¡No pues con esa forma de argumentar como no creerles! ¿Pero a quién? ¿A quién le creo entonces pues los dos afirman que es verdad? ¿A Mahoma o a José Smith? En lógica mahometana debería creerle a Smith, ya que el vino después de Mahoma, ¿y quién sabe si al pseudo-dios de Alá no le dio por cambiar de opinión y enviar a su verdadero último profeta y dejar a Mahoma como el penúltimo? Y como el dilema es absurdo, prefiero no hacerles caso a esos dos impostores. Y desde luego estos dos pensaron así pues tuvieron en común el ser seguidores de sus propias versiones de Jesús: uno lo ve como profeta y Mesías y otro como el hijo de Dios que hace parte de una trinidad de carne y hueso que vive en otro planeta. Es que desde la aparición de Jesús, más ficticia que real, se abrió la puerta a la impunidad y sobre todo al desequilibrio espiritual, prueba fehaciente de ello es el desarrollo desbordante de sectas y creencias que pulularon después de que sus enseñanzas permearan el mundo. Sin duda la más grande de ellas es de la que me ocupo en éste escrito.

Pero aquí voy a escribir del Corán y lo fundamental que quiero decir y sostener es lo siguiente: es un libro feo, mal escrito, producto de un lujurioso por el sexo y el poder, una obra hecha a mordiscos, sin una dirección clara, salvo las conveniencias del autoproclamado servidor de Alá, un texto que vive maldiciendo y enviando al infierno a los que no creen en él y por eso dice en la Sura 2: 119 “Te hemos enviado con la Verdad como nuncio de buenas nuevas y como monitor, y no tendrás que responder de los condenados al fuego del infierno”, y después, versos más abajo (2: 206): “Y, cuando se le dice: «¡Teme a Dios!», se apodera de él un orgullo criminal. Tendrá el infierno como retribución. ¡Qué mal lecho…!”. Luego en 3: 12, se asegura: “Di a quienes no creen: «Seréis vencidos y congregados hacia el infierno». ¡Qué mal lecho…!”. Y en 3: 181: “Dios ha oído las palabras de quienes han dicho: «Dios es pobre y nosotros somos ricos». Tomaremos nota de lo que han dicho y de que han matado a los profetas sin justificación. Y les diremos: «¡Gustad el castigo del fuego del infierno!”

Y ni continuo porque me tocaría trascribir casi todo el Corán, ese libro con presunciones de “midrash” árabe que presume explicar las “anteriores revelaciones”, que para el caso del Corán son la Torá y el evangelio ¡El evangelio! ¿Y cuál de los 50 evangelios que existieron y pulularon en los primeros siglos del cristianismo Mahoma? Pues si uno examina su legado, para el caravanero son más importantes los llamados apócrifos que los canónicos ya que cita leyendas del Protoevangelio de Santiago, de la Asunción de María y del Evangelio Árabe de la infancia a los que de seguro conoció de manera oral porque si no sabía leer en árabe menos iba a leer en griego koiné. Bien decían Michael Cook y Patricia Crone en su libro Hagarism: The Making of the Islamic World (1977: 18) que:

Básicamente, el Corán carece de una estructura central, frecuentemente es oscuro e inconsecuente tanto en lengua como en contenido; es superficial en su concatenación de materiales dispersos y muy dado a la repetición de pasajes enteros en versiones que presentan variantes. Partiendo de todo esto, se puede argumentar plausiblemente que el libro es el producto de la edición imperfecta y morosa de materiales provenientes de una pluralidad de tradiciones.

Ya los mismo poetas árabes como Abu Afak, del clan Khazrajite, la poetisa Asma bin Marwan, de la tribu de los Aws o el poeta judío Kab ibn al Asharaf habían denunciado al Corán como una obra fea, aburridora y maldiciente y a su autor como un farsante. Y no hay que ser filólogo para ello, ni experto en árabe, basta con examinar las diversas traducciones, musulmanas o no y leer como intentan salvar vanamente las aleyas del inspirado loquito. Yo lo he leído en español y en una versión farragosa en hebreo, y como sea que existan parecidos y plagios directos de la tradición hebrea en sus mejores partes (bien pocas), el libro espiritualmente no añade nada al sentido profundo que el judaísmo, sin afán proselitista, ya había enseñado siglos atrás para sí mismo y para otros. Pero claro, libro al que también se ha añadido elementos literarios del cristianismo y del politeísmo preislámico de arabia. ¡Y ay del que me lo niegue! Si me dicen que no, me voy, aburridamente, de sura en sura y de aleya en aleya, citando al barbárico de Mahoma, y espero ahórrame el trabajo y al lector el aburrimiento. Claro que si no me creen a mí pueden leer The Satanic Verses de Salman Rushdie, que si bien es ficción alude a un elemento perturbador de las ideas religiosas concebidas en el Islam.

Ahora bien, ¿el Corán es de Mahoma? De acuerdo a una tradición la primera recopilación completa del Corán fue hecha durante el mandato del primer califa, Abu Bakr as-Siddiq Zayd ibn Thabit, quién había sido uno de los secretarios, amigos y seguidores de Mahoma y quién reunió a partir de varias piezas de hueso, trozos de pergamino, de piel, lápidas, nervaduras de hojas de palmera y de recuerdos que los seguidores habían escuchado cuando “el Enviado” peroraba las revelaciones de Alá trasmitidas por Gabriel. Dicha recopilación fue conservada por su hijo Hafsa bint Umar y una de las viudas de Mahoma. Ya durante el califato de Utman ibn Affan se presentaron discrepancias relativas a la manera correcta y adecuada de recitar el Corán. Por eso, hasta el día de hoy existen siete lecturas conocidas, que para arreglárselas con la historia de sus diversas formas los creyentes alegan que son interpretaciones. Como sea, Utman decidió codificar, estandarizar y transcribir el texto y producir una suerte de Textus Receptus. Pero según otras fuentes, esta recopilación se basó en el texto conservado por Hafsa, mientas que otras versiones aseguran que Utman hizo la recopilación de manera independiente y coincidió con el texto de Hafsa. Ahora, lo interesante es que cuando se terminó el proceso de recopilación, cerca de los años 650 y 656.e.c, Utman envió copias del texto final a todos los rincones del naciente imperio islámico y ordenó la destrucción de todas las copias que diferían de su versión. Por su parte otros especialistas tienden a mencionar, para considerar que el Corán no es un libro surgido en los días de Mahoma, que no hay una verdadera prueba de que el texto haya sido compilado bajo el mandato de Utman, puesto que las más viejas copias conservadas del Corán completo datan de varios siglos después de Utman. Alegan que el Islam se formó lentamente, durante los siglos transcurridos tras las conquistas musulmanes y en la medida en que los conquistadores islámicos iban elaborando sus propias creencias en respuesta de los desafíos propuestos por el judaísmo y el cristianismo. Sea uno u otra versión lo real para efectos de la crítica literaria el texto del Corán más usado y reconocido por las autoridades islámicas en la actualidad es el producido por la Universidad Al-Azhar de El Cairo en 1922 que se basa en la tradición de recitación de los Hafs.

Cuando el Corán llegó a occidente los estudiosos lo vieron como un texto folklorico que contenía muchas características particulares que lo hacían un libro raro, con sus repeticiones, su ordenamiento, la mezcla de estilos y géneros, las cuales fueron apreciadas como señales de un proceso de recopilación en el que muchas manos, y a lo largo de varios años, habían intervenido en su redacción. Estos estudios encontraron en el Corán muchas semejanzas literales y similitudes de calco (por no decir plagio) con las escrituras hebreas, las leyendas cristianas apócrifas, tradiciones gnósticas y folklore politeísta de Arabia preislámica. Cosa que es cierta y que no necesita ser comprobada tras la lectura de cientos de libros eruditos que hagan una exégesis minuciosa del Corán, basta con leer las suras o azoras más largas del Corán, como la 2 y la 3, para percatarse de eso.

Lo más interesante es que cuando los musulmanes afirma que el Corán es un texto que da continuidad al mensaje de la Torá, estos están pensando (si lo hacen) en la Torá escrita, pero el texto en realidad está reflejando muchas veces, en realidad, a la Torá oral y por eso no es extraño oírles alegar que el texto actual de la Torá está corrupto y no corresponde a la Torá original que Dios le entregó a Moisés. Es más para un buen musulmán nunca, bajo la lógica que ellos mismo imponen, va a existir una Torá fiel y verídica. La Torá o el NaJ «perfecto» que el Corán insta a leer para confirmarse así mismo sólo existe en las mentes de los musulmanes, es, en definitiva, un Tanaj que jamás existirá y que nunca será encontrado, pues lo que esperan es un Tanaj que esté de acuerdo con los que ellos consideran válido, es decir con las doctrinas expuestas en el Corán y con las supuestas profecías fraguadas que ellos aseguran estaban contenidas en la versión original y que anunciaban a Mahoma.

Lo contradictorio es que el mismo Mahoma (o supuestamente Alá, según se vea) invita a inspeccionar y a comparar la perfección de su Corán con el Tanaj, y para el caso con la Biblia cristiana. Si esto es así yo me pregunto, ¿para qué hacer tal cosa si se supone que ya está plagada de errores? Sin embargo la Surá 2:136 dice con descaro: “Decid: «Creemos en Alá y en lo que se nos ha revelado, en lo que se reveló a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las tribus, en lo que Moisés, Jesús y los profetas recibieron de su Señor. No hacemos distinción entre ninguno de ellos y nos sometemos a Él”. Claro por no hacer distinción es que caen en semejantes errores: y uno no debe confundir la miel con el barro.

Pero, por causa de esa ignorancia que legó Mahoma a sus seguidores y que ellos en su afán e insistencia por conservarla, no se percatan que lo afirmado en su amado Corán acerca de la exposición de la Toráh y que había quedado “oculto” por causa de la perfidia judía estaba expuesto siglos antes en la Mishná y los midrashim, es decir nada más y nada menos en la tradición talmúdica que tanto han detestado los musulmanes, en especial sus líderes. Hay muchos casos para ilustrarlo. Un ejemplo notable es la historia del asesinato de Hevel (“Abel”) por parte de su hermano Caín tal y como la presenta el Corán en la Sura 5:30-35 o 27-32:

¡Y cuéntales la historia auténtica de los dos hijos de Adán, cuando ofrecieron una oblación y se le aceptó a uno, pero al otro no! Dijo: «¡He de matarte!». Dijo: «Dios sólo acepta de los que Le temen. Y si tú pones la mano en mí para matarme, yo no voy a ponerla en ti para matarte, porque temo a Dios, Señor del universo. Quiero que cargues con tu pecado contra mí y otros pecados y seas así de los moradores del Fuego. Ésa es la retribución de los impíos». Entonces, su alma le instigó a que matara a su hermano y le mató, pasando a ser de los que pierden. Dios envió un cuervo, que escarbó la tierra para mostrarle cómo esconder el cadáver de su hermano. Dijo: «¡Ay de mí! ¿Es que no soy capaz de imitar a este cuervo y esconder el cadáver de mi hermano?». Y pasó a ser de los arrepentidos. Por esta razón, prescribimos a los Hijos de Israel que quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. Y que quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad. Nuestros enviados vinieron a ellos con las pruebas claras, pero, a pesar de ellas, muchos cometieron excesos en la tierra.

Nótese que en el versículo 34 (o 31 en otras versiones) leemos que Dios le mostró como ocultar el cadáver de su hermano. Lo interesante es que esto no aparece en el Sefer Bereshit (“Génesis”) pero se lee en Pirké de Rabí Eliezer un midrash muy anterior al Corán:

Adán y su compañera estaban sentados llorando y haciendo duelo por él (Abel) y no sabían que hacer con él, porque desconocían la sepultura. Vino un cuervo, cuyo compañera había muerto, tomó su cuerpo, removió la tierra y lo ocultó de delante de sus ojos; entonces Adán dijo: Haré como ha hecho este cuervo.

Es interesante ver que lo que aquí se supone que Dios reveló a Mahoma en el Corán es un paralelo de la Toráh Oral y no de la Escrita. La similitud entre los dos relatos es tan evidente que su relación no puede ser pasada por alto. Ante esto es llamativo que el Corán en la sura 2:79 acusa a los judíos de considerar a su folklore como Sagrada Escritura y sin embargo Mahoma fue quien tomó la tradición oral hebrea y la hizo pasar como “Escritura Revelada”, cuando este nunca fue el objetivo de los midrashim y por lo tanto no se puede sugerir que los judíos transformaron leyendas en verdades de la Torá. Pero queda la pregunta, ¿por qué estas leyendas son Sagrada Escritura en el Corán? Si Mahoma no tomó la historia del cuervo de fuentes judaicas, sin saber que formaba sólo parte de sus tradiciones, ¿de dónde las tomó? Con mucha seguridad Mahoma, que fue un viajero, se sentiría engañado al oír una historia de parte de los judíos y leer o reconocer otra desde la fuentes textuales que le leían o por lo que le decían los cristianos, y así hacía, libremente, atribuciones de una fuentes oral a una textual y viceversa. Para comprender esto hay que revisar a un más el pasaje citado y notar lo que dice hacia el final del mismo:

Por esta razón, prescribimos a los Hijos de Israel que quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. Y que quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad. Nuestros enviados vinieron a ellos con las pruebas claras, pero, a pesar de ellas, muchos cometieron excesos en la tierra.

¿Dónde se prescribo eso en la Torá? Literalmente esa prescripción no va aparecer en la versión escrita entregada a Moshé sino en la Toráh oral cuya primera redacción es la Mishná del siglo II. e.c, en la que se afirma (Sanhedrín 4:5):

Encontramos que se dice en el caso de Caín, que dio muerte a su hermano: La voz de las sangres de tu hermano clama [Bereshit 4:10]. No se dice aquí “sangre” en singular, sino “sangres” en el plural, es decir, su propia sangre y la sangre de su simiente. El hombre fue creado solo a fin de mostrar que aquel que mata a una sola persona se le contará como habiendo matado a toda un mundo; pero al que preserva la vida de una sola persona se le cuenta que ha preservado toda el mundo.

Aquí es donde encontramos la línea de pensamiento que es la fuente de la observación del Corán y que Mahoma desconocía porque, como es bien sabido, lo que dijo él solo lo dijo porque lo había oído a judíos con quienes había tratado a lo largo de sus viajes por la península arábiga. Ahora bien esta prescripción aportada por el Pirké de Rabí Eliezer debe comprenderse en el sistema PaRDeS de interpretación de la Torá que busca derivar halajá basándose en una Mitzvá (“No asesinarás”) y valiéndose de una hagadá constituye un midrash como método expositivo y profundizador del Texto Sagrado. En fin cosas que ni Mahoma comprendía ni a un hoy quieren entender los musulmanes porque contradice todo su sistema de creencias y si lo hicieran eso les provocaría una disonancia cognitiva multitudinaria y esa religión no aguantaría que 1,522,813,123 de sus seguidores se hicieran una lobotomía espiritual acabando así con el negocio.

Así pues la Mishná, siglos después del pasaje de Bereshit, pero siglos antes de Mahoma, ha sacado esta interpretación del plural “sangres” de la Toráh para derivar una trato con respecto al asesinato y lo que éste implica. Lo importante e interesante es que las aleyas citadas de esa Sura del Corán son una repetición de las creencias de las afirmaciones de la Mishná y no de la Torá. Y aquí viene la pregunta, ¿a qué se debe que la pretendida revelación divina sea sustancialmente una repetición de una disertación rabínica de un versículo de la Toráh? Se debe a que ni Mahoma sabía lo que decía y que a Gabriel, ese angelito díscolo, se le olvidó decirle que Alá no sabía la diferencia y distinción entre la Torá Escrita y la Oral. ¿Y cómo no iba a saberlo? Pues porque Alá es una idea de Mahoma, un dios hecho a su imagen y semejanza.

Con lo aportado cada quien podría sacer sus propias conclusiones. Por lo anterior, y que bien podría ser corroborado por muchísimas otras citas que demuestran lo afirmado, el Corán en sus mejores y pocas partes es un calco no muy bueno de midrashim y hagadot de la Torá Oral. Siguiendo esta idea yo postulo una tesis: al Islam no le conviene el judaísmo porque es la única sabiduría espiritual que puede desmentir, desde sus raíz, a Mahoma y sus doctrinas, pues el espíritu de la Toráh, por principio, denuncia la falsa profecía venga de quien venga: propios y ajenos. Esto va ligado a un hecho político territorial que tienen una influencia directa con el actual conflicto palestino-israelí y que ya ha sido detectado por estudiosos como Mordejai Keidar , Bernard Lewis o Robert Spencer, quienes afirman, entre otras cosas, que dentro de la perspectiva histórica islámica el judaísmo ha sido anulado en este mundo al nacer el cristianismo, y que este, a su vez, fue anulado al nacer el Islam ya que éste no apareció en situación de igualdad con el resto de las religiones sino que llegó para reemplazarlas. Así el mero hecho de que el judaísmo siga vivo contradice todas las expectativas del islam y contradice la “profecía” de Mahoma, a lo que se debe sumar el temor creciente a que los judíos vuelvan a construir el Templo de Jerusalén y, por lo tanto, su “religión”, en opinión de clérigos (imanes o ayatolas) vuelva a ser relevante para el mundo.

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Shaul Ben Abraham

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Netanel

Que tal Don Shaul! Hace ya bastante que no entro en el sitio y en especial que no escribo comentarios. Pero aun así siento la obligación de darle mi opinión en esta oportunidad. Antes que nada quiero demostrarles mis respetos, respeto sus escritos, en forma general me parecen muy preparados e interesantes. Pero en este último no puedo evitar hacerle notar que expone al Islam en forma muy “infantil” e insulsa. Y no me parece esa la forma correcta de demostrar y enseñar la «verdad”. Ante todo el hecho mismo que el Islam posea cerca de1.3 billones de adeptos ya… Read more »

Yehuda Ribco

hay que ser realista y reconocer el mal allí donde se disfraza de santidad

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